La Cumbre de las Ciudades que concluirá en Estambul este viernes deja sobre todo para América Latina consenso y compromiso para mejorar sus asentamientos urbanos, coincidieron representantes de los grupos que la protagonizaron.
El consenso se expresó en un Plan de Acción común de los gobiernos latinoamericanos y caribeños, que coloca como primera prioridad la lucha contra la pobreza urbana y fue respaldado por organizaciones no gubernamentales (ONG), municipalidades y sectores gremiales y académicos.
El compromiso tiene como clave la co-responsabilidad de todos los actores urbanos para procurar mejores ciudades, donde en fin de cuentas viven todos, y a diferencia de otras conferencias del sistema de Naciones Unidas las obligaciones no caen sólo sobre los gobiernos sino que se esparcen sobre toda la sociedad.
Un foro permanente de concertacion sobre el hábitat, entre los sectores concernidos, será establecido en América Latina como resultado de los trabajos de Estambul. Costa Rica se ofreció como sede de su primera reunión, en 1997.
Enrique Ortiz, de la delegación de México y secretario general de la Coalición Internacional para el Hábitat, dijo a IPS que "los gobiernos y las ONG de América Latina se organizaron para venir a Estambul y traeron abundante consenso".
Ese consenso se expresó en el Plan de Acción que elaboraron ministros del sector en reuniones previas en Santiago y Valdivia (Chile), y que traduce en términos regionales la mayor parte de los objetivos y el programa de acción (Agenda Estambul) a la que esta cumbre daba los últimos toques.
La Agenda Estambul de esta segunda Conferencia de Naciones Unidas sobre Asentamientos Humanos (Hábitat-II) fue concebida como guía para navegar entre las necesidades de la población urbana, que en una década representará más de 60 por ciento de los 6.600 millones de seres que poblarán el mundo.
El plan latinoamericano colocó como primera prioridad la lucha contra la pobreza, en una región con 75 por ciento de población en ciudades y donde los pobres urbanos son ya 120 millones.
Establece también objetivos y compromisos para construcción de viviendas, mejorar la calidad de vida urbana -con medidas de transporte, saneamiento y apertura de espacios a la cultura y la recreación- y convertir a las ciudades en factores de producción económica y creación de empleo.
"Es un buen plan de trabajo y responde a un esfuerzo político común. Sólo eso ya es un logro, pero lo acompaña un incremento de la comprensión de los gobiernos sobre la necesidad de concertar y negociar con toda la sociedad civil", observó a IPS la colombiana Clara Angel, de la red de ONG Mujer y Hábitat.
Sin embargo, cuando las delegaciones de América Latina propusieron el jueves la adopción de su plan como un anexo de la Agenda Estambul, la cúpula de la conferencia rehusó el pedido, porque escapa a los procedimientos formales del sistema de Naciones Unidas, aunque ofreció en cambio divulgarlo.
América Latina y el Caribe se ha jactado de ser la única región que confeccionó un plan común y encajó el rechazo como otro golpe de la burocracia de Naciones Unidas que además englobó sus iniciativas en el "Grupo de los 77 más China", a pesar de que estados como México no pertencen al G-77.
"Esta conferencia promovió y premió las mejores prácticas en materia de hábitat urbano, pero rechaza acoger el plan que, producto de la concertación de gobiernos y con el concurso de ONG, es precisamente una muestra de buena práctica", observó el ministro de Vivienda y Urbanismo de Chile, Edmundo Hermosilla.
De cualquier manera, "después de la conferencia y del plan viene el seguimiento, y en primer lugar de los recursos, de cómo se define su utilización, de si se destinan por ejemplo a viviendas baratas para los pobres o a viviendas rentables según el modelo neoliberal en boga", observó Ortiz.
"Un primer indicador será observar si las políticas de vivienda y urbanismo las definen los organismos del sector o los ministerios de finanzas", agregó Ortiz, uno de los "veteranos" de la conferencia Hábitat-I en Vancouver (Canadá).
Un segundo punto a seguir es el cumplimiento de los derechos reafirmados en Estambul, comenzando por el de la vivienda como derecho humano, pero que a pedido de Estados Unidos -reacio a que estas conferencias produzcan nuevos derechos- incorporó el criterio de "instrumentación progresiva".
Otra conquista por la que se batieron las ONG en Estambul -se inscribieron unos 7.000 activistas de 2.500 organizaciones- fue el rechazo a los desalojos mediante la fuerza pública, modificado en su redacción final porque los Estados impedirán o desestimularán los desalojos "ilegales".
El término "ilegal" complace a los gobiernos, que pueden echar mano de su legislación para medidas de fuerza, pero también a las organizaciones populares, que pueden invocar el ángulo de la legislación internacional sobre derechos humanos.
Angel también destacó como logro latinoamericano que un concepto acuñado en la región, el de la produción social de hábitat, alcanzase reconocimiento y sus protagonistas -comunidades organizadas, distintas del Estado, empresarios o individuos- sean reconocidos en el plan de acción regional.
En el terreno de los compromisos, Angel dijo que "ahora todos los actores definirán su papel: gobierno central, municipios, ONG, comunidades de base, empresarios, sindicatos, académicos y organismos internacionales de financiamiento y cooperación, pero para lograr los objetivos deberán acordarse entre sí".
A ese respecto, el colombiano Alejandro Florián, también de la Coalición para el Hábitat, subrayó a IPS "la necesidad de que se abran espacios para la participación popular en la gestión pública urbana, en correspondencia con el mandato de asociación (partnership) que emana de esta conferencia".
En esa direccion marchan el Foro, con su primer encuentro previsto en Costa Rica, y la Unión Internacional de Autoridades Locales, que se reunirá en París en septiembre y designará como presidente al alcalde de Santiago de Chile, Jaime Ravinet.
América Latina también pudo mostrar en Estambul varias de sus mejores prácticas urbanas, dos de las cuales, el proyecto sobre Lotes y Servicios para familias pobres del norte de Buenos Aires y la rehabilitación de "favelas" en Fortaleza (Brasil), figuraron entre las 12 premiadas por la Conferencia.
La ausencia de mandatarios latinoamericanos y caribeños en Estambul -acudió una veintena de países vecinos o aliados de Turquía- fue revertida con el anuncio de que el presidente de Cuba, Fidel Castro, acudiría a la jornada de clausura.
Finalmente, las ONG latinoamericanas se hicieron sentir en los foros paralelos, especialmente los de mujeres, y el enmascarado paladín de los barrios populares de México, Superbarrio, encabezó una marcha callejera que la policía contuvo pero logró llamar la atención sobre el derecho a la vivienda. (FIN/IPS/hm/dg/pr/96)