Si el presidente argentino Carlos Menem hubiera abandonado el gobierno al finalizar su primer mandato, en mayo de 1995, probablemente su gestión habría pasado a la historia más por sus aciertos en lo económico que por sus errores.
Los festejos por la reelección ocultaron entonces los primeros signos de desgaste, manifestados por la recesión y por las disputas entre el presidente y el ahora ex ministro de Economía Domingo Cavallo.
El año de la reelección, 1995, fue también el momento de la plena recesión que siguió a la crisis mexicana. Cayó la actividad económica y se consolidó el desempleo, que hoy afecta a 17,1 por ciento de los trabajadores.
Este año no empezó mejor. Los escándalos de corrupción en áreas controladas por Cavallo -Aduana, Banco de la Nación Argentina, Dirección General Impositiva- acapararon la atención de la opinión pública en primer lugar, y luego, el caso de la venta ilegal de armas argentinas a Ecuador.
El respaldo de 50 por ciento de los votantes a Menem en mayo de 1995 declinó ahora. El oficialismo apenas obtuvo 19 por ciento de votos en los comicios celebrados hace un mes en Buenos Aires.
Si bien no se trató de una elección nacional, ni estuvo en juego la permanencia de Menem en el poder, el resultado fue interpretado por muchos analistas como manifestación de malestar de la capital.
A partir de entonces, el presidente cambió de estrategia. Anunció a su gabinete que no buscaría ser reelecto por segunda vez, y poco después, aceptó la renuncia del ministro de Justicia, Rodolfo Barra, acosado por las revelaciones sobre su pasado como activista antisemita.
Una semana más tarde, Menem, que había sido reacio a los cambios en el gabinete, aceptó otra dimisión, la del ministro de Defensa, Oscar Camilión, convocado por la justicia para que aclare su participación en la venta de armas a Ecuador.
La venta se realizó a principios de 1995, cuando Ecuador y Perú combatían por el control de un sector de la frontera común y Argentina participaba del esfuerzo internacional por poner fin al conflicto.
El relevo de Cavallo, resuelto el viernes, sumó un tercer episodio en sólo un mes y los analistas políticos aseguran que no puede tratarse de una casualidad. Mas aún, muchos coinciden en que la depuración aún no ha terminado, si de limpiar la cara del gobierno se trata.
"Menem golpeó en el límite, cuando percibió su propio deterioro político decidió echar a Cavallo. La última pelea fue el detonante", explicó este sábado un columnista político del matutino Clarín, de Buenos Aires.
"Menem comenzó a declinar en los índices de popularidad, arrastrado en parte por Cavallo, cuya estrella comenzó a apagarse después de las elecciones de 1995", agregó el periodista Eduardo Van der Kooy.
La imagen del presidente en las encuestas descendió hasta 17 por ciento desde su reelcción, y la de Cavallo, considerado garante del modelo de libre convertibilidad del peso argentino, pasó de 50 por ciento en vísperas de la reelección de presidente a 22 por ciento poco antes de su despido.
Consolidada la estabilidad económica -principal logro de la dupla Menem-Cavallo- y transferidas las empresas públicas al sector privado, la población exige una mayor distribución de la riqueza y la recuperación del empleo, mejores servicios y menos corrupción.
Desde que el impacto de la crisis mexicana afectó a Argentina, también reclama la reactivación económica, que se posterga.
El auge del consumo, que tuvo su clímax en 1993-1994, dio paso a la retracción de las compras, el crédito y el empleo, una recesión que erosiona el sustento del plan económico, el mismo que erradicó la inflación.
Los síntomas de malestar social se desataron esta semana, la última de la gestión de Cavallo, cuando se produjo la amenaza de saqueo a supermercados y distintos sectores sindicales anunciaron una manifestación callejera y un paro general contra el nuevo reajuste propuesto por el ministro de Economía.
Sin embargo, el economista Roberto Alemann, que rechazó la oferta de Menem de reemplazar a Cavallo, había dicho a IPS una semana antes que el modelo no estaba agotado, sino todo lo contrario.
La renuncia de Cavallo y su sustitución por Roque Fernndez, ex presidente del Banco Central, demuestran que, en cualquier caso, la población está agotada, y que el presidente lo ha entendido, aunque con cierto retraso. (FIN/IPS/mv/ff/ip if/96