CUBA: Niños "buscavida" invaden las calles

Las calles de las principales ciudades de Cuba han visto proliferar un nuevo personaje: niños que, muchas veces en uniforme, hacen casi cualquier cosa por terminar el día con unas cuantas monedas de dólar.

Las opciones son muchas: limpiar parabrisas, lavar o cuidar autos, vender artesanías, cigarros o fármacos cubanos a los extranjeros y hasta ser guías de turistas por una Habana que poco conocen como para contar su historia.

El famoso "pedidor de golosinas" de finales de los años 80 sigue existiendo, pero junto a él convive una masa mucho más amplia de "buscavidas", aquellos que cuando el turista dice "no tengo", responden "pues déme cualquier cosa".

Estos niños de mediados de los años 90 son más numerosos y muy diferentes que en la década pasada. Su actividad no tiene como único objetivo satisfacer un placer infantil, sino obtener dinero. Muchas veces, bajo presión de sus padres, que los envían a "ganarse la vida en la calle".

La mayoría no pasan de pedir o trabajar, pero algunos se vinculan a grupos marginales, que los conducen al arrebato de carteras a turistas y siguen ese camino hasta ingresar en la lista de alrededor de 1.000 menores internados en centros de reeducación.

"Lo mío es pedir y para eso invento lo que sea, desde que mi hermano está enfermo y no tenemos con qué comprarle la medicina, hasta que no tengo zapatos", dijo Raúl, un niño de 11 años que recorre las calles a la caza de turistas.

Raúl nunca ha dicho a su familia qué hace al salir de la escuela. Regresa a la casa entrada la noche, entrega a su madre desde dinero hasta jabones y no recibe a cambio ni las gracias.

Hace algunos años se hubiera dicho que Raúl integra una capa social incompatible con el ideal socialista que se construye en la isla desde 1959. Hoy, es un personaje más en un país donde, según los expertos, la crisis económica de los últimos cinco años provocó una crisis de valores en la población.

Sin embargo, fuentes oficiales y especializadas coinciden en que el trabajo infantil o el fenómeno de los niños de la calle pueden considerarse insignificantes en Cuba si se comparan con la situación en otros países de América Latina.

De acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) "hay en todo el mundo unos 200 millones de niños menores de 15 años que trabajan prácticamente a toda hora, excepto cuando duermen, y a menudo a expensas de su desarrollo físico y mental".

En Cuba no se encuentran niños sin hogar durmiendo por las calles y aunque las aspiraciones de ganar dinero aleja a muchos menores de la escuela, la gran mayoría siguen beneficiándose con un sistema de educación gratuita, masiva y obligatoria hasta noveno grado.

Fuentes del Ministerio de Educación aseguran que el próximo año lectivo, a iniciarse en septiembre, tendrá una matrícula de 2,3 millones de alumnos, que estudiarán en más de 12.200 escuelas primarias, secundarias, preuniversitarias, politécnicas y centros de educación superior.

Con una población de 10,9 millones de habitantes, al finalizar 1995 Cuba tenía escolarizados 99,6 por ciento de los niños entre seis y 11 años y 90,9 por ciento de los adolescentes entre 12 y 14 años.

"La cifra de menores que trabajan en Cuba es estadísticamente despreciable", afirmó el semanario Juventud Rebelde el domingo, aunque no aportó datos reales sobre el fenómeno.

Según una encuesta realizada en 1994 por el equipo de investigadores de Juventud Rebelde, la mayoría de los niños que salen a "buscarse la vida" tendrían entre nueve y 12 años.

Algunos tienen menos de nueve años, y actúan vigilados de cerca por la madre o los abuelos y, aunque casi la mitad de los interrogados al azar vestían normalmente, la mayoría lucían un aspecto "sucio y desarreglado", informaron los autores de la encuesta.

La investigación se realizó en el casco histórico del municipio Habana Vieja, uno de los principales focos de atracción turística de la capital cubana por haber sido declarada en 1982 Patrimonio de la Humanidad.

Sólo 5,1 por ciento de los encuestados por Juventud Rebelde en 1994 confesaron dejar la escuela para ir a los sitios frecuentados por los turistas, mientras 93,5 por ciento respondieron que salían a "ganar dinero" después del horario escolar.

Pasados dos años, el fenómeno comienza a tomar un rumbo más preocupante pues, según la psicóloga Illovis Portieles, miembro del Departamento de Menores del Ministerio del Interior, "lo peor" es que los niños comienzan a desertar de la escuela para dedicarse a cualquier trabajo.

Estudios especializados aseguran que la mayoría de esos menores proceden de hogares incompletos, en condiciones de hacinamiento e inestabilidad económica asociada a la no vinculación laboral de sus familiares que, por lo general, perciben sus ingresos de prácticas ilegales y delictivas.

Además, Juventud Rebelde reconoció la influencia "innegable" de la crisis económica que vive la isla desde 1990 y del crecimiento del trabajo por cuenta propia.

"Hay niños que trabajan para ayudar a sus padres en los pequeños negocios o en labores agrícolas como, el (cultivo de) tabaco o café. Una oposición de plano a ello sería cuestionable", indicó el semanario, aunque advirtió que "esa ayuda" no debe afectar el normal desarrollo del menor.

El trabajo infantil está prohibido por las leyes cubanas como medio de sustento económico y no se puede contratar a menores de 17 años, con la sola excepción de los mayores de 15 que egresan de las escuelas de oficio.

Fuentes del Ministerio de Justicia informaron que, entre modificaciones previstas al Código Penal, se cuentan sanciones a padres o tutores por instigar la mendicidad infantil, pero no por servirse de la ayuda de los menores en la actividad por cuenta propia.

Las reformas al Código incluirán también medidas severas para el caso de explotación sexual o uso de menores en negocios pornográficos, dos conductas de las que se han reportado algunos ejemplos.

De las encuestas se desprende una clara tolerancia de la sociedad ante el trabajo infantil, pese a la preocupación que éste provoca en medios oficiales. Aunque no faltan respuestaa adversas, muchos lo justifican y observan como un mal "inevitable" en medio de una situación económica muy difícil.

"El niño tiene derecho a vivir su etapa. Ya llegará el momento de trabajar", dijo Enith Arlem Prieto, presidenta de la Organización de Pioneros José Martí, y pidió rescatar una vieja frase que repetían los cubanos de generaciones anteriores: "Pobres, pero honrados". (FIN/IPS/da/ff/pr/96

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe