/AMBIENTE/ CHILE: Un relave minero alimenta reserva ecológica protegida

Un área de vegetación silvestre protegida, creada en esta localidad rural de Chile, demuestra que los relaves mineros, sinónimos de material estéril y contaminador, también pueden ser fuente de vida.

En la hacienda de Loncha, propiedad del yacimiento estatal de cobre de El Teniente, unos 100 kilómetros al sur de Santiago, se ubica esta reserva que tendrá un papel clave en la preservación de la palma chilena, una de las especies arbóreas más amenazadas del país.

La estatal Corporación del Cobre (Codelco) traspasó a la Corporación Nacional Forestal (Conaf), 6.000 hectáreas de la hacienda, donde se llevará a cabo, entre otros programas, el de reproducción de la palma.

El director ejecutivo de Conaf, José Antonio Prado, y el gerente general de la división El Teniente de Codelco, Fernando Riveri, sobrevolaron en helicóptero con un grupo de periodistas las tierras de esta nueva reserva.

Desde el aire es posible apreciar en toda su dimensión este proyecto, ligado a lo que fue la construcción en 1987, en la hacienda situada en la comuna de Alhué, del embalse Carén, que permite almacenar y preservar el agua en la zona.

El embalse, construído en la hoya hidrográfica del estero Carén, se alimenta de las aguas que a 87 kilómetros de distancia, en la planta concentradora de Colón del yacimiento El Teniente, se usan para separar el cobre del material rocoso.

"Los relaves se generan luego de que la roca natural, extraída de la mina, es chancada y mezclada con agua para extraerle el porcentaje de cobre fino que contiene", explicó Riveri.

Los descartes de agua y material no cuprífero equivalen a 99 por ciento del volumen procesado, y son lo que propiamente se denomina relaves, cuyo transporte y depósito fue siempre un desafío para la actividad minera.

Codelco-El Teniente, que en 1984 creó un comité de control ambiental, desarrolló la solución de canalizar las descargas de relaves hacia embalses, mediante diseños de ingeniería que posibilitan la decantación del material sólido y la liberación de las aguas claras.

El embalse Carén tiene una vida útil calculada en 80 años y puede llegar a contener hasta 600 millones de metros cúbicos de relaves en sus primeros 25 años de operación, generando hacia el estero un flujo máximo de 17 metros cúbicos de agua por segundo.

Desde la altura, entre un paisaje montañoso que se caracteriza por el verde de los árboles y arbustos, se observa una suerte de interminable serpiente gris: son los relaves que vienen desde la mina con pequeños cursos de agua que llegan hasta el embalse.

Al interior de la represa, las aguas son sometidas a un proceso de purificación antes de alimentar el estero, que da vida hoy a un fértil valle en lo que antes eran tierras de secano, regadas sólo por lluvias.

El proyecto conjunto Codelco-Conaf incluye la mantención en la misma hacienda de Loncha de una Estación Experimental Agropecuaria, en un predio de 10 hectáreas.

Allí se realizan crianzas de ovejas, vacunos y conejos y se cultivan hortalizas y frutales, al tiempo que en los viveros se reproducen especies forestales como quillay, canelo y palma, para la renovación de la vegetación autóctona.

La estación experimental, así como la reserva de 6.000 hectáreas entregada por 30 años a Conaf, son protagonistas claves del programa para reforestar 1.000 hectáreas de palma chilena en la zona central del país.

El director ejecutivo de Conaf subrayó que la palma chilena es una especie que se reproduce sólo en una suerte de franja que va desde Cocalán, unos 90 kilómetros al sur de Santiago, hasta Ocoa, 50 kilómetros al norte de la capital.

Al contrario de sus congéneres de climas tropicales, esta palma tiene un muy lento crecimiento, demorándose 50 años en alcanzar la edad adulta, es decir el momento en que empieza a producir sus frutos, unos minúsculos cocos de agradable sabor.

Con ella se produce también la "miel de palma", que no es procesada precisamente por abejas, sino que se fabrica con la savia, lo cual implica, según la expresión de los técnicos de Conaf, matar el árbol.

Esta producción, desarrollada industrialmente, así como los incendios forestales y la propia precariedad de la palma en sus primeros años de vida, llevaron a una virtual extinción de esta especie única en el mundo.

En la estrategia de rescate, se obliga a cada productor de miel de palma a plantar cinco ejemplares por cada uno que corta, pero lo fundamental será el plan de reforestación en áreas silvestres a través del programa de Conaf.

Prado destacó que esta entidad estatal administra en la actualidad 14 millones de hectáreas de áreas silvestres protegidas, entre las que se incluyen reservas ecológicas distribuidas en todo el largo y angosto territorio de Chile. (FIN/IPS/ggr/ag/en/96

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