Cuba se colocó una vez más contra Estados Unidos al cuestionar la decisión de ese país de cancelar la visa de ingreso al presidente de Colombia, Ernesto Samper, por supuestos vínculos con el narcotráfico.
El canciller Roberto Robaina calificó la decisión de Washington como un acto "arrogante e injustificable" que, a su juicio, constituye el preludio hacia una nueva injerencia en la política interna colombiana.
"El injerencismo no es sólo contra Cuba", afirmó Robaina y vinculó la posición asumida por Estados Unidos contra Samper con la política dirigida hacia la isla desde 1960.
Las autoridades cubanas dejaron atrás la "moderación" en el lenguaje a la hora de hablar de la administración de Bill Clinton desde que, en febrero, la llamada "crisis de las avionetas" se convirtió en un nuevo foco de tensiones entre los dos países.
Acostumbrada a "no esperar nunca nada bueno de Washington", La Habana, sin embargo, vivió 1995 en un ambiente de distensión en el marco del cual no se descartó la posibilidad del levantamiento del bloqueo estadounidense, instaurado hace más de tres décadas.
El derribo de dos aeronaves civiles por fuerzas aéreas cubanas, el 24 de febrero, echó por tierra toda esperanza y colocó frente a frente a los dos gobiernos en una lucha que sacó a flote todos los viejos rencores.
Junto a las declaraciones del canciller Robaina sobre el caso Samper, la prensa oficial publicó un largo artículo sobre la negativa de las autoridades estadounidenses a colaborar con Cuba en la lucha contra el tráfico de drogas.
"Con semejante actitud se pretende culpar una vez más a los países en desarrollo de la inacción de los principales responsables por la producción y tráfico agigantados de estupefacientes", dijo Robaina sobre la negativa de visa a Samper.
Para las autoridades de la isla la decisión estadounidense, tomada el jueves pasado, sólo limita la voluntad colombiana de enfrentar al narcotráfico, algo considerado "imposible" sin la cooperación real del país que constituye el principal mercado de drogas en el mundo.
La protesta cubana considera la acción contra Samper como un ataque directo al presidente del Movimiento de Países No Alineados y se enmarcan en un pensamiento hegemonista.
El próximo lunes el presidente Clinton deberá decidir si aprueba o no la entrada en vigor, a partir del 1 de agosto, de un capítulo de la ley Helms-Burton que rige las sanciones que se aplicarían contra terceros países o empresas por negociar con Cuba.
Una posible negativa presidencial en respuesta a las exigencias de sus aliados del Tratado de Libre Comercio de América del Norte y de la Unión Europea sólo sería posible bajo la justificación de que el controvertido capítulo afectaría la seguridad nacional de los Estados Unidos.
Expertos locales aseguran que con la aprobación de la ley Helms- Burton Washington puso fin, al menos a mediano plazo, a las esperanzas albergadas en 1995 de una posible mejoría en las relaciones con la isla.
El nuevo foco de tensiones entre Cuba y Estados Unidos gira alrededor de las violaciones al espacio aéreo cubano, el endurecimiento del bloqueo y los intentos de congresistas estadounidenses de origen cubano de implicar a las autoridades de la isla en el tráfico internacional de drogas.
"Washington ha hecho de la violación al derecho internacional una práctica de política exterior, al enjuiciar a otros estados soberanos o legislar contra ellos, hasta arrogarse la gracia del castigo", dijo Robaina.
Para el jefe de la diplomacia cubana procedimientos como la llamada "certificación" en la lucha contra el narcotráfico o la adopción de leyes extraterritoriales como la Helms-Burton no son más que "pruebas adicionales de la prepotencia imperial de los gobernantes de Estados Unidos". (FIN/IPS/da/dg/ip/96