Los artistas de Turquía se unieron en defensa del cineasta Mustafa Altioklar, quien se convirtió en el blanco favorito de los conservadores del país por su interpretación crítica de la antigua historia otomana.
La primera andanada fue disparada por el ex ministro de Cultura Agah Oktay Guner, quien abandonó la cartera a fines de junio, cuando se instauró el nuevo gobierno de coalición que encabeza el islámico Partido del Bienestar.
La exhibición de la película de Altioklar "Estambul bajo mis alas" fue prohibida en muchas ciudades y distritos gobernados por alcaldes conservadores. Pero el público asiste en masa a las salas de cine y el filme conquistó la aclamación de la crítica.
Su banda sonora, incluso, se mantiene desde hace varias semanas en la lista de los diez discos más vendidos en Turquía.
Mientras tanto, muchos artistas comenzaron a presionar en favor del levantamiento de la prohibición que pesa parcialmente sobre la película de Altioklar.
La historia de "Estambul bajo mis alas" se centra en el inventor otomano del siglo XVII Hezarfen Ahmed Celebi, un personaje excéntrico que, de acuerdo con la leyenda que rodea su figura, perdió la vida cuando intentó volar valiéndose de unas alas que adhirió a su propio cuerpo.
En la película, la tragedia de Hezarfen se debió menos al fracaso de su creación que a las intrigas urdidas por las autoridades otomanas contra el inventor.
Altioklar cree que, en la visión del entonces todopoderoso régimen de los sultanes, la batalla de Hezarfen contra los poderes naturales también desafiaba las disposiciones políticas y sociales del Corán que sostenían al Imperio Otomano.
Lo que enfureció a los conservadores de fines del siglo XX no fue la interpretación de Altioklar sobre la vida de Hezarfen ni su lucha contra el orden establecido. Fue la forma como el cineasta retrató al sultán Murat IV lo que los sacó de sus casillas.
Los historiadores conservadores turcos describen al monarca como un inflexible y viril luchador en combate vigoroso y permanente contra la decadencia del Imperio.
En este filme, en cambio, Murat IV se convirtió en un sultán impotente tanto para el amor físico como para la lidia política, con inclinaciones homosexuales, subyugado por sus propios servidores.
"No toleraré que los subsidios del estado se otorguen a quienes difaman nuestra historia. Altioklar empequeñece la magnífica personalidad de Murat IV", dijo Guner cuando aún ocupaba el Ministerio de Cultura. La película, de hecho, había sido parcialmente financiada por esa cartera.
Guner también proclamó que el filme no era auténtico. "El lenguaje que utiliza no está en consonancia con la época", sentenció.
Las quejas del ministro no afectaron la cada vez más abundante afluencia de público a las boleterías. Pero los políticos islamistas y algunos alcaldes formaron un segundo frente contra Altioklar, y, así, la exhibición de la película fue prohibida en varios puntos de Turquía.
"La polémica sobre 'Estambul bajo mis alas' refleja, de hecho, el choque cultural entre los valores del presente y las referencias a la historia antigua", dijo el crítico cinematográfico Hasim Akman.
"Altioklar se refirió indirectamente a la homosexualidad de Murat IV, pero no se habría equivocado si lo hubiera retratado más explícitamente. En el siglo XVII, la homosexualidad masculina era una conducta habitual y no se la consideraba contraria a la moral establecida", agregó Akman.
El crítico recordó que, de acuerdo con documentos históricos, no solo Murat IV estuvo involucrado en relaciones homosexuales, sino también Mehmet II, el conquistador de Estambul. "Escribió páginas y páginas de poemas a su amante masculino bajo el seudónimo Avni", sostuvo.
Akman, incluso, mencionó cuentos populares de la época en los que la homosexualidad era un elemento común. Pero Guner cree que una película patrocinada por el gobierno debe adherir a la historia oficial, que rechaza las miradas suspicaces sobre el Imperio Otomano.
La protesta del entonces ministro fue respaldada por el alcalde islamista de la ciudad de Kayseri, Sukru Karatepe, quien prohibió la exhibición del filme pues "podría producir disturbios y herir la conciencia del público". Otros gobernantes siguieron el ejemplo de Karatepe.
El cineasta Atif Yilmaz se enfureció. "La prohibición de una película no se cuenta entre las atribuciones de un alcalde. Todos los filmes son controlados por un comité oficial de censura y los alcaldes no pueden efectuar ningún tipo de control", afirmó.
"La censura no es algo nuevo. Pero la prohibición de una película que se ambienta en épocas controvertidas de la historia nacional refleja, sencillamente, pánico", dijo el afamado actor Halil Ergun.
"Cuando la libre expresión de opiniones se restringe o prohíbe, no queda espacio para la creación artística", reaccionó Erdogan Adkuman, dirigente de la Asociación de Actores Cinematográficos.
El ataque conservador contra la película de Altioklar originó una campaña en todo el territorio de Turquía en solidaridad con el cineasta y en favor de medidas de protección de la libertad de expresión.
"Está en cuestión si Guner fue ministro de Cultura o ministro de Enemigos de la Cultura", reza una declaración firmada por un grupo de intelectuales y artistas.
"El director tiene derecho de presentar su versión de la historia. Después de todo, no es un historiador sino un artista, aunque Altioklar procuró ser tan veraz como pudo", afirmó el crítico Tugrul Eryilmaz.
De acuerdo con el columnista conservador Altemur Kilic, "los directores deben ser libres para hacer las películas que deseen". "Pero nosotros tenemos derecho a criticar, incluso a través de los subsidios que se aportan para esas creacciones", advirtió.
Ergun replicó que "todos los ámbitos de la creación han sido atacados, y así como los conservadores construyen su frente reaccionario, sus adversarios deben enfrentarse a ellos y unirse en lucha". (FIN/IPS/tra-en/nm/hvdb/mj/cr/96