(Artes y Espectáculos) ECUADOR: Una película predestinada

"Entre Marx y una Mujer Desnuda", segundo largometraje del ecuatoriano Camilo Luzuriaga, es una película predestinada a la polémica que intenta enfrentar el gusto del público, según su director.

"No me interesa ser complaciente con el público", dijo a IPS Luzuriaga, frente a la reacción, que incluye tanto críticas como alabanzas, provocada por el estreno de su película en Quito.

"La película no esta hecha para los que van a ver 'Robocop' o otra de estilo norteamericano", puntualizó Luzuriaga, quien se dió a conocer internacionalmente con "La Tigra", un filme que escribió y dirigió y que obtuvo en 1990 el premio del Festival de Cartagena.

En "Entre Marx y una Mujer Desnuda", que está basada en la novela homónima de Jorge Enrique Adoum, "hay un interlocutor, que somos los intelectuales, aquellos que alguna vez consideramos tener responsabilidad sobre el destino del mundo y ahora nos declaramos irresponsables", agregó.

La película remite al espectador a la década de los 60, cuando Ecuador estaba sometido a un régimen militar, y utiliza los sueños literarios de un escritor comprometido con un partido de izquierda para narrar las vivencias de una generación.

"Una historia aburrida", "Un guión que se estancó en la época en que se desarrolla la historia" y "Un compendio de imágenes hermosas y nada más", son algunas críticas que mereció en Ecuador la única producción nacional realizada después de "La Tigra".

"Las mismas personas que critican esta película por panfletista y poco comercial", comentó este cineasta de 43 años de edad, "son las que antes criticaron 'La Tigra' por ser una cinta comercial".

Más que una visión nostálgica de la militancia izquierdista, "que muchos consideraron repulsiva", es una "mirada autocrítica y dolorosa de lo que fuimos y dejamos de ser", según Luzuriaga. Es por esa razón que la obra provoca "posiciones acaloradas, absolutamente a favor o absolutamente en contra", apuntó.

La película expresa "una posición, un punto de vista del mundo", explicó el cineasta.

"De repente nos encontramos en una época sin solución, no hay solución para el Tercer Mundo, no hay solución para América Latina, el mundo no tiene solución y es preferible declararnos irresponsables ante los problemas que enfrenta la humanidad y que enfrentamos como intelectuales", agregó.

En 1990, año en que se estrenó "La Tigra", nació el proyecto de "Entre Marx y una Mujer Desnuda", cuya filmación comenzó en julio de 1992.

"Fueron tres etapas de rodaje que concluyeron en 1995 y posteriormente tardamos un año y medio en edición, sonorización y musicalización", comentó Mariana Andrade, productora ejecutiva de la película.

Andrade observó que el demorado proceso de producción dio pie a las críticas más severas. "Nos han dicho, '¿Tanto tiempo de espera para ver este producto?. Pudieron tardarse la mitad y obtener el mismo resultado".

Pero la realización del filme llevó "el tiempo justo para tener el producto que queríamos y el que perdimos en buscar financiamiento, que en este país no es fácil de conseguir", dijo Andrade.

"Somos un país tercermundista sin tradición cinematográfica ni industria fílmica. Cualquier intento por hacer cosas nuevas lleva tiempo y, con mayor razón, el cine", manifestó la productora ejecutiva.

"Entre Marx y una Mujer Desnuda" tuvo un costo total de 400.000 dólares, mientras la producción de "La Tigra" exigió una inversión de 150.000 dólares.

Es una película de época "que se desenvuelve en tres locaciones distintas. Hay ciudades, comunidades indígenas, aviones, trenes y caballos, y esto requiere recursos humanos y económicos", continuó Andrade.

Para financiar el rodaje se enviaron propuestas de coproducción a Francia, España y Estados Unidos, "pero a nadie le interesaba trabajar con Ecuador, eso es una realidad", según Andrade, pues "no tenemos un mercado que ofrecer".

La mitad de los recursos financieros fue obtenida de la venta de 200.000 acciones de la sociedad productora, a 100 dólares cada una. Las acciones fueron vendidas a amigos, vecinos y parientes, pero lo importante "es que, con esto, inventamos una manera de hacer cine", señaló Andrade.

El apoyo de la industria privada, del Poder Legislativo, que destinó 70.000 dólares al proyecto, y de otras fuentes nacionales, representó sólo "aportes individuales", que no bastan para conformar "una política hacia el arte", agregó.

Pero Luzuriaga admitió que "Entre Marx y una Mujer Desnuda" debe defenderse por sí sóla. "No se puede llegar a un festival y decir: 'Disculpen, pero los errores de esta película se deben al financiamiento".

El cine ecuatoriano "no tiene padre, yo no tengo padre, tengo hermanos y primos que he encontrado en el cine latinoamericano y que nos han impulsado a hacer nuestra propuesta", advirtió el director.

"Conozco la literatura de mi país, su música, su danza, su pintura y a toda su cultura que, a fin de cuentas, es la materia con la que trabajo, y si algo se puede decir es que en la película está reflejado mi país y su realidad", concluyó Luzuriaga. (FIN/IPS/mg/ff/cr/96)

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