Las nuevas medidas de ajuste en Argentina expresan para algunos expertos el agotamiento del modelo económico, aunque según otros, responden con ortodoxia a los pilares del plan aplicado desde 1991: equilibrio fiscal y respeto a los acuerdos con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
El gobierno anunció este mes una serie de decisiones que apuntan contra los asalariados y la clase pasiva. A los primeros se les quitan los pagos por nacimiento, hijo en edad escolar y otras asignaciones, y los jubilados verán reducido en 20 por ciento el presupuesto de la institución que les presta servicios de salud.
De esa manera, la administración de Carlos Menem pretende remontar el déficit fiscal, que alcanzó a 2.508 millones de dólares en el primer semestre de este año, un desequilibrio superior en 1.000 millones al desbalance admitido en los compromisos con el FMI.
En diálogo con IPS, el economista Eduardo Curia consideró que "las medidas tienen un carácter de inequidad social pavoroso" y además, "no cumplen con ninguno de los objetivos que persiguen", básicamente la mayor recaudación, el menor gasto público y un consecuente equilibrio de las cuentas fiscales.
"El balance es desgraciado, y si uno suma los efectos de estas medidas se da cuenta que el modelo (económico) está agotado, que no tiene capacidad de relanzamiento ni de dar respuesta a ninguno de los problemas de Argentina", dijo Curia.
Agregó que su tesis esta siendo avalada "por el común de la gente".
Los principales problemas que arrastra la economía argentina son un desempleo de 17,1 por ciento de la población activa y la lenta recuperación de la actividad económica tras la crisis provocada por el colapso mexicano de 1994.
El llamado "efecto tequila" se tradujo el último año en Argentina en un retroceso de cinco por ciento del producto interno bruto.
Sin embargo, no todos los economistas piensan como Curia. Aún entre quienes creen que las medidas adoptadas este mes por el ministro de economía Domingo Cavallo no fueron las más acertadas, muchos están convencidos de que el esquema de la convertibilidad es la única alternativa posible y justifican la rigidez en la necesidad de mantener a rajatabla la confianza externa.
"El modelo económico argentino pasa por un momento muy difícil, pero no está agotado", aseguró a IPS Mario Vicens, de la consultora Macroeconómica. "El problema es que la recuperación de la actividad no es lo suficientemente rápida y eso repercute en desequilibrio fiscal", explicó el economista.
Tal como observan numerosos analistas, la recuperación de los depósitos bancarios, que aumentaron 10 por ciento en lo que va del año, no se corresponde con el escaso incremento del crédito (tres por ciento), que se debe a la falta de confianza de los banqueros y al temor a la pérdida de la fuente de ingresos por parte del tomador.
"Mantener el equilibrio fiscal y respetar los acuerdos con el FMI son requisitos indispensables para mantener la confianza, porque el nivel de actividad en Argentina depende hoy del financiamiento externo, y para que ese financiamiento sea accesible y barato hay que cumplir con el FMI", advirtió Vicens.
Para el economista, si Argentina quisiera aliviar su dependencia del ahorro externo, debería hacer un ajuste tan grande para obtener recursos que le permitan pagar su deuda externa, que los costos sociales y el malestar serían aún mayores que ahora.
La deuda externa pública argentina superó los 88.000 millones de dólares éste año, un monto 41 por ciento superior al de 1989, cuando Menem comenzó su primer periodo en el gobierno. Si se suma la deuda privada, el total sobrepasa los 100.000 millones.
Sólo en el primer trimestre, el nuevo déficit entre lo que el Estado tomó en préstamo y los vencimientos que canceló fue de 1.049 millones, un fenómeno que preocupa a los que ven la evolución de la economía argentina muy ligada a su endeudamiento, pero no tanto a quienes creen que la dependencia financiera es coyuntural.
Vicens admite que esa dependencia externa "no puede ser eterna", pero que por el momento, Argentina debe "ganar tiempo", pidiendo dinero mientras sigue el proceso de maduración de las inversiones, de la reforma del Estado y de las políticas de recorte del gasto público.
"El problema es que no hay opción. Es difícil pronosticar hasta cuando, pero por el momento, la gente sigue sintiendo temor por el pasado de hiperinflación y cree que la alternativa de salir de este modelo sería más traumática y costosa que permanecer en él", dijo Vicens, en oposición a Curia.
En el mismo sentido se pronunció Roberto Alemann, un economista mencionado en diversas oportunidades como eventual sucesor de Cavallo al frente del Ministerio de Economía.
"Yo no veo ningún síntoma de agotamiento del modelo. Todo lo contrario, veo que las medidas anunciadas ratifican este sistema que reposa sobre la necesidad del equilibrio fiscal. Nunca habrá consenso total sobre las medidas a aadoptar, pero el modelo aquí no está en discusión", afirmó Alemann a IPS.
El economista admitió que el gobierno se endeuda cada vez más, pero sostuvo que la raíz del problema es fiscal. "Es el déficit fiscal el que obliga al gobierno a tomar nuevos fondos del exterior, pero el problema sigue siendo fiscal", aseguró.
Habrá que esperar la evolución de las variables macroeconómicas y el efecto que las medidas tendrán en el comportamiento de los distintos sectores de la sociedad en el mediano plazo. (FIN/IPS/mv/ff/if/96)