BOSNIA-HERZEGOVINA: Cuando la paz de Dayton se equivoca

En ningún lugar la injusticia de los mapas trazados en los acuerdos de paz para Bosnia-Herzegovina es tan evidente como en los territorios de la Federación Yugoslava fronterizos con la entidad serbobosnia llamada República Serbia.

En algunos casos, la ceguera política en el delineado de estos límites fue tan drástica que antiguos vecinos musulmanes bosnios, croatas y serbios fueron obligados a abandonar sus hogares e introducirse en los de otros.

El pequeño poblado de Koraj, en la municipalidad de Celic al noreste de Bosnia-Herzegovina, habitado únicamente por musulmanes bosnios antes de la guerra civil, se convirtió en parte de la entidad serbia bajo los acuerdos de Dayton.

Al mismo tiempo, los pueblos de Lukavica, Mladici, Brezje, Visori y Sibosnica, habitados fundamentalmente por serbobosnios, ahora viven en áreas geográficamente gobernadas por la Federación Croato-Musulmana.

Los políticos firmaron tranquilamente esta "solución", pero la gente en ambos lados de la línea no la aceptaron y reclamaron un cambio de territorios.

Las demandas de población de Koraj son persistentes y fuertes, mientras los serbios, que temen una posible represión a manos de los serbobosnios de línea dura influenciados por su supuestamente ex líder Radovan Karadzic, no son tan vociferantes y hablan de sus deseos solo con sus antiguos vecinos musulmanes.

Los ciudadanos de Koraj piensan que el cambio de territorios es la única solución, pues ése fue su pueblo nativo durante siglos y sus pobladores desarrollaron fuentes lazos con su tierra.

Por eso es que ni un solo ciudadano de Koraj desea vivir en viviendas de los serbobosnios ni en suelo serbobosnio, como los obliga el acuerdo de Dayton. Pero se les ha prohibido vivir en su propio pueblo, que fue demolido y quemado a ras del suelo.

También es verdad que las viviendas serbias asignadas a ellos por el acuerdo de Dayton están intactas. ¿Pero de qué sirve eso si ellos no son sus propietarios? Eso es excactamente lo que sienten, también, los serbios. Todos ellos expresan un deseo: el de vivir en sus propios hogares.

De ese modo, los habitantes de Koraj, otrora trabajadores y ricos, no tienen actualmente casas, ni tierra, y viven de la asistencia humanitaria mientras esperan que los políticos arreglen lo que estropearon.

Pero no son holgazanes, y recorren todas las instituciones del gobierno musulmán en Bosnia en Sarajevo para reclamar una corrección de esta injusticia. Es un esfuerzo inútil, pues ni siquiera la mediación de organizaciones internacionales puede ayudarles.

Si fuera por el gobierno de los serbios en Bosna, sus funcionarios son tan inflexibles que resulta, simplemente, imposible el establecimiento de cualquier tipo de diálogo.

El negociador más duro en Koraj es Dragomir Kerovic, conocido como "Duke", el médico que, con apoyo local, ordenó incendiar las casas de los musulmanes del poblado durante la guerra.

Otro desaguisado ejemplar es el resultado del acuerdo de Dayton en Gorazde, el antiguo enclave musulmán en Bosnia oriental. El mapa otorga Kopaci, suburbio que antes de la guerra estaba poblado únicamente por musulmanes y sede de las fábricas más lucrativas de la región, a los serbios.

Esto significa que los serbios poseen las fábricas, las maquinarias y otros elementos, mientras los musulmanes bosnios tienen los expertos y la fuerza laboral.

El despegue de la producción en unas pocas fábricas en otros lugares del área serbia, como Foca y Cajnice, depende de la producción en Kopaci, al igual que toda la producción minera y química de Bosnia.

Sejo Kuljuh, experto en metalurgia nativo de Gorazde, cree que acabar con algunas de las disposiciones de Dayton es un requisito clave si se pretende que la futura reintegración de Bosnia- Herzegovina sea exitosa.

El ingeniero Veljko Bjelanin está de acuerdo. El es el serbio que fundó la fábrica de cables y permaneció entre los musulmanes en Gorazde con 150 de sus compañeros, en su mayoría trabajadores expertos y educados. "La vida misma confirma que unos no podemos vivir sin los otros, y viceversa", dijo.

Pero "el partido serbio ni siquiera quiere considerar la posibilidad de conversar, y la rechaza con persistencia, lo cual va en su propio detrimento", explicó Bjelanin.

"Sin embargo, en Gorazde, Kopaci y Rogatica, del lado serbio, tenemos gente honesta y valiente que está lista para cruzar al otro lado y negociar cómo iniciar la producción, lo cual es imprescindible para vivir de nuestro propio trabajo y no de la caridad internacional", agregó.

"Pero no somos capaces de romper el hielo de la desconfianza mutua. Necesitamos urgentemente un mediador, alguien capaz de dar el primer paso, alguien que rompa las barreras de la suspicacia. Creo que seremos capaces de negociar el resto", sostuvo el ingeniero.

Bjelanin opinó que "las organizaciones internacionales son inútiles y el Consejo Cívico Serbio de Mirko Pejanovic en Sarajevo no puede hacer nada".

"Ahora, en lugar de vivir y trabajar como seres humanos, todos, de ambos lados, estamos rompiéndonos el cuello para ver si llega un camión con ayuda humanitaria", ironizó.

Difícilmente se podría esperar un cambio abrupto de posturas de políticos que estuvieron sembrando la disensión entre los pueblos durante cinco años, los políticos que no comprenden que innumerables intereses conectan a los pueblos, los políticos que insisten en las divisiones nacionales.

Aun menos puede confiarse en que los políticos obedezcan la voluntad del pueblo que los llevó al poder, aunque sería lo más simple y lo más sabio. Pero la sabiduría siempre fue una materia prima escasa en los Balcanes. – – – – – – – – (*) Dragan Stanojlovic es periodista en Sarajevo de la agencia de noticias independiente Alternativna Informativna Mreza (AIM), y colabora con WarReport, publicación del Instituto de Información sobre la Guerra y la Paz. (FIN/IPS/tra-en/ds/rj/mj/ip pr/96

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