Novelas sobre aventuras de valientes espadachines, que normalmente gozan de gran popularidad en China, este verano acumulan polvo en los estantes de las bibliotecas porque fueron desplazadas por el último éxito de librería de la temporada: "China puede decir no".
La colección de ensayos compilada por un grupo de jóvenes reporteros, docentes universitarios, poetas y escritores, fue publicada en medio de crecientes aprensiones oficiales que una "invasión" de cultura occidental erosione el tejido moral de la sociedad china.
"China puede decir no", en particular, toma como blanco a Estados Unidos, reflexiona sobre los tensos vínculos bilaterales y examina además una amplia gama de temas, incluyendo comercio, derechos humanos y Taiwan.
A este respecto, el libro critica severamente una tendencia que surge de "afección americana" y previene contra una esclavizante adopción de valores estadounidenses por parte de China.
Los intelectuales aseguraron que la colección de ensayos refleja "una amplia opinión pública" y, mientras no hay cifras de ventas de la publicación, los libreros de Beijing dijeron que el libro sancionado por el estado generó una enorme demanda.
Su publicación se produjo en un momento de creciente nacionalismo en China y complementa una campaña oficial para erradicar los males sociales que, según el ala conservadora del Partido Comunista, han acompañado las reformas económicas del país.
La campaña del gobierno de Beijing contra la invasión de "polución cultural" es similar a la lanzada en Vietnam, donde las autoridades comunistas tambien se están batiendo para erradicar los llamados "males sociales" de abuso de drogas y prostitución, cuyo aumentó tambien fue endilgado al pernicioso influjo occidental.
Las autoridades de Beijing han prohibido el uso de nombres de compañías o actividades promocionales al estilo occidental. Casi el 36 por ciento de las marcas comerciales registradas por firmas domésticas entran en esa categoría, dijo la Administracion Estatal para Industria y Comercio (SAIC).
Según SAIC, el fenómeno refleja la desinformación entre muchos chinos que los bienes y servicios foráneos son de mejor calidad.
Esto puede tener efectos prolongados sobre la psiquis china, dijo SAIC. "Pese a que algunos nombres reflejan las características de negocios occidentales, pueden tener efectos adversos en los niños", previno un vocero de SAIC.
La represión tambien tomó como blancos nombres de productos y campañas de promoción que son calificadas de "vulgares", "feudales" o carentes de sentido, u ofenden "la dignidad nacional china".
Las autoridades ya han ordenado a unas 2.000 empresas domésticas, incluyendo restaurants y clubs nocturnos, de cambiar sus nombres, signos o eslogans.
Un centro de entretenimiento en Wuhan, provincia de Hubei, que incluyó en su título el nombre de "Formosa", el apelativo español del siglo XVII para Taiwan, fue forzado a quitarlo de sus carteles porque era nocivo para los intereses nacionales.
Igualmente, a una compañía que vende una bebida llamada "Concubina" se le ordenó de cambiar el nombre porque parece indicar al publico que puede adquirir "una esposa extra" en la tienda de licores.
Las nuevas iniciativas oficiales reflejan el renovado fervor nacionalista que cunde en el país, pero tambien esta radicado en los primeros años de la civilización china y las enseñanzas de Confucio.
Perturbado por la desunión política y los gobiernos opresivos, el filósofo Confucio (551-449 AC) elaboró un sistema de "vivir correctamente", basado en paz, orden, sabiduría, coraje y fidelidad.
Durante su era y casi dos milenios despues, la cultura china estuvo fuertemente influída por sus enseñanzas, en las cuales el lenguaje era considerado como un poderoso instrumento para mantener el orden, hecho de armonía en los vínculos personales, como tambien entre súbditos y gobernantes.
Comunistas de línea dura dijeron que esos valores en la actualidad se ven afectados por la apertuira china a los "males extranjeros".
Sin embargo, algunos intelectuales dijeron que Beijing está librando una batalla perdida de antemano al tratar de restringir la influencia occidental, en una sociedad que ya ha probado el gusto agridulce de la economía de mercado.
Durante una reciente discusión sobre el fenómeno de la invasión cultural en China, el escritor Chen Jiangong comentó sarcásticamente: "desde su fuente hasta el lugar donde desagota en el mar, el Río Amarillo, la madre de la nación china, saborea el gusto de la Coca-Cola". (FIN/IPS/tra-en/ab/cpg/ego/ip-cr).
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