China planea aprovechar los XXVI Juegos Olímpicos de Atlanta, que comenzaron este viernes, para mostrarse como una potencia deportiva por derecho propio que puede obtener medallas de oro y romper récords sin recurrir a las drogas.
Las autoridades deportivas chinas "no permitirán que ninguno de sus atletas sea descubierto utilizando drogas. Eso no ocurrirá", aseguró Nils Lindstedt, funcionario de IDTM, una firma sueca que realiza controles anti-doping.
Los excepcionales logros chinos de los últimos años en pistas y piscinas se vieron opacados por un escándalo de drogas en los Juegos Asiáticos de 1994, realizados en Hiroshima, Japón.
Un potente esteroide anabólico llamado dihidrotestosterona fue hallado en las muestras de sangre de once miembros de la delegación, entre ellos siete nadadores, una semana después del Campeonato Mundial de Natación, donde mujeres chinas obtuvieron 12 medallas de oro y rompieron cinco récords mundiales.
Los siete nadadores no pudieron participar de los Campeonatos Panpacíficos de Natación de 1995, celebrados en Atlanta, Estados Unidos, en lo que fue una especie de ensayo para las presentes Olimpíadas del centenario.
En 1993 se produjeron por primera vez acusaciones infundadas sobre un programa de doping centralizado, cuando las corredoras chinas salieron de la oscuridad para establecer marcas mundiales de distancia en el Campeonato Mundial de Stuttgart, Alemania.
Las mujeres chinas ganaron en esa ocasión cuatro medallas de oro y corrieron de forma impecable las carreras de 1.500, 3.000 y 10.000 metros. Hasta entonces, los atletas chinos sólo habían obtenido siete medallas en las pistas y canchas de los campeonatos mundiales.
Ma Junren, entrenadora de las corredoras, rechazó las acusaciones y afirmó que los logros de su equipo se debieron al trabajo duro y a una nutrición innovadora que incluía una ración diaria de sangre de tortuga.
No obstante, los rumores continuaron, especialmente cuando la fenomenal Wang Junxia, ganadora de los 10.000 metros en Stuttgart, rompió tres récords mundiales en cinco días durante el Campeonato Nacional Chino.
Wang afirmó que no tenía nada que temer porque no había hecho nada malo, pero ante las persistentes acusaciones, el Congreso Nacional del Pueblo (asamblea legislativa china) aprobó el pasado año la primera Ley de Deportes, que prohibió expresamente el uso de cualquier estimulante.
De acuerdo con la ley, cualquier atleta que utilice drogas no podrá actuar por dos años, sin derecho a apelación, y lo mismo rige para el entrenador.
Además, desde 1994 Beijing aumentó en 75 por ciento los recursos para pruebas antidrogas, y permitió a federaciones deportivas internacionales realizar a sus atletas exámenes al azar, fuera de competencia.
Además de los controles efectuados por IDTM, las autoridades chinas realizaron 2.099 exámenes anti-doping el pasado año, es decir, 683 más que en 1994, de acuerdo con el periódico China Sports Daily.
Los levantadores de pesas, los corredores y los nadadores han sido los principales objetivos de estos controles, según el periódico. (FIN/IPS/tra-en/ab/cpg/ml/sp/96