Las enfermedades mentales, alguna vez atribuidas a brujas o espíritus vengativos y motivo de total marginación, se están transformando en un problema que Africa ya no puede ignorar.
En todo el continente, la población se enfrenta diariamente a la insanía mental mientras hombres, mujeres y niños "locos" hacen de la calle su hogar.
Unas 40 millones de personas en todo el mundo padecen graves desórdenes mentales que, en Africa, afectan aproximadamente a uno por ciento de la población del continente (600 millones), señaló el médico Baba Koumare, de la oficina africana de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Brazzaville, capital de Congo.
Aunque es difícil obtener cifras exactas, las actuales estimaciones indican que cerca de 15 por ciento de los africanos padecen desórdenes mentales menos graves, destacó Koumare, quien encabeza el servicio de salud mental de la oficina de la OMS.
Médicos especialistas de Nigeria creen que el número de casos de este tipo de enfermedad aumentó en los últimos cinco años, y atribuyen la tendencia a los efectos de los programas de ajuste económico estructural introducidos en muchos países africanos.
"En gran medida, el repentino incremento de los casos de locura en muchas ciudades tiene que ver con inadaptaciones a los cambios que muchos individuos experimentan debido a las restricciones económicas", señaló Biodun Adewale, sociólogo y técnico médico de Lagos.
Así mismo, la competencia insana, promovida por el clima de las reformas económicas, puede contribuir a la depresión y otras crisis mentales, agregó Adewale.
"Muchas personas recurren al alcohol y a drogas pesadas para amortiguar los efectos de estas presiones sociales, y estas adicciones pueden eventualmente conducir a la locura", explicó.
Mientras, miembros del Colegio de Médicos de Africa Occidental, quienes se reunieron en Lagos el año pasado, atribuyeron el aumento de las enfermedades mentales a la creciente pobreza, pero destacaron que las incesantes guerras civiles y étnicas también son factores claves.
Los habitantes de Ruanda, por ejemplo, aún están conmovidos por el genocidio de 1994, en que murieron hasta un millón de personas.
"Todos los ruandeses están afectados de una forma u otra, pero las reacciones difieren de una a otra persona: algunas son inmediatas, y otras, de 60 a 70 por ciento, latentes", explicó para IPS Evode Kazasomako, director del Centro Nacional de Trauma de Kigali, la capital de Ruanda.
El Centro, dependiente del Ministerio de Salud, fue creado en 1995 con asistencia de UNICEF (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia).
Originalmente su propósito consistía en reintegrar a la sociedad huérfanos, viudas y otras víctimas del genocidio, pero en la actualidad trata aquellos enfermos mentales de los que el Centro Psiquiátrico Nacional no puede hacerse cargo.
"Hasta ahora, tratamos más de cien casos de trauma psíquico", informó el director del Centro, quien explicó que la mayoría de los pacientes son mujeres que han sido violadas y quedaron embarazadas o personas en cuyas mentes persisten los horrores vividos durante el genocidio.
"Si no se hace nada para prevenir estos casos graves, dentro de dos o tres años nos enfrentaremos a un trauma colectivo", advirtió Kazasomako. (FIN/IPS/tra-en/to/nrn/jbk/gm/nb/pm/ml/he/96