Con excepción de su notoria mafia "yakuza", la criminalidad en Japón es muy inferior a la que sufren gran parte de los países industrializados. Pero la delincuencia aumenta y un informe oficial le echa la culpa a los extranjeros ilegales, en su mayoría iraníes.
Los medios nipones no titubearon en acusar a la numerosa comunidad iraní en el país, así como a otros inmigrantes asiáticos, por el incremento de la criminalidad y afirmaron que son la espina dorsal del creciente narcotráfico.
Esa semana, dos inmigrantes de Sri lanka fueron arrestados por recibir marihuana. Los acusados dijeron desconocer a los remitentes del paquete y sostuvieron que eran inocentes.
"El caso es apenas uno de los nuevos aspectos vinculados con la creciente ola de crímenes que involucra a extranjeros en Japón. Además, indica la matriz internacional de la delincuencia que actúa en el país", dijo el criminólogo Hisaki Iwai.
Otros analistas apuntaron que, con el aumento de los inmigrantes en las últimas décadas, la mayoría pretende obtener alguna tajada del éxito económico del país anfitrión. Por esa razón, Japón se ha visto envuelto en una ola de crímenes internacionales que ahora no puede enfrentar con eficacia.
Las autoridades estimaron que hay alrededor de 200.000 extranjeros en Japón con visas de permanencia vencidas. Casi todos proceden de Bangladesh, Pakistan, Iran, Filipinas y China.
Un nuevo informe presentado por la Agencia Nacional de Policía a comienzos de año reconoció la amplitud del problema. "La infiltración de trabajadores ilegales en el tejido social japonés es un serio problema para la seguridad nacional", dijo el informe.
Observó que los extranjeros constituyen actualmente 0,9 por ciento de la población nipona pero son responsables de 2,3 por ciento de los crímenes. Si bien el principal delito son las visas vencidas, datos policiales dieron cuenta que aumentaron robos, homicidios y, más recientemente, comercio de drogas.
Los iraníes encabezan la lista de implicados en el tráfico de drogas. La prensa nipona informa regularmente que grupos de iraníes han organizado una vasta red de narcotráfico en Japón.
Incluso los crímenes callejeros indican una influencia de organizaciones internacionales. La policía japonesa debe enfrentar a bandas chinas y coreanas que se han infiltrado en el hampa nipón.
El informe policial dijo que las bandas han ampliado sus operaciones en el país y contrabandean armas, drogas y personas. Las actividades de esos grupos y otros sindicatos internacionales del crimen han elevado la participación de extranjeros en los delitos hasta el 4,2 por ciento.
"Los extranjeros implicados en crímenes son unos pocos desesperados que cayeron en la tentación del dinero fácil y se vieron implicados sobre todo en el narcotráfico", dijo Katsuo.
Agregó que los extranjeros ilegales que afrontan la mayor discriminación son aquellos procedentes de India, Iran y Bangladesh.
Apuntó que los iraníes se habían convertido en un fácil chivo expiatorio. "Para esa gente es difícil encontrar trabajos decentes y son los primeros en ser echados a patadas por sus patrones".
Un escolar japonés, arrestado por comprar drogas estimulantes, dijo que adquirió un gramo de cocaína a un iraní por 300 dólares. Esto puede ser verdadero pero la cobertura de ese delito difunde el estereotipo del inmigrante asiático criminal.
En un reciente informe especial propagado por la televisión nacional nipona, individuos asiáticos entrevistados admitieron que traficaban con drogas ilegales como marihuana y cocaína.
Apuntaron que sus clientes son en su mayoría niños escolares o jóvenes. Los iraníes usan teléfonos celulares con los cuales reciben los pedidos y luego distribuyen la droga en pequeños paquetes mientras permanecen apostados en esquinas o parques.
El sistema, aparentemente, se encuentra bajo su total control. Sin embargo, un iraní arrestado recientemente dijo que su jefe era un japonés.
Expertos en criminología indicaron que el mercado de estupefacientes está controlado desde hace mucho tiempo por la mafia nipona y, para la policía, es difícil incriminarla.
Desesperada para poner el problema bajo control, la policía está endureciendo las inspecciones de asiáticos.
Grupos de apoyo dijeron que ahora es común interrogar a cualquier asiático con piel oscura que camina solo por la calle durante la noche o monta una bicicleta.
La intensificación de los controles dió como resultado una masiva represión de trabajadores ilegales. La policía incrimina incluso a personas con visas vencidas, lo cual significa que son pasibles de prisión. Hace algunos años la norma sólo ordenaba la deportación.
En la actualidad hay alrededor de 300 extranjeros detenidos de los cuales 60 son iraníes. "La situación se está poniendo muy caliente. Los criminales extranjeros han sido injustos con la mayoría de inmigrantes ilegales que vinieron a Japón para trabajar duro y ahorrar dinero", explicó Yoshinari.
No obstante, el lucrativo mercado ha atraído a muchos extranjeros que buscan dinero fácil. La mayor parte de los correos arrestados son ahora asiáticos, africanos o latinoamericanos. (FIN/IPS/tra-en/sk/kd/ego/ip/96)
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