El ganador de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Rusia el mes próximo será el encargado de acelerar el programa espacial que apunta cada vez más a la concreción de buenos negocios.
El principal conductor de la Agencia Espacial Rusa (RSA), Yuri Koptev, cifra sus esperanzas en el incremento de la actividad comercial al cual la obligó la realidad económica del país por la caída del aporte del estado.
Los observadores prevén que se registrarán pocos cambios, no importa si gana el presidente Boris Yeltsin o su competidor comunista Gennady Zyuganov.
"Los fondos del estado de este año son la décima parte de lo que fueron en 1989, pero esperamos obtener más recursos de la actividad comercial", dijo Koptev.
La agencia ganó 350 millones de dólares el año pasado gracias al lanzamiento de satélites y vuelos tripulados contratados desde el extranjero. Más de la mitad de los despegues al espacio efectuadas en 1995 fueron efectuados por rusos, y cerca de 30 por ciento de los satélites en órbita son de esa nacionalidad.
"La ampliación de la cooperación internacional en este campo es esencial. Los contactos con empresas extranjeras no perjudican nuestros intereses nacionales", sostuvo Koptev.
Al mismo tiempo, el gobierno incrementa su apoyo al programa espacial todo lo que puede en medio de las actuales dificultades económicas. El aporte estatal se destinarán a la investigación y la compra de equipamiento. Además, la RSA podrá acceder a préstamos bancarios.
El gobierno de Rusia estableció en abril un centro espacial y de cohetería en Samara, sobre la base de la planta donde se efectuaron a partir de 1957 los despegues de los cohetes Soyuz e infinidad de satélites.
Los expertos planean ahora desarrollar el propulsor Anergy-M, una versión más pequeña del Anergy empleado para poner el vetusto transbordador espacial Buran en órbita, y otro más al que se conoce como Angara.
Al mismo tiempo, los lanzamientos de satélites desde varios "cosmódromos" rusos tendrán un significativo aumento.
La estación Baikonur, en Kazakhstán, es empleada como plataforma de despegue de los Proton y lo Soyuz y viajes tripulados. Plesetsk, en el mar Artico, se usará cada vez más para el lanzamiento de de satélites. Y el nuevo puerto espacial de Svobodny, en el lejano este, funcionará a pleno en breve.
"Svobodny es la estación del futuro y se dedicará a los propulsores Angara. Estamos preparando allí el lanzamiento de cohetes Rokot y Start, que eran de misiles y se adaptaron gracias a un programa de conversión", dijo el general Vladimir Ivanov, comandante de las Fuerzas Militares Espaciales de Rusia.
El primer paso será la puesta en órbita del satélite cartográfico Earthwatch a fines de año, en el marco del programa de cooperación espacial entre Rusia y Estados Unidos.
Moscú también planea lanzar cuatro nuevos satélites de comunicación de los modelos Gorintz y Ekspress antes de 1998, como parte de un programa iniciado el año pasado para reemplazar la mitad de los 12 ya ubicados en el espacio, que se están volviendo obsoletos.
La mayoría de los satélites son fabricados por el centro de investigación y producción Priklsadnaya Mekhanika, en la antigua "ciudad secreta" Krasnoyarsk-26 en Siberia, donde se construyeron más de 800 satélites, en su mayoría militares, desde su creación hace 30 años.
Ahora, el centro forma parte de la RSA y produce exclusivamente satélites comerciales.
Pero el impacto de la actividad espacial de Rusia en el mercado internacional ha sido limitado, a pesar de que sus propulsores de satélites son más baratos y eficaces que ningún otro. Este país lanzó casi 2.500 cohetes, y 93 por ciento de esas operaciones fueron exitosas.
El costo de las pólizas sobre la cohetería rusa es mucho más barata que el pagado por sus competidores, pero Estados Unidos y Europa se preocuparon por proteger sus posiciones.
En 1993, un acuerdo intergubernamental entre Moscú y Washington permitió a Rusia lanzar solo ocho satélites estadounidenses y especificó que el costo del servicio no podría ser menor en más de 7,5 por ciento que el cobrado por compañías occidentales.
Este acuerdo fue enmendado en enero. La cuota de lanzamientos aumentó a 16 satélites, y el costo de los servicios del propulsor Proton podrá ser 15 por ciento menor al del mercado. Esto sentará un precedente para otros acuerdos internacionales, en particular con la Unión Europea.
La asociación Energia, establecida entre la compañía Lockheed, de Estados Unidos, y el Centro Ruso Khrunichef, es la encargada de la fabricación del propulsor Proton. Más de 50 por ciento de las órdenes de Khrunichev son de índole comercial.
Esto le permite mantener por sus propios medios sus instalaciones y unas 100 oficinas de diseño y plantas en Rusia y toda la Confederación de Estados Independientes.
En 1995, miles de millones de dólares se destinaron a estas fábricas, lo que permitió la estabilidad laboral de 84.000 trabajadores.
El éxito de la asociación con Lockheed condujo al establecimiento el año pasado de otra alianza, International Launch Services, que pretende ganar 50 por ciento de las órdenes comerciales de lanzamiento en el 2000.
Pero el incremento de los lanzamientos puede causar problemas a la RSA. Autoridades locales de Kazakhstan y Rusia reclaman el pago de indemnizaciones debido a la caída a tierra de fragmentos de metal y combustible tóxico de los cohetes que despegan de Baikonur, lo cual provoca enfermedades en la población. (FIN/IPS/tra-en/jp/ai/fn/mj/sc if/96