Las cancillerías de Colombia y Venezuela se refugiaron hoy en la cautela, para cortar la tormenta causada por declaraciones críticas a los militares venezolanos atribuidas en esta capital al presidente colombiano Ernesto Samper.
Al declarar superada la controversia, los gobiernos sostienen la realización en pocas semanas de una cumbre entre Samper y su par venezolano, Rafael Caldera, quienes no se reúnen en un marco estrictamente bilateral desde 1994.
La ministra colombiana de Relaciones Exteriores, María Emma Mejía, esperada en Venezuela para preparar esa cumbre con su homólogo venezolano, Miguel Angel Burelli, llegará a Caracas el domingo como se previó inicialmente, confirmó a IPS un portavoz de la embajada de Colombia.
En esa sede diplomática, como en la cancillería venezolana, se consideraba que un cruce de aclaratorias ya saldó el incidente, el más reciente en una larga cadena de roces por problemas en la frontera, mientras el comercio bilateral crece sin cesar.
Junto con salvar la cumbre, es visible que las cancillerías actuaron para abortar lo que sería un nuevo frente exterior, principalmente para el gobierno de Samper en conflicto con Washington, y para superar fallas en sus procedimientos.
El incidente se desató luego de que la prensa local informara que Samper dijo al parlamento el sábado que "elementos corruptos de las Fuerzas Armadas de Venezuela" entregaron al menos 300 armas a guerrilleros y narcotraficantes colombianos, en los últimos años, a cambio de dinero o droga.
Además, se le atribuyó decir que buques de guerra venezolanos "detienen y maltratan a pescadores colombianos", en las aguasBurelli de que se siente satisfecho por su procedimiento, los analistas ven el episodio como una evidencia más de la sensibilidad frente a la conducta del gobierno del país vecino y el peso de la ineludible agenda bilateral.
"Lo que pudiéramos llamar incidente noticioso ilustra la sensibilidad e importancia de las relaciones entre Colombia y Venezuela", opinó el ex canciller Simón Alberto Consalvi.
La importancia política producto de la vecindad, historia e intereses comunes se acrecentó con el auge de las relaciones económicas en los últimos cinco años, cuando se cuadruplicó el comercio, estimado en 2.500 millones de dólares para 1996, y crecieron inversiones recíprocas y empresas conjuntas.
Colombia y Venezuela hacen parte de varios acuerdos de integración y, a la cabeza del bloque andino en materia comercial, decidieron coordinar su asociación con el Mercosur.
Pero en el flanco político y diplomático las relaciones son ásperas y llenas de roces, sobre todo desde que en febrero de 1995 guerrilleros colombianos atacaron un puesto fluvial de Venezuela, mataron ocho infantes de marina y robaron armas.
En ese y otros encuentros, irregulares colombianos se apoderaron de armamento de guerra, lo que podría explicar la tenencia irregular de armas venezolanas en Colombia, dijo este martes el ministro de Defensa de Venezuela, general Pedro Valencia.
Caracas reforzó la vigilancia militar fronteriza y demandó de Bogotá medidas equivalentes, con críticas al "abandono del Estado colombiano en su frontera".
La frontera, de 2.219 kilómetros, es pasto para delitos como narcotráfico, secuestros, robo de ganado, contrabando y el accionar de la guerrilla, por lo que Venezuela encabeza la agenda política bilateral con el tema de la seguridad.
Colombia, según el informe de Uribe, orienta su política de fronteras "a fortalecer la integración y el desarrollo", pues a pesar de los obstáculos en seguridad, la colombo-venezolana es la frontera económica más dinámica en la subregión andina. (FIN/IPS/hm/ag/ip/96)
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