Diecinueve reclusos completaron hoy en Turquía 51 días de huelga de hambre y la medida de protesta se extiende a otras cárceles del país.
Los huelguistas demandan el levantamiento de restricciones impuestas en la prisión de Diyarbakir, situada en el sudeste de país y que alberga principalmente a guerrilleros del separatista Partido Kurdo de los Trabajadores.
También pretenden la clausura de Eskisehir, una cárcel especial destinada a dirigentes de organizaciones armadas.
La presión crece en los centros penales de Turquía desde marzo, cuando el ministro de Justicia, Mehmet Agar, dispuso las restricciones en Diyarbakir.
Agar pretendió con sus medidas asegurar el confinamiento de los prisioneros políticos y aislar a los dirigentes encarcelados de la actividad clandestina en el exterior.
Un incidente verificado a fines de mayo en Diyarbakir, en el que resultaron lesionados algunos reclusos, amplió a todas las cárceles del país, en las que se cuentan 8.500 prisioneros políticos, la exigencia de derogación de las decisiones del ministro de Justicia.
«Estamos dispuestos a continuar nuestra lucha, aunque nos cueste la vida", aseguraron los 19 huelguistas de hambre en una declaración difundida esta semana desde la prisión de la ciudad de Gaziantep, a la que fueron trasladados desde Diyarbakir.
La mayoría de los reclusos en huelga de hambre "están severamente afectados y cerca del estado de coma", dijo el médico Bayram Bozbeyoglu, a quien la Asociación de derechos Humanos solicitó un diagnóstico sobre la salud de los prisioneros.
«Todos se hallan al borde de la muerte, y necesitan inmediata atención sanitaria", advirtió Bozbeyoglu.
La huelga de hambre se extendió a prisiones de Ankara, Estambul, Izmir y de otras zonas, y a las reivindicaciones iniciales se agregó el pedido de tratamiento respetuoso a los familiares que visitan a los reclusos. (FIN/IPS/tra- en/nm/fn/ff/hd/96)