Ahora que pasó la euforia tanto en Tokio como Seúl, debido a que serán conjuntamente los anfitriones del Mundial de Fútbol del 2002, el público y los medios nipones y surcoreanos se formulan preguntas sobre el gigantesco compromiso contraído.
"¿Podemos realmente ser amigos con los surcoreanos?", demandó Yukio Saito, un hincha japonés de fútbol. "Me temo que hemos comenzado a pensar uno en el otro más como rivales que como amigos…".
"Es una gran decisión pero… ¿realmente podremos ponerla en marcha?", preguntó un empleado gubernamental.
Solo el nombre del espectacular evento futbolístico se convertirá en una cuestión importante. También qué país albergará la ceremonia de apertura y en cual se jugará la final del torneo, que durará de cuatro a seis semanas.
¿Se deberá llamar Copa Mundial Japón-Corea del Sur o viceversa? El principal diario en inglés de Seúl, "Korea Herald", sugirió que Copa Mundial Asiática podría resultar un compromiso aceptable.
Sin embargo, ¿estará de acuerdo la Federación Internacional del Fútbol Asociado (FIFA)?, que anunció su histórica decision el viernes pasado desde su cuartel general en Zurich, Suiza.
En caso afirmativo, la palabra compromiso deberá ser la consigna que guíe a los coanfitriones para que esa Copa Mundial, que por primera vez en absoluto se disputa en Asia, sea un suceso.
"Existen problemas potenciales que no pueden ser resueltos solo por Japón y Corea del Sur, por eso espero que los coanfitriones acaten el liderazgo de la FIFA", declaró en Zurich el vicepresidente de la Asociación Japonesa de Fútbol, Saburo Kawabuchihe, despues de conocerse el anuncio.
Muchos escollos podrían ser insuperables si ambas naciones no abaten su orgullo y sus amargas rivalidades tradicionales, temporalmente puestas a un lado porque ninguna de las dos quería perder el derecho de ser anfitriona, se ponen al servicio de unas exitosas finales y allanan el camino para mejorar los lazos bilaterales.
Si bien el premio final vale la pena, elementos conservadores de ambas sociedades ya están augurando lo peor.
"La decisión, sin duda, ha sido un golpe devastador para los ejecutivos del fútbol japonés, que han luchado tanto para que la Copa Mundial se juegue en nuestro país", comentó el "Sankei Shinbun", principal diario conservador.
La publicación lamentó la decisión de la FIFA y previno sobre las consecuencias que podría tener para Japón y Corea del Sur, tanto políticas como deportivas, albergar las finales.
Hikari Okajima, un analista nipón, predijo que Corea del Sur tratará de acorralar a Tokio realizando imposibles compromisos políticos y económicos para asegurarse una tranquila Copa Mundial.
Okajima censuró al gobierno nipón por haberse comprometido en la organización conjunta del Mundial, e indicó que se había sentado un precedente que solo llevará al desastre en las negociaciones sobre contenciosos y temas bilaterales.
Entre esos temas figuran las demandas de Tokio y Seúl sobre un grupo de islotes ricos en minerales y recursos pesqueros en el Mar de Japón.
Ambos países tambien están enfrentados por lo que Corea del Sur llama "falta de remordimiento" de las atrocidades niponas, cometidas durante la colonización japonesa de la península entre 1910 y 1945.
El martes último, un legislador japonés en la coalición gobernante puso un dedo en la llaga cuando declaró que las esclavas sexuales del ejercito imperial japonés, durante la Guerra del Pacífico (1941-1945), no habían sido obligadas a prostituirse.
Seisuke Okuno, un ex ministro de Educación, explicó que las mujeres simplemente respondieron a un reclutamiento para ejercer "una actividad comercial". Okuno lidera un grupo de diputados del Partido Demócrata Liberal (LDP) en la Dieta que se opone a la admisión que Japón llevó a cabo una guerra de agresión.
El grupo derechista es contrario a cualquier disculpa nipona a las 200.000 mujeres asiáticas que sirvieron durante la contienda en burdeles de las tropas imperiales. La mayoría de esas mujeres provinieron de la península coreana, entonces en poder de Japón.
No obstante, los políticos, dejando a un lado el orgullo, admitieron que ser anfitrión del Mundial involucra mucho dinero. Ambos países gastaron 100 millones de dólares en sus campañas para tener derecho a albergar la Copa, y ahora esperan beneficios por derechos televisivos, afluencia turística y billetes de ingreso a los estadios.
"Hay muchos obstáculos por delante pero las recompensas potenciales son tremendas", señaló el escritor deportivo surcoreano Kim Kyung-ho. "El Mundial hace que, por primera vez, dos países más habituados a la confrontación que a la armonía, deban cooperar para poner en pie un gran evento internacional". (FIN/IPS/tra-en/sk/cpg/ego/ip-sp).
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