Cuando ya se cuenta en horas el tiempo que falta para la segunda vuelta de las elecciones locales en Rumania, que se cumplirá este domingo, tanto los políticos como los analistas esperan un cambio de las mayorías políticas.
Sólo la mitad de los electores acudió a las urnas el 2 de junio, en la primera vuelta de estas municipales, evidenciando una abstención mayor que la prevista por los más pesimistas. En la elección de igual naturaleza efectuada hace tres años, la afluencia de votantes aún fue de 70 por ciento del censo.
En esta segunda vuelta los rumanos deberán elegir 90 por ciento de los concejos municipales y alcaldes, tras un primer turno al que concurrió un total de 88 partidos.
Según el sistema electoral rumano, una segunda votación es necesaria si en alguna circunscripción no llega a votar la mitad de los electores o ninguno de los candidatos recibe más de 50 por ciento de los votos.
El hecho de que el primer turno no haya resuelto en muchos casos la situación local ha sido interpretado como una derrota del gobernante Partido de la Democracia Social (PDSR), que orienta el presidente Ion Iliescu.
De acuerdo con datos oficiales de la Oficina Electoral Central, el PDSR obtuvo 16,2 por ciento de los votos, mientras que los principales partidos de la oposición -Convención Democrática de Rumania y Unión Social Demócrata- recogieron 19,4 y 11,2 por ciento, respectivamente.
Peor desempeño tuvieron los antiguos aliados del partido gobernante.
Los neo-comunistas del Partido Socialista del Trabajo no han ganado hasta ahora más que dos alcaldías de ciudades importantes. El Partido de la Gran Rumania obtuvo resultados insignificantes.
Los nacionalistas radicales del Partido de Unidad Nacional ganaron en la ciudad de Cluj (Transilvania, al oeste del país), donde el alcalde antihúngaro Gheorghe Funar consiguió la reelección.
Hace cuatro años, en las últimas elecciones generales, el PDSR surgió como la primera fuerza política, con más de 30 por ciento de los votos, y se convirtió en el partido dominante dentro de la coalición de gobierno.
El PDSR, que nació del viejo Partido Comunista, de hecho ha gobernado en este país desde que la revolución de 1989 derrocó al dictador Nicolae Ceausescu.
Los políticos esperaron con ansiedad los resultados de la votación del 2 de junio, no sólo por su directo efecto en las administraciones locales, sino también porque las tendencias del voto indicarían el camino que los votantes podrían tomar en las elecciones parlamentarias y presidenciales del 3 de noviembre.
No obstante, ahora los dirigentes tienen más interrogantes que respuestas, y predomina la inseguridad en cuanto a las alianzas.
La analista política Alina Mungiu, del Centro de Estudios Políticos de Bucarest, opinó que la falta de resultados definitivos en la primera vuelta de las municipales "marca un punto de inflexión en la política rumana".
"Se espera el nacimiento de una nueva coalición de gobierno después de las elecciones parlamentarias en noviembre. Rumania necesita un gobierno liberal centrista", dijo Mungiu.
Las primeras elecciones nacionales después la caída del comunismo, realizadas en 1990, estuvieron signadas por acusaciones de fraude. Las segundas, en 1992, fueron declaradas limpias por los observadores internacionales.
El bajo nivel de votantes en estas municipales ha hecho que surjan propuestas de voto obligatorio, e incluso un analista sugirió que sea un secretario de Estado, independiente de todos los sectores políticos, el órgano encargado de organizar las próximas elecciones. (FIN/IPS/CEE/tra-en/mc/gv/hvdb/arl/ip/96)