AMERICA LATINA: El caso Samper y las elecciones en Estados Unidos

El retiro por Estados Unidos de la visa de ingreso al presidente de Colombia Ernesto Samper fue considerado una evidencia más de que en ese país la diplomacia política ya no cuenta nada comparada con la diplomacia empresarial impulsada por las transnacionales.

La observación fue efectuada por un experimentado diplomático brasileño retirado, ex embajador en Washington.

La Casa Blanca está subordinada a los intereses político- electorales domésticos, mientras a la diplomacia empresarial la orienta una visión global, estimó.

Quizas ésa sea una de las razones por las cuales la sanción impuesta a Samper, de hecho igualado a los narcotraficantes, y la aplicación de la ley Helms-Burton, que castiga a a quienes comercien con Cuba, no hayan sido tomadas muy en serio en América Latina.

Una y otra sanción están claramente motivadas por intereses locales vinculados a las elecciones presidenciales de noviembre, cuando el presidente Bill Clinton intentará renovar su cargo por cuatro años.

Clinton necesita los votos de la derecha estadounidense y de los exiliados cubanos ultraconservadores.

Es normal en una campaña electoral que los candidatos conduzcan una obsesiva caza al voto y no reparen en cuestiones de lógica y coherencia en materia de política exterior.

Cuando eso ocurre en un país como Estados Unidos, la primera potencia mundial, todas las demás naciones, especialmente las del Tercer Mundo, quedan de alguna forma cautivas de una guerra electoral que les es ajena.

Lo nuevo es que las empresas transnacionales estadounidenses ya no siguen incondicionalmente al presidente de turno, como ocurría en los tiempos de la Guerra Fría.

La estrategia empresarial actual es de más largo plazo y, en la era de la globalización, otorga escasa importancia a fronteras y autonomías nacionales.

Así, lo que queda claro en el episodio Samper es la creciente dicotomía entre las decisiones de Washington y las de Wall Street, el corazón empresarial de Estados Unidos.

Mientras Clinton hace gran ruido electoral con sus sanciones externas, las transnacionales, silenciosamente, continúan con sus negocios, porque saben que pasados los comicios de noviembre todo retornará a la normalidad.

También los gobiernos latinoamericanos se han dado cuenta de ello, lo cual explica su tímida reacción a la controvertida medida contra Samper.

En otras épocas, la actitud de Clinton habría sido calificada de acto imperial, ya que el presidente estadounidense decidió sancionar sin evidencias concretas a una persona absuelta por el Congreso de su propio país.

Para ganar votos en casa, Clinton alimentó el nacionalismo en Colombia y aumentó la desconfianza en diplomacia del Departamento de Estado.

Por otra parte, generó una oportunidad para una respuesta colombiana, como lo evidenció la amenaza del gobierno de Samper de divulgar la lista de empresas bajo sospecha de mantener relaciones con el narcotrafico, lo cual podría crear situaciones comprometidas a algunas transnacionales. (FIN/IPS/cc/dg/ip/96

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