La elección del líder de Likud, Benyamin Netanyahu, como primer ministro de Israel, pone al proceso de paz en Medio Oriente, iniciado tras la Guerra del Golfo (1990-1991), en un camino lleno de obstáculos, según funcionarios estadounidenses.
"Sólo esperamos que no sea una vía muerta", dijo un miembro de la administración del presidente Bill Clinton.
La mayoría de los analistas concuerdan que, en el mejor de los casos, los contactos entre Israel y la Autoridad Palestina (PA) del presidente Yasser Arafat se frenarán, mientras los recientes acercamientos entre Tel Aviv y sus vecinos árabes, especialmente Jordania y algunos estados del Golfo, tendrán un compás de espera.
Mucho dependerá de cuánta presión ejercerá Washington, el mayor aliado de Israel y su principal respaldo financiero, sobre el gobierno de Netanyahu para que no se desvíe del rumbo fijado por sus predecesores, Shimon Peres y el asesinado Yitzhak Rabin.
Sin embargo, con las elecciones presidenciales pendientes en Estados Unidos, Washington no está en condiciones de hacer la voz gruesa contra Israel a corto plazo.
"Este es el peor momento posible en el calendario político para que Estados Unidos se ponga firme con Israel", declaró Geoffrey Kemp, analista del Medio Oriente en el Consejo Nacional de Seguridad durante la presidencia de Ronald Reagan.
Está por verse cómo se perfila el gobierno formado por Netanyahu y qué hará para mitigar las aprensiones de Washington sobre un retroceso del proceso de paz, dijeron aquí numerosos expertos.
Entre los analistas locales hay curiosidad por ver el papel que jugará el general retirado Ariel Sharon, uno de los máximos lideres de Likud y personaje de línea dura quien, como ministro de Defensa, condujo la invasión israelí al Líbano en 1982.
Desde que fué declarado oficialmente ganador el viernes, Netanyahu, que seguramenbte viajará a Washington despues que integre su gabinete, ha formulado frases reasegurantes. Le dijo al presidente Clinton, quien lo llamó para felicitarlo, que mantiene el compromiso con el proceso de paz, según la Casa Blanca.
No obstante, los funcionarios de Washington están pasando un mal momento y tratan de ocultar sus temores. En una breve declaración formulada el viernes, el secretario de Estado, Warren Christopher, se mostró todavía más atribulado que de costumbre cuando declaró que esperaba "una buena relación de trabajo" con Netanyahu.
Christopher tambien elogió el estrecho vínculo político que estableció con Shimon Peres.
Señaló que Netanyahu afrontará lo que denominó "una nueva realidad" en Medio Oriente, surgida a través del proceso de paz. "Cualquier cosa que pase tendrá repercusiones", previno.
El funcionario admitió que los aliados árabes de Washington manifestaron "cierta preocupación" con el resultado de las elecciones. Añadió que la Casa Blanca los exhortó a no "juzgar precipitadamente" al gobierno de Netanyahu.
"Los estados árabes estan muy preocupados", corroboró Judith Kipper, una veterana analista del Medio Oriente en el Centro para Estudios Estratégicos Internacionales (CSIS). "Por el momento, disimulan el guay para ver qué pasa, como los estadounidenses".
Kipper advirtió que si el nuevo gobierno ponía en marcha aspectos claves de su plataforma electoral, expansión de colonias judías en Cisjordania y en los populosos vecindarios palestinos de Jerusalén oriental, el resultado podría ser "muy explosivo" tanto diplomáticamente como sobre el terreno.
También si Netanyahu ordena a las tropas israelíes que retornen a las poblaciones de la Márgen Occidental y Gaza tras un ataque terrorista en Israel, todo el proceso de paz correría peligro, en opinión de Kemp.
Esas iniciativas, así como la intención del Likud de anular una eventual retirada de las alturas del Golan, "violan el principio básico del proceso de paz, que es la negociación de tierra a cambio de firmes arreglos en materia de seguridad", apuntó Gary Rubin, director de Americanos por la Paz Ahora.
"Si Netanyahu lleva a cabo esas políticas, entonces el resultado inevitable será un aumento de las tensiones israelíes- estadounidenses", dijo y agregó que, contrariamente a lo que se cree, una fuerte mayoría de judíos norteamericanos está en favor del proceso de paz.
El Líbano meridional casi seguro quedará como una "herida abierta" si Netanyahu descarta cualquier retirada de las alturas del Golan, según Richard Murphy, un alto funcionario a cargo de asuntos del Medio Oriente durante la administración de Reagan.
"Territorio por paz es algo que (el presidente sirio Hafez) Assad tiene en la mente, y Damasco puede ejercer una gran influencia en El Líbano meridional", observó Murphy, que ahora trabaja en el Consejo sobre Relaciones Exteriores, en Nueva York.
Sin embargo, las implicancias van más allá de las fronteras israelías, según Kemp, que ahora actúa aquí en el Centro Richard Nixon por Paz y Libertad. "Muchos mediadores potenciales en Medio Oriente, como los rusos, chinos y europeos, han mantenido en general la distancia porque nosotros estábamos implementando el proceso de paz".
Advirtió si Estados Unidos se muestra impotente mientras Netanyahu demuele el proceso de paz, se producirán "todo tipo de problemas para nosotros en la región y el Golfo". El experto pronosticó que podría ocurrir un colapso en la política estadounidense de "de doble contención" contra Irán e Iraq. (FIN/IPS/tra-en/jl/yjc/ego/ip).
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