La derrota del saliente primer ministro Shimon Peres ante Benyamin Netanyahu, del derechista partido Likud, cuestionó el futuro del proceso de paz, que había acercado a los palestinos a su sueño de un Estado propio.
La prioridad del gobierno del Likud, que podría formarse el 17 de junio, será detener el retiro de las tropas de Israel de Hebrón, la única gran ciudad de Cisjordania bajo ocupación israelí, y posiblemente renegociar parte de los detalles de la movilización del ejército, dijo un vocero del partido.
Los otros dos puntos de la plataforma del Likud serán respaldar la expansión de asentamientos judíos en Cisjordania y la franja de Gaza y trabajar para evitar la creación de un Estado palestino, añadió el portavoz.
Mientras, en el escenario planteado por el saliente ministro de Trabajo, Yossi Beilin, si Peres hubiera ganado las elecciones del 26 de junio, en 100 días el ejército israelí se habría retirado de Hebrón y se habría implementado un plan de compensación para los colonos.
Finalmente, dijo Beilin, el gobierno habría avanzado en la creación de un Estado palestino en prácticamente toda Cisjordania, excepto un 11 por ciento.
Aunque Netanyahu prometió continuar las negociaciones con los palestinos para llegar a un acerdo final sobre el estatuto de Cisjordania y Gaza, los analistas aquí predicen problemas si el Likud lleva adelante sus compromisos electorales.
"Existe una gran contradicción entre el proceso de paz y los programas del Likud. Uno es la cuestión de los asentamientos y el otro si los palestinos lograrán la independencia algún día", dijo Ehud Sprinzak, analista político de la Universidad Hebrea.
La posición contradice totalmente los acuerdos de paz de Oslo, los cuales especificaron que finalmente Israel se retiraría, no habría asentamientos judíos y a la larga, los palestinos controlarían el territorio, añadió el analista.
Los acuerdos de Oslo fijaron la fórmula para el "autogobierno" palestino en Cisjordania y Gaza, pero el cronograma dejó muchos temas pendientes de posterior negociación y creó un proceso en etapas para la extensión de los territorios bajo control palestino, sin especificar su extensión.
Hasta ahora, sólo cuatro por ciento de Cisjordania y 80 por ciento de Gaza están bajo control palestino. En Cisjordania, otro 30 por ciento de la tierra comparte la jurisdicción, mientras Israel mantiene la "seguridad general", lo cual significa que aún puede detener a palestinos y declarar el toque de queda.
El resto de Cisjordania, alrededor de 60 por ciento, con varios asentamientos y bases militares, está bajo total control israelí.
Tres "retiros adicionales" de tropas israelíes en Cisjordania mencionados por los acuerdos proponen dejar más territorios bajo exclusiva jurisdicción palestina. Pero la redacción del acuerdo dejó excesivo margen a los negociadores en relación a las dimensiones de los retiros.
Palestinos, otros árabes y observadores han reaccionado prudentemente ante la victoria de Netanyahu, y los palestinos han reiterado su compromiso con los acuerdos y la expectativa de que Israel también los cumpla.
A la espera de la actitud que tomará Israel, los palestinos consideran el retiro del ejército como una prueba de la sinceridad del Likud para hacer honor a los acuerdos firmados por el anterior gobierno laborista.
Aunque no se han hecho anuncios formales antes de asumir el gobierno, un vocero del Likud se refirió a un plan para "refefinir" el retiro del ejército de Hebrón, con el consentimiento palestino.
"Hebrón es un caso especial", dijo el vocero del Likud Zalmon Shoval, quien podría convertirse en embajador en Estados Unidos.
El nuevo gobierno israelí, según Shoval, seguramente quiera trabajar en "una fórmula que tenga en cuenta la seguridad de los judíos en Hebrón y los derechos judíos en la ciudad, y, al mismo tiempo, seguir adelante y transferir toda la autoridad que sea posible en acuerdo con lo firmado por el gobierno".
Pero la plataforma del Likud contradice muchas de las expectativas palestinas generadas por el acuerdo de Oslo y varios temas ya acordados, mientras los analistas estiman que Netanyahu deberá limitar parte de su retórica dura una vez que se enfrente a la realidad de la práctica de gobernar.
El mayor desafió para Netanyahu es "la contradicción entre algunos de los temas en los que basó su campaña y la realidad que encontrará ahora que es responsable del gobierno", advirtió el analista israelí Mark Heller, del Centro Jaffee de Estudios Estratégicos.
Pero Heller también dijo que un acuerdo final entre los palestinos y el gobierno de Likud es poco probable. (FIN/IPS/tra-en/dh/fn/lp/ip/96)