La polémica desatada entre Estados Unidos y el secretario general de la ONU, Boutros Boutros-Ghali, en torno a la pretensión reeleccionista del diplomático egipcio, sumergió al cuerpo mundial en la angustia y amenaza con agravar su crisis financiera.
Washington se pronunció contra la reelección del Boutros-Ghali y muchos diplomáticos estadounidenses pronostican que su carrera está acabada. Pero el secretario general está seguro de que cuenta con respaldo suficiente para continuar en funciones luego del 31 de diciembre, fecha en que termina su período.
La batalla que transcurrirá durante los próximos seis meses será, entonces, entre Boutros-Ghali y Estados Unidos, ninguno de los cuales declaró estar dispuesto a rendirse.
Si Estados Unidos persiste en su rechazo a la reelección de Boutros-Ghali, muchos países podrían respaldarla en oposición a una nación que debe 1.600 millones de dólares en contribuciones al cuerpo mundial, según los observadores.
Sin embargo, en caso que Boutros-Galhi gane la batalla, su autoridad se verá minada por su conflictiva relación con el país más poderoso del mundo, agregan.
"No me puedo imaginar un escenario peor que éste", dijo un embajador ante el Consejo de Seguridad que reclamó el anonimato para pronosticar que la crisis financiera y las divisiones se profundizarán en los próximos meses.
"Un nuevo liderazgo deberá emerger para Naciones Unidas, y por lo tanto Estados Unidos no respaldará un segundo período del secretario general Boutros-Ghali", dijo el portavoz del Departamento de Estado Nicholas Burns.
El vocero de la Casa Blanca Mike McCurry confirmó este jueves que la decisión del presidente Bill Clinton de oponerse a la reelección de Boutros-Ghali es "irreversible e irrevocable".
Burns dijo que el gobierno de Clinton había decidido el 25 de marzo rechazar la candidatura, pero recién anunció su oposición después de que fracasaron gestiones emprendidas para que el diplomático aceptara una salida "digna" y un año de postergación de su mandato.
"Estamos sorprendidos" por el anuncio temprano de Estados Unidos, dijo el embajador de Egipto ante la ONU, Nabil el-Arabi. "El mandato del secretario general concluye a fin de año y, habitualmente, las sucesiones no se resuelven hasta fines de octubre o principios de noviembre", explicó.
El diario The New York Times citó otras fuentes del gobierno de Estados Unidos para informar que Washington podría usar su poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU para bloquear la aspiración del diplomático egipcio.
Burns dijo que su país no sabe a qué candidato respaldará, pero que está resuelto a votar a uno que ubique la reforma de la burocracia del cuerpo mundial como prioridad.
"Si esto se formula como una lucha abierta contra Estados Unidos, Boutros-Ghali perderá. Estados Unidos no puede retirar su decisión ahora, pues ha ido demasiado lejos", dijo un funcionario de la ONU que pidió reserva sobre su identidad.
Aun si Boutros-Ghali conquistara la reelección, sería para él muy difícil cumplir con las tareas que impone su cargo sin el respaldo de la nación más poderosa del mundo, agregó el informante.
Estados Unidos no es el único país con poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, pero, aunque sea en los papeles, contribuye con la cuarta parte del presupuesto ordinario del cuerpo mundial y con 31 por ciento del dinero gastado en misiones de mantenimiento de la paz.
Otros funcionarios perciben que la oposición de Estados Unidos no significa el fin de la pretensión reeleccionista de Boutros- Ghali, el primer secretario general de la ONU procedente de Africa y del mundo árabe.
"Espero que el gobierno de Estados Unidos reconsidere su decisión", dijo Boutros-Ghali este jueves en Bonn, donde anunció su intención de gobernar la ONU otros cinco años al concluir una gira por Europa.
El-Araby sostuvo que Egipto aún percibe a Boutros-Ghali como un candidato viable. "Estados Unidos tiene poder de veto, es cierto. Pero no creo que esto sea el fin del juego", dijo, al tiempo que recordó la oposición de muchos países en 1991 a la elección de un secretario general procedente de Africa.
