AMERICA LATINA: A la zaga tecnológica de los tigres asiáticos

América Latina y el Caribe se mueven en dirección correcta pero con lentitud en la especialización tecnológica de sus exportaciones y quedan a la zaga de los "tigres" asiáticos, según la Organización de Naciones Unidas.

No obstante, las dos áreas redujeron en los últimos años la brecha tecnológico-comercial con el poderoso Grupo de los Siete (G- 7) y con los países europeos de reciente industrialización, entre los que se cuentan algunas ex naciones socialistas.

La baja inversión en innovaciones de la empresa privada es señalada como una de las causas del atraso ante los tigres asiáticos, en el estudio preparado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), que tiene sede en Santiago de Chile.

El informe es obra de los expertos Ludovico Alcorta y Wilson Peres, de la unidad conjunta de CEPAL y la Organización de Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI).

Alcorta y Peres distinguen entre Corea del Sur, Hong Kong, Singapur y Taiwán, los cuatro tigres asiáticos tradicionales, cuya ventaja tecnológico-comercial sobre América Latina es conocida, y los llamados "tigres potenciales".

Ese segundo grupo, que incluye a China, Indonesia, Malasia y Tailandia, mostraba en 1987 un índice de especialización tecnológica (IET) bastante inferior al de América Latina y el Caribe, pero ya en 1994 logró igualar a esta región.

El IET mide el promedio entre la participación que un país o grupo de países tienen con productos de alta y media tecnología, por una parte, y de baja tecnología, por otra, en los mercados de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE).

La OCDE reúne a las 24 economías más ricas del mundo y representa por tanto el área más propicia para la colocación de bienes con alto valor agregado, por el nivel de ingresos y la experiencia de sus consumidores.

El mayor incremento de la IET en América Latina y el Caribe corresponde a México, que logró pasar de 0,50 a 1,63 entre 1977 y 1994, sobre todo gracias a la instalación en su territorio de las llamadas zonas de procesamiento de exportaciones.

El avance tecnoógico mexicano se basa en un reducido número de productos: vehículos y repuestos automotores, equipos y aparatos de distribución eléctrica, motores de combustión interna y equipos de televisión y telecomunicaciones.

Las zonas de procesamiento de exportaciones, o maquilas, no tienen, sin embargo, vínculos fuertes con toda la economía mexicana, aunque su importancia aumentó con el ingreso del país al Tratado de Libre Comercio de América del Norte, advierte el estudio.

El IET de Brasil fluctúa entre 0,22 y 0,32 en los 18 años que abarca el estudio, y Argentina muestra también altibajos, desde 0,12 en 1977 a 0,09 en 1994.

El IET promedio de la región en 1994 fue cercano a 0,50, pero si se excluye a México, permanece constante en los 18 años en torno de 0,10, un índice similar al que presentaban en 1977 los tigres potenciales, señala el estudio.

Según Alcorta y Peres, para América Latina "la meta de avanzar hacia productos de mayor valor agregado en la estructura de sus exportaciones ha resultado ser tan esquiva como lo fue durante el período de industrialización basada en la sustitución de importaciones".

La razón es simple: la región sigue teniendo en los productos naturales y materias primas sus mayores fuentes de ingresos por ventas externas, mientras que el G-7 y sus competidores asiáticos evolucionaron en los últimos años a áreas de especialización tecnológica.

Los cuatro tigres asiáticos transitaron desde los textiles, calzados, vestuario y juguetes a equipos de telecomunicaciones, de procesamiento automático de datos y a artículos electrónicos de uso doméstico.

Los expertos de CEPAL y ONUDI anticipan que hacia finales de siglo, los tigres tendrán la misma estructura exportadora de los miembros del G-7, mientras los tigres potenciales exhiben un ritmo todavía más rápido de especialización.

China, Indonesia, Malasia y Tailandia, hasta hace poco vendedores de productos agrícolas primarios y derivados de petróleo, tienen también hoy una oferta de equipos de procesamiento de datos, de telecomunicaciones y electrodomésticos.

Si se exceptúa el caso de México, "América Latina y el Caribe tienen poco que mostrar desde el punto de vista de la modernización y desarrollo de industrias de mayor contenido tecnológico con capacidad de competir en los mercados internacionales más exigentes".

Junto a esa comprobación, el estudio CEPAL-ONUDI advierte que la capacidad de la región de exportar bienes con especialización tecnológica es la misma en el actual decenio de estabilización macroeconómica que durante la "década perdida" de los 80.

En 1990 había en el mundo 5.223.614 científicos e ingenieros dedicados a investigación y desarrollo, de los cuales correspondían a América Latina y el Caribe sólo 162.930, mientras todo el mundo en desarrollo reunía 759.816.

El gasto por profesional dedicado a la investigación y desarrollo era en el mismo año de 86.643 dólares en el mundo y de 17.554 dólares en esta región, una cantidad inferior al promedio de 24.118 dólares de todos los países en desarrollo.

El porcentaje del producto interno bruto dedicado al gasto en investigación y desarrollo y a ciencia y tecnología, siempre según datos de 1990, es de 0,93 en Cuba, 0,78 en Brasil y 0,71 en Chile, los tres países latinoamericanos de mayor inversión en esas áreas.

América Latina y el Caribe difícilmente ganarán la carrera por la especialización tecnológica y comercial mientras mantengan un gasto agregado tan reducido en investigación y desarrollo en comparación con los países asiáticos, señala el estudio.

Los científicos y demás profesionales dedicados a investigación y desarrollo no cuentan en la región con los recursos adecuados para realizar sus actividades, indican asimismo Alcorta y Peres.

Agregan que alrededor de 80 por ciento del gasto total en esas áreas es financiado por el Estado y la mayor parte del mismo se destina a investigación básica en las universidades, lo cual no favorece la modernización tecnológica en las empresas.

De ahí surge la conclusión más determinante: el lento ritmo de especialización tecnológica de las exportaciones regionales se debe en alto grado a que los empresarios privados no invierten en innovaciones. (FIN/IPS/ggr/ff/if/96

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