BRASIL: Economía informal es opción preferida y permanente

La actividad en la economía informal no es pasajera ni precaria, al menos en esta ciudad de Brasil, donde 85 por ciento de los trabajadores por cuenta propia están satisfechos con su ocupación y no se proponen pasar al sector formal.

La conclusión corresponde al Instituto Brasileño de Geografía y Estadísticas (IBGE), que comprobó gran estabilidad en esos negocios informales, que suman 444.420 unidades y ocupan a 554.974 personas en el municipio de Río de Janeiro.

El estudio del IBGE, que el próximo año se extenderá a otras 80 ciudades ciudades brasileñas con mas de 200.000 habitantes, pone en entredicho la convencional imagen de inseguridad de la actividad informal.

El 56 por ciento de los trabajadores por cuenta propia encuestados en Río de Janeiro habían cumplido más de cinco años en su actividad al momento de la investigación, y 30 por ciento llevaban diez años.

Sólo 14 por ciento desempeñaban su ocupación desde menos de un año, y únicamente ocho por ciento dijeron haber sido empujados al sector informal por la pérdida de su empleo en el área formal.

El estudio, comenzado en 1994 y completado este año, fulmina la idea de que el trabajo informal es pasajero y que representa una solución de emergencia hasta que el "cuentapropista" logre un empleo regular, señaló Angela Filgueiras, coordinadora de la investigación.

Esa realidad contrasta vivamente con la inestabilidad de los trabajadores formales en Brasil. Más de la mitad de éstos permanecen menos de dos años en su empleo, según un informe del economista Gustavo Gonzaga, profesor de la Universidad Católica de Río de Janeiro.

Datos del Ministerio del Trabajo indican que, de los 664.000 trabajadores despedidos por la industria, el comercio y el sector de servicios entre agosto de 1995 y marzo último, 58,1 por ciento tenían menos de un año en el empleo y sólo 10,8 por ciento lo ocuparon más de cinco años.

Pero son los ingresos superiores y no estar subordinado a las órdenes de un patrón o jefe los motivos más mencionados por quienes prefieren la ocupación informal.

Así mismo, algunos se enorgullecen del papel que desempeñan en la comunidad. Es el caso de Altino Aragao Farías, de 49 años, un tradicional vendedor callejero de Botafogo, barrio cercano al centro de Río de Janeiro.

Desde hace 16 años, Farías, o el "Bajito", trabaja de 12 a 13 horas diarias en la calle. Inicialmente vendía bisutería, pero luego de sufrir varias tentativas de asalto comenzó a ofrecer empanadas, pasteles y dulces.

Sus ganancias, dijo a IPS, alcanzan a 550 dólares al mes, una cantidad equivalente a cinco salarios mínimos y el doble de lo que percibía trabajando en hoteles, donde preparaba y servía desayunos. Durante algún tiempo compatibilizó las dos tareas, pero desde hace 10 años sólo se dedica a la venta ambulante.

Su sueño era tener una tienda legalmente instalada, aunque lo descartó ante los elevados impuestos y otros costos requeridos. Tuvo "muchas pérdidas" al comienzo, por la represión de los agentes fiscales, aunque ya no es molestado.

Los inspectores municipales sólo le exigieron dejar la avenida en que instalaba su puesto ambulante y trasladarse algunos metros, a una calle transversal.

"La calle me ayuda. Me dio mejores condiciones para criar a mis cinco hijos", ya todos adultos, y "no ser mandado es óptimo", explicó Farías. También le gusta ser conocido y respetado en el barrio y orientar a los transeúntes en materia de direcciones y servicios.

La historia de Farías, que ya tiene seis nietos, es la de muchos migrantes. Hace 18 años dejó un buen empleo en un hotel de Belem, la mayor ciudad del norte de Brasil, atraído por Río de Janeiro.

La calle es la alternativa para el sueldo miserable que gana la mayoria de la población, dijo Farías. "¿Quién puede vivir con un salario mínimo de cien dólares?", argumentó. Pero él piensa volver algún día a preparar desyunos en un hotel, para asegurarse una jubilación.

Alcir Alvim también era apreciado en su barrio. Su muerte, el 25 de junio, mereció un nota en un gran diario local, de homenaje a quien se desempeñó durante 35 años de vendedor ambulante en Copacabana, la playa mas famosa de Río, donde se ganó el apodo de "Mantequilla" , uno de los productos que ofrecía.

El IBGE realizó su investigación con base en la encuesta de n más de 12.000 domicilios y unidades de producción con un máximo de cinco empleados. No incluye actividades delictivas como el narcotráfico ni cuentas ocultas o fraudes empresariales.

La venta ambulante, el comercio hogareño, transportes, manicuría, asistencia en informática, reparación de tuberías y equipos domésticos, animación de fiestas, servicios de alojamiento y alimentación, son algunos de los sectores estudiados.

Las mujeres representan 40 por ciento de las 554.974 personas ocupadas en el sector informal, y de los 444.420 negocios identificados, 91 por ciento corresponden a trabajadores por cuenta propia. Sólo nueve por ciento tienen empleados, y 93 por ciento no figuran en registros oficiales.

El promedio de ingresos por unidad era de 1.131 reales, equivalentes a unos 1.300 dólares al comenzar la investigación, en septiembre de 1994.

No hay gran desigualdad de ingresos y sólo 2,5 por ciento de los negocios informales facturan mas de 5.000 reales, mientras 55,7 por ciento obtienen menos de 500 reales. Pero en el grupo de menores ingresos casi no se cuenta otro costo que la mano de obra. (FIN/IPS/mo/ff/lb/96)

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