Nicaragua, en cuyo territorio se encuentran 91.000 de las 170.000 minas antipersonales aún sembradas en América Central, confía lograr la ayuda de países y agencias cooperantes para la remoción de esas trampas letales en un plazo inferior a cinco años.
El gobierno nicaragüense presentará el día 25 a la comunidad cooperante un plan para acabar con ese legado de la guerra del decenio de 1980, que exige una financiación de cuatro millones de dólares.
Las minas explosivas están sembradas especialmente junto a las fronteras norte y sur, donde operaban en la década pasada los grupos armados que desafiaron al gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional (1979-1990).
"Estamos en una campana motivadora, para que distintos países amigos sean eventuales donantes" y pueda lograrse "el desminado total" de Nicaragua, declaró a IPS el vicecanciller Alvaro Sevilla.
Sevilla dijo que el gobierno ha cursado invitaciones a Alemania, Estados Unidos, Francia, Holanda, Japón y los países escandinavos para la reunión del 25.
El ejército detectó 425 campos minados en la zona norte y 96 en el sur. En todo el país se cuentan 759 objetivos minados, que incluyen torres de alta tensión, subestaciones eléctricas, tierras de cultivo, puentes y asentamientos humanos.
El coronel César Delgadillo, jefe de operaciones del ejército, informó a IPS que entre 1993 y 1995 fueron removidas 26.000 minas antipersonales, con apoyo y supervisión de la Junta Interamericana de Defensa, dependendiente de la Organización de Estados Americanos (OEA).
Inicialmente se proyectaba retirar 38.000 minas, pero limitaciones presupuestales impidieron alcanzar ese objetivo. "Quedan por desenterrar y destruir 91.000 minas en todo el territorio nacional", confirmó Delgadillo.
"Es una labor humanitaria, urgente, que busca poner a salvo a la poblacion civil y recuperar para la producción" grandes áreas de cultivo, agregó.
Cuarenta y seis civiles residentes en las antiguas zonas de guerra murieron y 424 resultaron mutiladas entre 1987 y 1996 a consecuencia de la explosión de minas antipersonales. También hubo en el mismo periodo siete soldados muertos y 75 heridos, la mayoría cuando intentaban remover esos artefactos.
"Las minas son como las armas biólogicas. Siguen provocando muerte y lesiones aunque haya concluido el conflicto bélico", indicó a IPS Sergio Caramagna, jefe de la Comisión Internacional de Apoyo y Verificación de la OEA (CIAV-OEA).
Delgadillo advirtió que tres de los cinco pelotones que integran la unidad militar especial de remoción de minas no operan debido a la falta de recursos.
Agregó que el ejército necesita ayuda de los donantes externos para "satisfacer las necesidades de equipamiento especial", capacitar nuevos especialistas en remoción y pagar el costo de "una campaña de publicidad para la prevencion de accidentes".
"Esta es una labor humanitaria, que exige responsabilidad y sacrificio de los zapadores del ejército", concluyo.
Las fuerzas armadas y representantes de la OEA certificaron el desminado el mes último de la Planta Centroamérica, una de las principales fuentes energéticas del pais, donde se hallaban casi 5.000 minas. (FIN/IPS/rf/ff/ip/96).