Una ley que limita en Zimbabwe la actividad de los curanderos tradicionales, a quienes considera "brujos", impuesta por el colonialismo británico hace casi un siglo, tiene los días contados.
"Nosotros somos ahora quienes controlamos nuestra propia sociedad. Debemos corregir las leyes coloniales confeccionadas por gente que no conocía nuestra cultura", sostuvo el historiador Ngwabi Bhebe, de la Universidad de Zimbabwe.
Bhebe y muchos otros ciudadanos de este país de Africa meridional quieren que la Ley de Supresión de la Brujería impuesta por el antiguo régimen blanco sea reformada, como reconocimiento a los valores y creencias tradicionales.
La norma convierte en delito la identificación de cualquier persona como hechicero, por ejemplo, capaz de ocasionar muerte o enfermedad a través de medios sobrenaturales, y prohíbe la tirada de huesos o cualquier otro sistema de adivinación, así como el uso de amuletos u otros objetos con fines de brujería.
"Quienquiera que mencione a otra persona como brujo o mago será hallado culpable de delito pasible de una multa, prisión por un período no mayor a tres años o castigo corporal con hasta 20 latigazos", según la ley.
Pero nadie recuerda casos recientes de aplicación de la norma. "La última ve que me tropecé con ella fue hace 30 años. Ni siquiera me acuerdo de lo que dice", dijo a IPS Adrian De Bourbon, uno de los más reconocidos abogados de Zimbabwe.
Otros sostienen que la ley fue bien intencionada, pues su aplicación impide que se acuse a alguien de brujería, lo cual lo podría convertir en objeto de golpes, ostracismo y hasta asesinato.
"Este es un aspecto positivo de la ley que debe mantenerse. De otro modo, estaríamos alentando a la gente a matar a cualquiera que sea acusado en falso", dijo Welshman Ncube, profesor de Derecho de la Universidad de Zimbabwe.
Jemias Chimbalu, un ciudadano de Harare de 24 años, no cree en la necesidad de derogar o enmendar la ley. En ese sentido, dijo que "los curanderos tradicionales crean inestabilidad en las comunidades cuando acusan a la gente de brujería".
El también residente en Harare Regedai Nyasha sostuvo que la ley no afecta a quienes curan enfermedades a través de técnicas y medicamentos tradicionales con varios siglos de antigüedad.
"Los curanderos deben ser aceptados con la condición de que sean afiliados a la Zinatha (Asociación de Curanderos Tradicionales de Zimbabwe), para evitar fraudes", afirmó Nyasha.
Otros afirman que quienes elaboraron la ley tenían la intención de acabar con la organización política y social de los negros, 95 por ciento de los 10,5 millones de habitantes de Zimbabwe, y, por lo tanto, no tiene lugar en un país independiente.
El abogado de Harare Trim Nyapade explicó que la norma, al tiempo que minaba el poder de convocatoria de los respetadísimos médiums que alentaban la resistencia popular contra el dominio blanco, respondía a intenciones económicas.
"La brujería ocasionaba un caos social que el gobierno colonial quería evitar, pues algunas personas abandonaban sus puestos de trabajo cuando sospechaban que sus compañeros de tareas los 'embrujaban"', recordó Nyapade.
"Muchas personas que practicaban la medicina tradicional no conocían esta ley arcaica y habrían preferido no conocerla, pues ahora se sienten insultados", agregó.
Nyapade observó que la norma no tiene sentido, porque la Ley de Difamación Criminal vigente protege a aquellos que puedan ser acusados de brujería.
Cualquiera sea el motivo para la aprobación de la Ley de Supresión de la Brujería en agosto de 1899, nueve años después de que la corona británica irrumpió en Zimbabwe, existe hoy un creciente clamor por su derogación o revisión.
Muchos creen que los legisladores coloniales no lograron comprender la cultura local y la diferencia entre un brujo, que envenena a otros o emplea cuerpos humanos para sus hechicerías, y los curanderos tradicionales, herboristas que se atribuyen poderes sobrenaturales.
"Un curandero tradicional es como un médico y no debe ser confundido con un brujo", dijo Zvomunya Gwindi, secretario de Educación e Investigación de Zinatha.
Esta asociación, fundada después de la independencia en 1980, es ampliamente reconocida por el respaldo que brindaron los curanderos y médiums a la guerrilla que liberó a la antigua Rhodesia, hoy Zimbabwe, del régimen encabezado por la minoría blanca.
De acuerdo con Gwindi, los curanderos tradicionales son consejeros comunitarios a través de quienes los espíritus ancestrales brindan recomendaciones sobre salud y cuestiones culturales.
"No deben ser considerados brujos, porque un brujo mata personas y está poseído por espíritus malignos. Ahora que el parlamento nos invitó a aportar nuestra opinión sobre la ley, sus días están contados", dijo a IPS.
Sumado a su papel espiritual, los curanderos brindan servicios de salud a las comunidades rurales, donde la mayoría de la población no puede asumir los costos de un tratamiento médico.
"La definición de brujería de la ley es muy amplia y está equivocada. Debería ser enmendada. Los curanderos deberían poder brindar sus servicios sin sentir que se está contra ellos", concluyó Ncube. (FIN/IPS/tra-en/jm/kb/mj/cr pr he/96)