En ese entonces, explicó, la unidad del Movimiento de Países No Alineados y China aseguró que solo una candidatura africana podría obtener suficiente adhesión en la Asamblea General para ganar.
Algunos funcionarios de la ONU consideran que el respaldo que concita actualmente Boutros-Ghali entre los estados miembros podría frenar, igual que en 1991, a las objeciones de Washington.
"No creo que la postura de un país deba convertirse en regla. Esta es una institución democrática", dijo el portavoz de la ONU Ahmad Fawzi.
Boutros-Ghali cuenta con adhesión considerable en países considerados clave en el sistema de Naciones Unidas, al igual que en la mayoría del mundo en desarrollo.
Francia, Rusia y China, tres de los cinco países con poder de veto en el Consejo de Seguridad, anunciaron que lo respaldarán. Beijing aseguró, incluso, que vetará cualquier otro candidato.
Gran Bretaña anunció públicamente que no apoya ni se opone a otro período de Boutros-Ghali al frente del barco, por lo que Estados Unidos es el único de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad contrario a su candidatura.
Este organismo debe dar su aval a los candidatos antes de que sean puestos a consideración de la Asamblea General, que nuclea a los 185 países de la ONU.
En pleno año electoral, el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, no quiere dar señales de debilidad respecto de Boutros- Ghali, según los observadores.
Su contendiente del Partido Republicano, Bob Dole, dijo públicamente, en el marco de la campaña electoral, que si ocupa la Casa Blanca será él, y no Boutros-Ghali, quien determine la política exterior de Washington.
Las riñas del diplomático egipcio con la representante de Estados Unidos en la ONU, Madeleine Albright, fueron notorias.
Aunque Washington respaldó al principio el ambicioso plan de Boutros-Ghali de expandir las misiones de mantenimiento de la paz de la ONU en 1992 y 1993, el secretario general no tuvo el aval de Estados Unidos en el manejo de varias crisis.
En ese sentido, se le acusa de haber sido blando en algunos conflictos, como el de Somalía, y demasiado duro en otros, como el de Bosnia.
El panorama sería aun más complicado si Dole, que se ha burlado de la gestión de Boutros-Ghali, gana las elecciones presidenciales de noviembre. El candidato republicano prometió que no enviaría tropas estadounidenses en misiones de la ONU mientras el egipcio esté al mando del cuerpo.
Irónicamente, como hace cinco años, Boutros-Ghali deberá demostrar que es una opción que todos los intereses que se enfrentan en la ONU pueden aceptar.
Como arabe que fue propuesto como candidato por Africa, y como cristiano copto casado con una judía que cuenta con un fuerte apoyo musulmán, Boutros-Ghali parece reunir esos requisitos. Además, habla francés, lo que le granjea la simpatía de París.
El actual secretario general fue, como vicecanciller de Egipto, uno de los principales negociadores del acuerdo de Camp David, que abrió en 1979 el actual período de paz entre su país e Israel con el patrocinio de Estados Unidos, entonces gobernado por Jimmy Carter.
Un embajador que reclamó reserva sobre su identidad dijo a IPS que la crisis financiera y política de la ONU es de tal magnitud que las naciones pobres están preocupadas de que la elección de un nuevo secretario general pueda provocar más problemas.
Además de Boutros-Galhi, otros posibles candidatos con los que se especula son la presidenta de Irlanda, Mary Robinson, el primer ministro de Noruega, Gro Haarlem Bruntland, Kofi Annan, el subsecretario general de ONU de Ghana, y el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, Sadako Ogata, de Japón.
La lista de fracasos y empantanamientos en misiones de mantenimiento de la paz de la ONU en lugares como Ruanda, Liberia y el Sahara oriental fue tan amplia como la lista de éxitos, que incluye el fin de los conflictos en El Salvador y Camboya. (FIN/IPS/tra-en/fah/yjc/mj/ip/96