Cuba demostró su capacidad de resistir, a pesar de los pronósticos que, después de la desaparición de la Unión Soviética, en 1991, auguraron el fin del único régimen socialista del hemisferio occidental.
Aunque Cuba ya no es la misma que hace 10 años y el socialismo ha perdido buena parte de la pureza proclamada por sus seguidores, lo cierto es que pasa el tiempo y el efecto de arrastre de la caída del muro de Berlín no llega al Caribe.
"Resistir, sobrevivir y desarrollarnos", los tres objetivos básicos del gobierno en medio de la peor crisis económica sufrida por Cuba en la segunda mitad de este siglo, ya no parecen utópicos.
El presidente Fidel Castro destacó el viernes el crecimiento de 9,6 por ciento del producto interno bruto en los primeros seis meses de este año, un dato que, a su juicio, demuestra la recuperación de la economía cubana y la viabilidad de las reformas gubernamentales.
Ante miles de personas reunidas en la ciudad de Holguín, 700 kilómetros al este de La Habana, Castro advirtió no obstante que la crisis aún no ha sido superada.
"Estamos en pleno período especial" (fase de severas reestricciones económicas), dijo el mandatario, y señaló que los logros se alcanzaron en condiciones muy difíciles, agravadas por la entrada en vigor de la ley estadounidense Helms-Burton.
Cuba conmemora cada 26 de julio el asalto al cuartel Moncada, situado en el oriente del país, que en 1953 marcó el comienzo de la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista, culminada con el triunfo de la revolución de 1959.
En un discurso transmitido por la televisión nacional y la red de emisoras de radio, Castro se burló de las tentativas de Estados Unidos por acabar con el socialismo en Cuba y acusó a ese país de "provocador".
"El crecimiento alcanzado se lo dedicamos a los señores Helms y Burton", dijo Castro, en referencia a los principales promotores en el Congreso de Estados Unidos de una ley que amenaza con sanciones a empresas de cualquier nacionalidad que "trafiquen" con antiguas propiedades estadounidenses confiscadas por el gobierno cubano.
Castro mencionó especialmente el aumento en 33 por ciento de la cosecha de azúcar y de 46 por ciento del sector turístico, y las buenas perspectivas de la industria del níquel, que este año registrará una producción record.
Con una población de 11 millones de habitantes, Cuba presentó en el primer semestre de este año una mortalidad infantil de 8,6 por cada 1.000 nacidos vivos, y un total de 60.000 médicos en actividad, 27.000 de los cuales se desempeñan a nivel comunitario.
"¿Qué quieren de nosotros? ¿Volver a aquellos años que dieron lugar al 26 de julio?", se preguntó Castro, en alusión a uno de los aspectos de la ley Helms-Burton que más ofende a las autoridades del la isla: el retorno al modelo político y económico anterior a 1959, que estaba bajo el control directo del presidente de Estados Unidos.
Aseguró que la ley Helms-Burton es fruto de las "vacilaciones y el oportunismo político" del presidente estadounidense Bill Clinton "en vistas a las elecciones de noviembre".
Clinton utilizó el incidente del 24 de febrero, en que la fuerza aérea cubana derribó a dos avionetas de una organización de exiliados, para "pasarse de bando" y apoyar "la ley de sus enemigos", los derechistas republicanos, una ley "contra la que había estado combatiendo durante meses", comentó Castro.
El episodio de las avionetas fue "provocado absolutamente" por Estados Unidos, según el presidente cubano, pues Washington conocía perfectamente las incursiones aéreas del grupo de exiliados cubanos Hermanos al rescate, radicado en territorio estadounidense.
Castro destacó que la Unión Europea, la Organización de Estados Amaricanos y otros países condenaron la pretensión de la ley Helms-Burton de extender el poder de los tribunales de Estados Unidos a hechos verificados fuera de ese país.
Con su "soberbia y arrogancia", Estados Unidos se ha convertido "en una tragedia para el mundo", agregó.
"Aunque quedó sola, más rigurosamente bloqueada que nunca y en condiciones excepcionalmente difíciles, Cuba ha demostrado su capacidad para resistir y seguir luchando", dijo Castro.
Los progresos se lograron "con medidas inteligentes, sin enloquecernos ni embrutecernos, sin caer en las garras monstruosas y despiadadas del capitalismo", añadió Castro, y contrapuso el carácter de las reformas cubanas a los procesos de ajuste neoliberal aplicados en América Latina.
Castro descartó el neoliberalismo como vía hacia el desarrollo pues, a su entender, sólo ha traído a América Latina mayor desempleo, menos recursos para la educación, la salud y los jubilados y, mucho menos, para los impedidos.
A su juicio, la alternativa al modelo cubano es un mundo cada vez menos independiente, con crecientes diferencias entre ricos y pobres, menos recursos para el mundo en desarrollo, más desempleo y problemas alimentarios, y mayores daños al ambiente.
El presidente reconoció que algunas de las medidas tomadas en los últimos años por su gobierno para enfrentar la crisis económica "no son del todo justas", pero, aseguró que "ese es el precio" de la sobrevivencia. (FIN/IPS/da/ff/ip/96