El primer ministro de Papua-Nueva Guinea (PNG), Julius Chan, atrapado en lo que muchos observadores juzgan una situación imposible, se ha embarcado en una difícil operación militar para poner fín a ocho años de guerra en la isla de Bougainville.
Con elecciones parlamentarias previstas en 1997, el primer ministro de PNG anunció la semana pasada el inicio de una ofensiva militar para aplastar al Ejercito Revolucionario de Bugainville (BRA), embarcado en una contienda separatista desde 1988.
Ofensivas militares en el pasado, destinadas a terminar con el conflicto, fracasaron con graves pérdidas por parte de la población civil. Muchos observadores dijeron que si este último intento resulta un fiasco, el gobierno no será reelecto el año próximo.
"El gobierno nacional y el primer ministro están en la poca envidiable situación de estar siendo maldecidos por una gran cantidad de habitantes del país debido a su iniciativa bélica", apuntó en un editorial el influyente "Diario Nacional".
El primer ministro tambien ha sido criticado por gobiernos extranjeros y activistas humanitarios, preocupados que la población civil de Bougainville sea nuevamente la víctima principal de la próxima campaña militar.
Desde que PNG se independizó de Australia en 1975, las autoridades de Port Moresby han estado preocupadas por la amenaza secesionista que, junto con una serie de demandas de indemnización de terratenientes, han invalidado el desarrollo de las reservas minerales de esa nación del Pacífico Sur.
Los primeros choques fueron mitigados en 1976 cuando se aseguró el autogobierno a los separatistas, si bien las relaciones siguieron tensas hasta el baño de sangre de 1988, porque los terratenientes que exigieron infructuosamente indemnizaciones de un operador minero australiano iniciaron una guerra de guerrillas.
Bougainville Cobre Limitada, que había operado la mina de Panagua desde 1972, cerró sus intalaciones en 1989 luego que los sabotajes y las irrupciones rebeldes se intensificaron.
La empresa minera australiana rehusó pagar cientos de millones de dólares en concepto de compensación por daños ambientales causados por las actividades mineras.
Desde entonces, el gobierno de PNG ha enviado miles de soldados a la isla, pero fueron incapaces de derrotar a los separatistas que declararon la independencia de la isla en 1990 y mantuvieron su completo control hasta 1992.
Sin embargo, el fracaso del ejército rebelde para obtener reconocimiento exterior, sumado a su autoritaria forma de gobierno, lo hizo impopular entre la mayoría de los 100.000 habitantes de la isla. Muy pronto, los jefes tribales de Bougainville comenzaron a alentar los esfuerzos gubernamentales para recobrar la provincia.
En la actualidad, hay dos administraciones en la isla porque Port Moresby instaló su propio gobierno de transición en Buka, mientras el ejército revolucionario respalda al gobierno interino con sede en Aieta.
Ahora se ha producido un total oscurecimiento de las noticias procedentes de Bougainville desde que comenzó la ofensiva la semana pasada, y no están claros los progresos de las tropas gubernamentales. Un equipo de Amnistía Internacional que se encuentra en PNG recibió una tajante prohibición de ir a la isla.
Las autoridades de Port Moresby han silenciado al primer ministro Theodore Miriung, que encabeza el ejecutivo oficial de transición en provincia, y le ha prohibido viajar al interior de Bougainville. Miriung, uno de los principales partidarios de una solución negociada, ya había criticado las ofensivas militares anteriores.
Según los observadores, al silenciar a Miriung y prohibir a observadores y periodistas que vayan a la isla, Chan derribó todos los obstáculos potenciales a la campaña militar.
También recibió muy mal las críticas del gobierno australiano y dijo furioso a Canberra que se ocupe de sus propios asuntos.
"Creo que tengo un gobierno que conducir. Como nación independiente, pienso que Australia debería dejarnos hacer justamente eso, manejar nuestros propios asuntos", dijo respondiendo a un crítico ataque del primer ministro australiano Alexander Downer, quien opinó que la ofensiva militar solo empeorará la situación.
Por otras razones, el gobierno de las vecinas Islas Salomón tambien expreso sus reservas acerca de la operación militar. El primer ministro, Solomon Mamaloni, postergó una alocución parlamentaria prevista para esta semana, temoroso que el conflicto se extienda a través de la frontera.
Más de una vez, soldados de PNG desembarcaron en Gizo, un centro de las Salomón, e intimidaron a su población, según informaron los diarios locales.
El ministro de Defensa de PNG, Matías Ijape, expreso que sus fuerzas de seguridad estaban dando todos los pasos necesarios para cortar las rutas de escape desde Bougainville.
Ijape describió a los líderes rebeldes como "criminales notorios, asesinos y bandidos", y afirmó que sus fuerzas estaban tratando de expulsar a los rebeldes que controlan una décima parte de Bougainville. El ministro instó a la calma a los aldeanos de la isla y manifestó que "esos criminales se han salido con la suya demasiado tiempo…".
Sin embargo, el movimiento separatista sigue mostrándose desafiante. El comandante del BRA, Sam Kauona, hablando a través de la red de comunicaciones rebelde que escarnece a las fuerzas de seguridad del PNG desde hace ocho años, llegó al punto de declarar la bienvenida a la ofensiva "porque determinará la suerte futura de Bougainville".
Kauona describió la moral de sus guerrilleros como "muy alta" y agregó que "espero sea la partida decisiva entre el gobierno del PNG y las fuerzas armadas del BRA".
El jefe rebelde, como otros observadores locales y foráneos en Port Moresby, está convencido que la ofensiva es un intento del gobierno para distraer la atención a la población de los crecientes problemas económico, sociales y de criminalidad que, según Kaouna, "están hundiendo el país". (FIN/IPS/tra- en/dr/cpg/ego/ip).
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