Cumplido el primer semestre del año, el panorama económico de América Latina muestra a Venezuela como la excepción con sus desbordes inflacionarios, mientras en los demás países los precios asumen tendencias a la baja o por lo menos a la moderación.
Pese a que el índice de precios al consumidor (IPC) venezolano disminuyó en junio con respecto a mayo, en la proyección anualizada superó los tres dígitos y llegó a 108,1 por ciento, fenómeno que no se veía en la región desde 1994.
Argentina continúa siendo el anverso de Venezuela como paradigma de la deflación, y al culminar junio presentó uno de los índices menores de todo el mundo con una tendencia anual de – 0,1 por ciento.
En Brasil, la política antinflacionaria del gobierno de Fernando Henrique Cardoso avanza sin prisa y sin pausa, para situarse en proyecciones anuales del orden de 12 por ciento, según la mayoría de los institutos de medición.
Venezuela tuvo en 1995 una inflación de 56,6 por ciento, mientras que en Argentina el IPC del último año marcó 1,6 por ciento y en Brasil 14,78 por ciento, tasas que en estos dos últimos casos bajarán en 1996.
En el otro "gigante" latinoamericano, México, no se ha difundido aún el índice inflacionario oficial de junio, pero la tendencia apunta a una tasa semestral del orden de 15 por ciento, comparable de manera favorable con 1995.
En efecto, como secuela del "tequilazo", la economía mexicana tuvo el año anterior la segunda inflación más alta de América Latina, de 51,72 por ciento, que en 1996 se reduciría a las cercanías del 30 por ciento.
Así como el caso mexicano determinó en 1995 una amplia operación de salvataje del sistema financiero multilateral, ahora Venezuela comienza a recibir el virtual salvavidas del Fondo Monetario Internacional (FMI).
El martes último, pocas horas después de que se entregara la cifra oficial de inflación anualizada de tres dígitos, el gobierno de Rafael Caldera anunció que espera para dentro de una semana la aprobación en el FMI de un préstamo de contigencia de 900 millones de dólares.
Caldera y su ministro de Planificación, Teodoro Petkoff, apuestan a una pronunciada caída de la inflación en el segundo semestre, para bajar en diciembre a dos por ciento el IPC mensual, que en mayo fue de 12,6 y en junio de 7,1 por ciento.
En Chile, el ministro de Hacienda, Eduardo Aninat, ratificó a fines de junio la meta de inflación de 6,5 por ciento en 1996, pese a que al culminar el semestre la tasa anualizada fue de 8,3 por ciento, una décima por sobre el IPC del año pasado.
Mientras los chilenos esperan repetir anteriores experiencias de bajas de la inflación en el segundo semestre, en Colombia se observa un continuismo en materia de precios, con un IPC que apunta este año a 19 por ciento, tasa similar a la de 1995.
Paraguay también tiende a mantener este año un IPC en torno a 10 por ciento, en tanto Uruguay, con una proyección anualizada a junio de 28,2 por ciento, tiene firmes perspectivas de rebajar la inflación de 35,4 por ciento de 1995.
De vuelta a la subregión andina, Bolivia ha logrado rebajar casi en un punto el IPC que el año pasado superó la tasa de 12 por ciento, mientras Perú, al contrario, tiende a situarse un punto por encima de la inflación de 10,20 por ciento que tuvo en 1995.
Ecuador, en vísperas de la decisiva segunda vuelta de las elecciones presidenciales de este domingo, registró una inflación semestral de 12,5 por ciento y una anualizada de 22,76, similar al 22,80 por ciento del año pasado.
De acuerdo a los datos disponibles hasta este viernes, en Guatemala la baja tasa de junio, de 0,6 por ciento, contribuyó a disminuir a 10,3 por ciento la inflación interanual, acercándola al porcentaje de 8,6 por ciento de 1995.
En síntesis, si Venezuela logra efectivamente controlar sus precios, América Latina podría ganar durante el segundo semestre nuevas posiciones en la lucha antinflacionaria, en la que viene mostrando éxitos desde 1994. (FIN/IPS/ggr/dg if/96
