El "comercio limpio" (fair trade), basado en principios de justicia económica y social, representa alrededor de 400 millones de dólares anuales, según fuentes de organizaciones vinculadas a ese movimiento.
Esa diminuta proporción -una centésima parte del uno por ciento del total del comercio mundial- hace difícil imaginar que el movimiento del comercio limpio pueda jugar un papel decisivo en el cambio de la forma en que los bienes son producidos, distribuidos y consumidos.
Sin embargo, los defensores del establecimiento de lazos más directos entre productores y consumidores confían en ejercer un poder catalizador en ese proceso.
John Cavanagh, director de la organización Alianza por un Comercio Responsable, habló ante 70 productores, mayoristas y minoristas internacionales, en la 13 conferencia anual de la Federación del Comercio Limpio celebrada en Washington.
Los defensores del movimiento afirman que los dos mayores obstáculos a la extensión de sus principios a una proporción masiva del comercio internacional son el control de los resortes legislativos que regulan ese comercio y la insuficiente educación del consumidor.
Sin embargo, Cavanagh se apresuró a subrayar que el comercio limpio es un movimiento "muy dinámico", que en los próximos 10 años podría multiplicar por 10 su participación en el mercado mundial.
Sus miembros, según Cavanagh, deben trabajar con sus "aliados naturales" de los sindicatos, las comunidades religiosas, los grupos ambientalistas y otras organizaciones, lo cual representa a millones de personas.
Los consumidores, sin embargo, son el punto crítico en la tarea de transformar la economía mundial, de acuerdo con Cavanagh y otros ponentes que defendieron un comercio más democrático e igualitario.
"El poder que se encuentra detrás de esto son los ciudadanos en su papel de consumidores", dijo Lori Wallach, director del grupo Global Trade Watch, que tiene sede en Washington.
La construcción del necesario mercado de consumo, según este movimiento, exige que el comercio limpio sea promovido, no meramente como un medio para mejorar las condiciones laborales y proteger el ambiente, sino como una "empresa social comunitaria".
Esa empresa social comunitaria debería apoyar el desarrollo de la vivienda, la salud, la educación, las artesanías, los agricultores y otros productores. (FIN/IPS/tra-en/pz/yjc/arl/if/96