CHINA: Preocupa a Beijing la amenaza musulmana en sus fronteras

Una de las principales cuestiones que el presidente chino, Jiang Zemin, abordó en su encuentro con líderes centroasiáticos a principios de julio fue la seguridad fronteriza y la amenaza de los musulmanes opuestos al régimen de Beijing.

Jiang realizó una gira por seis naciones europeas y de Asia Central con un viaje de dos días a Kazajstan, que finalizó el viernes pasado, tras visitar España, Noruega, Rumania, Kirguiztan y Usbekistan.

"China está lista para unirse a Kazajstan y otras naciones centroasiáticas, con miras al siglo XXI, en la búsqueda de una mejor amistad futura, cooperación y desarrollo común", expresó Jiang en un discurso en el parlamento kazajo.

Kazajstan comparte 1.700 kilómetros de frontera con China y, junto con las otras ex repúblicas soviéticas de Kirguiztan y Uzbekistan, tiene una numerosa población musulmana que, según Beijing, apoya a un movimiento separatista en el oeste del país.

Funcionarios chinos de seguridad pública dijeron que el separatismo en Tibet y Xinjiang, la última es sede de una sustancial minoría musulmana en China, es un peligro crucial.

La minoría Uigur Turkic en Xinjiang, sobre el linde occidental chino, viene luchando desde hace décadas para establecer una república independiente.

Los nacionalistas acusan a las autoridades chinas de "asimilación forzada" mediante la supresión de la libertad religiosa y cultural, la planificación familiar y el sofocamiento de la cultura Uigur a través de la migración de chinos Han a la región, procedentes de otras partes del país.

Durante años, la tensión entre la mayoría de chinos Han y la minoría musulmana se mantuvo en ebullición. Entre los aspectos más irritantes de la convivencia figuran la explotación china de potenciales yacimientos petrolíferos y otros recursos en la región, así como el uso de áreas desérticas para hacer pruebas nucleares.

Históricamente, las esporádicas revueltas contra Beijing han sido siempre silenciadas, pero el movimiento separatista ha recuperado fuerzas desde el derrumbe de la Unión Soviética.

Beijing cree que los separatistas están usando la religión como una fachada para ganar adeptos al movimiento nacionalista.

"El nacionalismo Uigur y las actividades religiosas ilegales representan los dos mayores peligros para la estabilidad de Xinjiang", declaró Wang Lequan, secretario regional del partido Comunista, a un diario local.

Beijing había esperado que un nuevo pacto de seguridad entre China, Kazajstan, Kirguiztan, Tayikistan y Rusia, firmado en abril en Shanghai, frenaría los ataques separatistas gestados del otro lado de la frontera.

Según los acuerdos, los cuatro países establecerán una zona desmilitarizada a lo largo de los 8.000 kilómetros de frontera que comparten con China, y mejorarán la cooperación sobre seguridad limítrofe.

No obstante, a raíz de esos convenios, los separatistas Uigur se volvieron todavía más militantes.

La prensa de Hong Kong dió cuenta de un intento de asesinato en mayo contra un líder religioso progubernamental que fue apuñalado y herido en Kashgar, la segunda ciudad de Xinjiang y centro nacionalista Uigur. Otro mullah (jefe) procomunista, Ajenmu Sidker, resultó asesinado.

En junio, el Frente Revolucionario Nacional de Turkestan Oriental, con base en Kazajstan, informó de protestas callejeras en las ciudades de Turfan y Karamay, y aseguró que la violencia había estallado en numerosas poblaciones de Xinjiang.

El grupo islámico dijo que lo ocurrido fue en respuesta a la ola de arrestos, iniciada en abril, de miles de musulmanes que están ahora cautivos en campos en Yanji y Karamay.

El jefe del Buró de Seguridad Pública de Xinjiang, Chen Jinchi, citado por el oficialista China Business Times, dijo que los prisioneros son terroristas, asesinos y otros criminales.

Funcionarios comunistas en Xinjiang temen que el movimiento separatista se haga más organizado y violento, y llamó a ejercer mayor vigilancia contra "extranjeros que usan la religión para fomentar sentimientos antichinos".

La prensa de Xinjiang informó en mayo que los controles fronterizos entre la región y las repúblicas centroasiáticas habían sido reforzados para reprimir el contrabando de armas y las acciones separatistas.

Los gobiernos centroasiáticos, que necesitan desesperadamente desarrollar relaciones comerciales con China, condenaron públicamente las actividades separatistas y prohibieron los movimientos nacionalistas Uigur en sus territorios.

"Todo cataclismo en territorio chino lleva naturalmente a la inestabilidad en toda la región centroasiática", apuntó hace poco en Dujanbe el ministro kazajo de Exteriores, Kazymzhomart Tokayev.

Según Jiang, "oChina está lista para tomar parte activa en iniciativas de los países centro asiáticos destinadas a promover la paz y la seguridad en la región". (FIN/IPS/tra- en/ys/cpg/ego/ip).

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