ISRAEL: Unidad árabe en apoyo a Palestina, un logro de Netanyahu

El gobierno de Israel, encabezado desde la semana pasada por Benyamin Netanyahu, logró que 21 países árabes se pusieran de acuerdo, al menos, en respaldar el derecho de los palestinos a la autodeterminación y a la creación de su estado.

A pesar de los desencuentros registrados en torno a otros asuntos, los gobernantes de las naciones árabes que asistieron a la cumbre en El Cairo este fin de semana demostraron una unidad inusitada al reclamar a Israel respeto a los acuerdos de paz de Oslo, que fueron suscritos por el gobierno anterior.

Además, los jefes de estado y de gobierno adhirieron a la constitución de un estado palestino con Jerusalén oriental, ciudad a la que el actual gobierno de Israel considera indivisible, como capital.

En un despliegue de solidaridad sin precendentes, todos los estados árabes (con excepción de Iraq, excluido de la cumbre) reconocieron los acuerdos de paz firmados por los palestinos e Israel y respaldaron a la Autoridad Nacional Palestina (ANP) que preside Yasser Arafat.

"Esta es la primera vez que todos los países árabes apoyan los derechos de los palestinos", dijo a IPS este lunes en Gaza Saeb Ereikat, representante de la ANP en la reunión celebrada en la capital de Egipto.

La declaración no fue muy severa, lo que fue deliberado para evitar réplicas del flamante gobierno de Netanyahu, del derechista partido Likud.

De todos modos, los gobernantes árabes adhirieron en bloque a los reclamos palestinos de retirar las tropas israelíes de Cisjordania y Gaza, frenar la construcción de colonias judías en esas áreas y dividir Jerusalén.

Además, exhortaron a la reanudación inmediata de negociaciones "en todas las vías", en referencia tanto a los palestinos como a Siria. Ambos recibieron señales negativas del gobierno de Netanyahu desde su elección el 29 de mayo.

"La declaración fue bastante clara en respaldo a la versión palestina del proceso de paz, y no fue demasiado ofensiva hacia Israel", dijo Ehud Sprinzak, profesor de ciencia política de la Universidad Hebrea.

El analista agregó que "desde una perspectiva palestina, logró lo máximo que se podía lograr, dado el conflicto interno que vive el mundo árabe".

Los palestinos sostienen que la cumbre les dio esperanzas, pero, como ocurre con la mayoría de las declaraciones que se emiten en esta convulsionada región, la surgida en El Cairo fue significativa tanto por lo que dice explícitamente como por lo que omite.

Los gobernantes árabes capitalizaron la percepción internacional de que Netanyahu intentará trabar el proceso de paz y pusieron énfasis en su reclamo a Israel de que respete los compromisos asumidos en Oslo.

Pero la declaración no dice una palabra sobre las posibles respuestas del mundo árabe ante la posible concreción de la "táctica Shamir".

Esta política, definida por Sprinzak, se remite a la que pretendió desarrollar el ex primer ministro Yitzhak Shamir, del Likud, quien dijo antes de su derrota en las elecciones de 1992 que había planeado minar las negociaciones por medio de la construcción de asentamientos judíos en Cisjordania y Gaza.

En la declaración, los gobernantes árabes emitieron una vaga amenaza al gobierno de Netanyahu, a quien advirtieron que, si frena el proceso de paz, "reconsiderarán sus posiciones".

Las primeras pruebas a la voluntad de implementar los acuerdos de Oslo por parte de Netanyahu serán las decisiones que adopte en torno a la aún ocupada ciudad de Hebrón.

Si bien estaba previsto que Israel se retiraría del poblado hace meses, el gobierno anterior que encabezó Shimon Peres, del Partido Laborista, postergó la operación, que quedó a cargo de la administración del Likud.

Sprinzak pronosticó que los gobiernos árabes retrasarán el establecimiento de vínculos si Netanyahu desacelera la implementación de los acuerdos de paz, lo cual podría interrumpir el avance que registró la economía israelí desde que éstos se firmaron.

Ereikat manifestó que cualquier retraso en el proceso de paz provocará una reacción negativa en las naciones árabes, y acotó que el congelamiento de los lazos entre Israel y sus vecinos no es intención de los palestinos.

"Nadie pide eso. Lo que le decimos al gobierno de Netanyahu es que, si quiere desacelerar, el proceso de paz colapsará y los países árabes se verán obligados a reconsiderar su relación con Israel, que será responsable de las consecuencias", dijo.

Las propuestas de Netanyahu durante la campaña electoral incluían el mantenimiento del control israelí sobre Hebrón y la promesa de mantener la unidad de Jerusalén, ciudad a la que tanto Israel como los palestinos reivindican como capital.

El actual primer ministro también se manifestó a favor de aumentar el apoyo a las colonias judías del otro lado de la "línea verde" que divide Israel de los territorios ocupados, lo cual, según los palestinos, contaminará la atmósfera de las negociaciones y dificultará cualquier acuerdo que se negocie.

Los analistas israelíes ya se refieren a la necesidad de que Netanyahu mantenga la continuidad del proceso de paz y sus promesas de campaña como "la cuadratura del círculo".

El gobernante se ha enfrentado a un pacto con los palestinos parcialmente implementado durante el período de Yitzhak Rabin y Peres, y al compromisos sellado por éstos frente al mundo para concretar el resto de lo acordado.

Pero también se enfrenta a los políticos de "línea dura" que integran su propio gabinete, entre ellos el propio Sharon, considerado el adalid de los colonos judíos. (FIN/IPS/tra- en/dho/rj/mj/ip/96

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