El Banco Mundial comenzará a fin de año la primera revisión de los programas de ajuste estructural que promovió en países deudores, para lo cual ha convocado a por lo menos 120 organizaciones no gubernamentales, se informó en esta capital.
El Banco Mundial admite ahora analizar cómo los programas de ajuste afectan a la población de los países deudores, y permitió para ello que muchas organizaciones que critican sus operaciones ganen un espacio de incidencia.
El banco y las organziaciones no gubernamentales (ONG) discuten ahora los detalles del proceso de revisión, que abordará los casos de diez países entre los cuales, seguramente, se contarán Ghana, Polonia y México.
Ambas partes tienen disímiles perspectivas respecto de la primera revisión de estos instrumentos por parte de la institución financiera.
Las ONGs, procedentes de países tanto ricos como pobres, aspiran a que la revisión provoque cambios en las políticas y operaciones del banco, pero sus funcionarios, en cambio, pretenden eliminar los cuellos de botella que traban la implementación de los ajustes estructurales.
El Banco Mundial también confía en que el proceso de revisión cumpla con el objetivo no declarado de aislar a sus críticos más duros, admitieron funcionarios de la institución.
"¿Ayudaremos al banco en lo que hace bien? ¿O los ayudaremos a afrontar nuevos desafíos?", se preguntó Doug Hellinger, director ejecutivo del Grupo de Desarrollo de Políticas Alternativas, que coordina una red de 120 organizaciones no gubernamentales que participará en la revisión.
Todo depende de qué información revele el banco, admitió en declaraciones a IPS el director del departamento de investigaciones, Lyn Squire, asignado por la institución a representarla en el proceso.
Otros altos funcionarios afirmaron, sin embargo, que no será tan necesario cambiar los ajustes, sino hacerlos mejor, y admitieron en privado que la revisión incluirá solo a los críticos más allegados y aislará a quienes consideran demasiado sesgados en el plano ideológico.
Se trata de algo lógico, pues no existe espacio para el diálogo con grupos que parten de la premisa de que el Banco Mundial no debería existir, dijeron.
Las ONG esperan, no obstante, que el proceso transforme el modo en que el Banco Mundial recibe conocimientos y que, por una vez, aprendan de lo que ocurre "abajo". Y tendrá que hacerlo, aseguran, si quiere combatir la creciente pobreza y la caída de la productividad en los países donde opera.
Antes de concretarse, los promotores de la iniciativa, tanto pertenecientes al banco como del exterior, deberán responderse cuatro preguntas: ¿Pueden trabajar juntos la sociedad civil y la institución? ¿Se permitirá a los críticos jugar un papel activo? ¿Quién determinará las preguntas que se formularán?
Y, por último, ¿hasta qué punto el banco se sumergirá en la pobreza para intentar comprender el lenguaje de los pobres, entre quienes se destacan las mujeres y los niños?
Las ONG están preocupadas por la ausencia, al margen de Squire, de funcionarios de alto nivel operativo y gerencial del Banco Mundial entre los integrantes del comité conjunto que emprenderá la revisión.
Muchos funcionarios que participarán en el proceso ya han desarrollado estudios que son ignorados por sus propios colegas, según las ONG, que, por ello, se preguntan si el análisis que se avecina tendrá algún impacto dentro de la institución.
El propio Squire reconoció que esta inquietud es válida, y aseguró que está haciendo todo a su alcance para asegurar que el banco no subestime la iniciativa ni la considere una instancia aislada.
A pesar de la cautela, pocos cuestionan el compromiso del presidente del Banco Mundial, James Wolfensohn, con el proceso de revisión. "El problema no es Wolfensohn o Squire, sino la resistencia de otros funcionarios de la institución", dijo Hellinger.
El propio Wolfensohn se lamentó en marzo del "cinismo, la desconfianza y la distancia" existente entre los funcionarios del banco.
"Estoy teniendo una fantástica respuesta de gente a la que digo que el banco se mueve en tal o cual dirección, que las puertas están abiertas y que queremos desarrollar vínculos nuevos", dijo a altos directivos de la institución.
"Creo que estamos haciendo un gran cambio hacia afuera, pero estoy preocupado por lo que sucede adentro", agregó.
De todos modos, el presidente del Banco Mundial comparte la culpa. Un funcionario dijo a Wolfensohn que se arriesgaba a perder el apoyo de muchos empleados que sentían que sus contribuciones eran dejadas de lado, según una transcripción de la reunión gerencial de marzo a la que IPS tuvo acceso.
Por ello, Wolfensohn deberá vender sus ideas de cambio a los funcionarios del banco. Pero también a sus accionistas.
Mientras las fallas y limitaciones del modelo económico y de los préstamos condicionados a ajustes se hacen cada vez más evidentes, algunos de los integrantes de la junta del Banco Mundial se muestran abiertos a discutir estas cuestiones.
Esto, según las ONG, se traducirá en respaldo a Wolfensohn y al proceso de revisión que comenzará a fin de año. La iniciativa será financiada en su mayor parte por países europeos a través de un fondo fiduciario. El Banco Mundial y las ONG controlarán su propios presupuestos y aportarán personal especializado. (FIN/IPS/tra-en/aa/yjc/mj/if dv/96