Las relaciones diplomáticas entre los estados árabes del Golfo e Irán parecen haber alcanzado un punto sin retorno, tras las denuncias de una revuelta apoyada por Teherán para derrocar al gobierno de un rico emirato petroleo, Bahrain.
Arabia Saudita y sus aliados del Golfo Pérsico, que observan atentamente la situación en Bahrain, manifestaron su respaldo en oposición a "cualquier intervención extranjera" en los asuntos internos del pequeño emirato.
Los estados del Golfo, además, acusaron abiertamente a Irán de tratar de exportar su revolución islámica y apoyar a los militantes islamitas locales. Diplomáticos en la región dijeron que el deterioro de las relaciones podría afectar la floreciente economía y los lazos comerciales entre los dos bandos, como tambien elevar la tirantez en esa estratégica región.
Señalaron que la cuestión de la seguridad de los ricos países petroleros del Golfo era prioritaria para los intereses occidentales, por lo cual debían se protegidos mediante fuerzas militares si eran amenazados por Irán.
Cerca de la mitad de las exportaciones globales de petróleo, en gran parte bombeadas por Arabia Saudita, son embarcadas a través del angosto Estrecho de Hormuz, que es vigilado por Irán de una parte y Omán de la otra.
Con reducidas poblaciones y ejércitos pequeños, los estados árabes del Golfo desde la crisis con Iraq en 1990-1991 dependen casi totalmente del paraguas protector occidental.
Durante años, Irán ha tratado infructuosamente de atraer a los estados del Golfo para formar una alianza regional política y militar que excluya cualquier injerencia de Estados Unidos u otras potencias occidentales.
Los seis estados de la región, Arabia Saudita, Kuwait, Qatar, los Emiratos Arabes Unidos, Bahrain y Omán, están agrupados en el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), una alianza política y militar establecida en 1981 en parte para contrarrestar la influencia iraní en el área.
Analistas del Golfo dijeron las abiertas acusaciones formuladas el lunes por Bahrain contra Irán, afirmando que estaba detrás de un complot para derrocar al gobierno por la fuerza e instalar un régimen islámico, ha anulado las esperanzas de cualquier acercamiento árabe-iraní.
Con excepción de Qatar y Omán, el resto de las naciones del Golfo ven a Irán con suspicacia y temen a sus militantes shiítas.
El ministro de Exteriores de Bahrain, Mohammed bin Mubarak al Khalifa, declaró que el embajador iraní en Manama dejará el país la semana próxima. Bahrain dijo que había llamado a su embajador en Teherán y reducido su representación diplomática en la capital iraní poniéndola en manos de un encargado de negocios.
Irán negó como "totalmente infundados" los cargos de su supuesta injerencia en los asuntos internos de Bahrain, y exhortó al emirato a no caer "en la trampa de Estados Unidos e Israel".
Un diario iraní afirmó el miércoles que las acusaciones fueron seguramente orquestadas por Washington para desacreditar a Teherán porque se opone al proceso de paz árabe-israelí.
No obstante, los diarios del Golfo previnieron que Irán arriesga convertirse en un paria internacional si no deja de inmiscuirse en los asuntos de países de la región.
La televisión de Bahrain difundió las declaraciones de seis shiítas militantes, que fueron acusados de pretender derribar al gobierno con ayuda de Irán.
Los seis, que forman parte del grupo de 34 que confesó pertenecer al ala militar de Hezbollah-Bahrain, dijeron que habían recibido entrenamiento en Irán y Líbano.
Desde diciembre de 1994, Bahrain viene sufriendo demostraciones de malestar antigubernamental orquestadas por musulmanes shiítas, que demandan la reposición del parlamento suspendido en 1975 por las autoridades sunnitas.
Desde entonces, al menos 22 personas fueron asesinadas y muchas otras heridas en la ola de violencia que incluyó ataques con bombas caseras e incendiarias, palizas y puñaladas.
Alrededor del 40 por ciento de los 340.000 habitantes de Bahrain son sunnitas mientras el 60 por ciento son shiítas. Las autoridades aseguran que solo el 35 por ciento son shiítas.
Desde el descubrimiento de petróleo en el archipiélago del Golkfo en 1932, los shiítas constituyeron la roca fuerte de la mano de obra y tomaron parte de una cadena de huelgas en el arco de 40 años, entre 1935 y 1975.
Debido a que Bahrain enfrente una fuerte crisis económica por la disminución de sus reservas petroleras y porque otros estados del Golfo compiten como centros financieros, los shiítas están perdiendo sus lugares de trabajo.
Como los partidos políticos están prohibidos en Bahrain los shiítas han formado grupos de oposición en el exterior como el Movimiento por la Libertad de Bahrain con base en Londres.
Los militares, que trataron de aplastar a los disidentes shiítas, cuentan con 8.100 hombres, 6.000 en el ejército, 700 en la fuerza aérea y 600 en la marina. La policía y las fuerzas paramilitares cuentan con 9.000 hombres, en su mayoría extranjeros. (FIN/IPS/tra-en/am/kad/ego/ip).
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