La selección uruguaya de futbol sufrió este domingo ante Paraguay la peor derrota en la historia de su participación en eliminatorias de un campeonato mundial y desnudó las carencias de su régimen profesional, que muestra una progesiva decadencia.
"Hace mucho que no ganamos y tenemos un pasado que cada vez nos presiona más", dijo este lunes Oscar Tabárez, ex director técnico de la selección nacional.
Desde el 1 de julio Tabárez dirigirá al Milan de Italia, el club europeo que mayores lauros de ese continente en la última década.
Durante una entrevista radial, Tabárez destacó este lunes el "peso" que actualmente sufren los jugadores "celestes", a quienes los hinchas y los periodistas "les tiran con toda la historia por encima".
Uruguay fue campeón olímpico en 1924 y 128, campeón mundial en 1930 y 1950, y Penañol y Nacional, las dos mayores instituciones del país, han logrado varios títulos regionales y mundiales a nivel de clubes.
La selección "celeste" tuvo su mejor ubicación de los últimos años con un cuarto puesto en el mundial de México de 1970, pero quedó fuera de los mundiales de Argentina (1978) y España (1982) y en Alemania (1974), México (1986) e Italia (1990) fue eliminado antes de los cuartos de final.
El resultado de destaque más reciente lo obtuvo el año pasado, cuando ganó como local la copa América de selecciones.
"Nos quieren hacer creer que los uruguayos debemos ganar porque estamos hechos de una madera especial" y el mundo es actualmente diferente al de 1950, dijo Tabárez, quien aludió al mito de la llamada "garra charrúa".
"Eso es lo peor que puede suceder para el mínimo grado de concentración que deben tener los jugadores", dijo el técnico, que antes dirigió, entre otros clubes, a Peñarol, Boca Juniors de Argentina y Cágliari de Italia.
Para Tabárez, el fútbol actual se ha convertido en un gran negocio, pero en Uruguay éste no produce beneficios para el profesionalismo local.
"Aquí mantiene cierta vigencia porque milagrosamente siguen apareciendo valores, pero si en América del Sur hubiera un campeonato de profesionalidad futbolística jugaríamos en segunda división. El profesionalismo nuestro es desastroso", sentenció.
Los hechos parecen darle la razón.
Hace dos semanas, los dirigentes de Rampla Juniors, uno de los líderes del campeonato local de primera división, se vieron forzados a reunir entre sus simpatizantes durante un partido el equivalente a 500 dólares para pagarle el premio los jugadores.
La situación de Rampla, uno de las instituciones más viejas del fútbol vernáculo, es emblemática. En lo que va de este año, los jugadores sólo cobraron un mes de salario.
Un periodista confió a IPS que el técnico de ese club, Carlos Manta, le reveló que un jugador tuvo que vender su televisor para completar el presupuesto familiar.
La semana pasada, La Luz y Uruguay Montevideo, de la segunda división profesional, fueron descendidos de categoría porque no pudieron cumplir con la reglamentación que obliga a los clubes a estar al día con sus jugadores antes de empezar la competencia.
También previo al iniciarse el campeonato de primera división la mayoría de las instituciones, incluído el "grande" Nacional, disputaron una carrera contra el tiempo para poder cumplir con esa reglamentación.
"En Uruguay hay buenos jugadores que juegan mal al fútbol", afirmó José Sasía, un veterano ex jugador de Peñarol y Nacional y de varias instituciones de América del Sur y actual supervisor de las divisiones inferiores del Defensor local.
Los principales estrellas del fútbol uruguayo juegan en equipos de Argentina, España, Italia, Colombia y México, entre otros países.
De los once jugadores titulares que Uruguay puso en la cancha frente a Paraguay, sólo uno, el capitán Pablo Bengoechea, disputa el certamen local.
Los restantes titulares llegaron del exterior: Marcelo Otero, José Herrera, Gustavo Méndez y Paolo Montero de Italia, Eber Moas de México, Marcelo Saralegui y Sergio Martínez de Argentina, Claudio Arbiza de Chile y Alvaro Gutiérrez y Jorge Poyet de España.
Tabárez piensa que ello crea probemas a la hora de amalgamar el juego de la selección nacional, una circunstancia que no se da en Argentina, Colombia, Chile, Ecuador, Perú, Venezuela o Paraguay, donde el número de "repatriados" es menor.
"El medio interno no tiene un nivel de exigencia alto y la actividad internacional es prácticamente nula", advirtió el técnico.
En este país de 3,1 millones de habitantes, el fútbol profesional se desarrolla en la capital, donde vive 45 por ciento de los habitantes.
Una gran parte de los jugadores tiene además empleos en la actividad pública o privada y su meta es lograr un pase al exterior, situación que se convierte en una obsesión desde la adolescencia.
Un informe de la revista Tres reveló que alrededor del fútbol infantil ya operan contratistas. (FIN/IPS/rr/dg/sp/96)