El aumento de la producción de gases invernadero podría provocar un marcado incremento mundial en los casos de asma y alergia respiratoria, de acuerdo con un polémico estudio canadiense.
Todos los estudios sobre los gases invernadero se han concentrado en los impactos ambientales, "pero ninguno prestó atención a los efectos sobre la salud humana", señaló John Klironomos, profesor de botánica de la Universidad de Guelph, de Ontario.
"Lo que pretendo destacar es que precisamos relacionar el aumento de la producción de estos gases con las enfermedades respiratorias", dijo Klironomos a IPS.
El estudio del científico se concentró en el dióxido de carbono, uno de los más comunes de los llamados "gases invernadero" o gases derivados de la actividad industrial y la quema de combustibles fósiles.
El experimento consistió en exponer hongos exteriores que normalmente provocan alergias y asma a un ambiente artificial con el doble de dióxido de carbono que el existente actualmente en la atmósfera terrestre. De acuerdo con las predicciones de los científicos, estos gases se duplicarán para mediados del próximo siglo.
Algunos académicos recibieron con escepticismo la teoría del científico canadiense.
"No niego que los niveles de hongos aumenten junto con el dióxido de carbono, pero no creo que esto tenga un efecto directo sobre la salud humana", manifestó Harriet Burge, de la Facultad de Salud Pública de Harvard, Estados Unidos.
"En lugar de ello, creo que el efecto ambiental podría provocar un impacto indirecto sobre la salud", dijo Burge a IPS.
La alarma por el probable incremento del dióxido de carbono y otros gases se ha centrado en el efecto ambiental conocido como calentamiento terrestre.
Los científicos afirman que este calentamiento provocará el deshielo de las capas polares causando la inundación de áreas bajas y modificará los patrones climáticos, con excesivas lluvias en algunas regiones y sequías en otras.
Además, se ha probado que niveles excesivos de dióxido de carbono hacen que las plantas crezcan más pero disminuyen su cantidad de nutrientes y también vuelven más lenta su descomposición, lo cual altera la nutrición de los suelos.
Hasta ahora, sin embargo, ningún estudio se había concentrado en los efectos del dióxido de carbono sobre el moho y los hongos. La investigación de Klironomos ofrece nuevas perspectivas.
El científico canadiense descubrió que el incremento del nivel de dióxido de carbono hace que los mohos y hongos asociados al asma y la rinitis alérgica produzcan del doble al cuádruple de esporas que lo normal. El estudio considera a las esporas "el agente causal" de las enfermedades respiratorias.
"Realmente no sabemos cuál será el resultado de esta cuadruplicación de esporas", puntualizó Klironomos. "No existe una relación directa causa-efecto", y es posible que el aumento de los gases no afecte o sólo afecte marginalmente el nivel de alergias respiratorias, aclaró.
Pero también es posible que la cuadruplicación de esporas provoque una cuadruplicación del número de casos de alergias respiratorias, del actual 20 por ciento al 80 por ciento, y esto traería aparejados enormes costos de salud pública, advirtió.
Sin embargo, la experiencia demuestra que los niveles de moho y hongos exteriores no constituyen un factor importante en la ocurrencia de asma y alergias respiratorias, señaló Burge.
"Más asmáticos son alérgicos a los ácaros domésticos que a las esporas exteriores", indicó la científica.
El estudio de Klironomos sugiere que el aumento de los niveles de dióxido de carbono ya provocó un incremento en los casos de alergia y asma en algunas partes del mundo, y que, como el dióxido de carbono se dispersa rápidamente por la atmósfera, su efecto sobre la producción de esporas sería mundial.
Pero Burges argumentó que esta teoría no está de acuerdo con los patrones del incremento de los casos de asma y alergia. En Estados Unidos, por ejemplo, el aumento de estas enfermedades no afectó a toda la población, sino a los sectores más pobres y a las personas expuestas a compuestos químicos y gases de escape.
Pese a sus "reservas" sobre las implicaciones del estudio de Klironomos, Burges destacó que el efecto del aumento del dióxido de carbono sobre la producción de esporas constituye un hallazgo preocupante y una razón más para controlar la emisión de gases invernadero.
"Si va a afectar el planeta, esa es razón suficiente para hacer algo, independientemente de su impacto sobre la salud humana", destacó Burge. "No se puede cambiar el ecosistema tan dramáticamente sin producir algún efecto perjudicial", agregó. (FIN/IPS/tra-en/sd/yjc/ml/en-he/96