Los países más industrializados están perdiendo su capacidad de controlar la economía mundial, según un informe de un destacado centro de investigaciones partidario del libre comercio.
El Grupo de los Siete (G-7) perdió su camino en asuntos financieros y monetarios, como resultado de una actitud tímida y de la falta de cooperación de los Ministerios de Finanzas de sus integrantes, sostuvo el informe del Instituto para la Economía Internacional (IIE).
El IIE hizo un llamado al Grupo de los Siete (G-7) países más industrializados a revertir la tendencia dentro de la organización e imponer nuevos métodos para asegurar la estabilidad monetaria.
Líderes del G-7 de Alemania, Canadá, Gran Bretaña, Francia, Italia, Japón y Estados Unidos celebrarán una cumbre a fin de mes en Lyon, Francia.
En el informe sobre "Liderazgo económico mundial y el Grupo de los Siete", el director del IIE, Fred Bergsten, afirmó que el Fondo Monetario Internacional (FMI) necesita más autoridad y acceso a nuevos fondos para hacer frente a crisis que, como la de México, amenazan el sistema financiero mundial.
El FMI debería recibir al menos 100.000 millones de dólares para hacer frente a tales emergencias, y el dinero debería ser canalizado por el Acuerdo General de Préstamos (GAB).
La suma duplica la cantidad de aportes al GAB de los países más ricos del mundo, entregados hace 10 días, tras un año de negociaciones para expandir el órgano, resultantes de la crisis del peso mexicano, de diciembre de 1994.
Para recaudar el total sugerido, los países del G-7 deberían ofrecer a los países contribuyentes la integración al Grupo de los Diez, un grupo mayor que incluye varias naciones europeas, indicó el informe.
Un G-10 ampliado, según Bergsten, representaría un paso intermedio entre el informal comité directivo y la integración universal del FMI.
Como evidencia de la incapacidad del G-7 de controlar la economía mundial, el informe, escrito también por el economista C. Randall Henning, cita el hecho de que cada uno de sus miembros ha experimentado una innecesaria crisis monetaria durante esta década.
Asimismo, citó el desequilibrio de las balanzas comerciales de Estados Unidos y Japón, que ha aumentado alarmantemente , creando nuevas presiones al sistema comercial mundial.
El G-7 no anticipó la crisis mexicana, y la subsiguiente operación de rescate creó serias restricciones a las relaciones entre Estados Unidos y países europeos, algunos de los cuales se opusieron a las medidas de emergencia.
El debilitamiento del grupo releja diferencias internas, notablemente entre Estados Unidos y Alemania. Como Estados Unidos ha perdido poder y Alemania se ha afianzado en una cada vez más integrada Europa, los miembros son cada vez más reticentes a seguir el liderazgo de Washington.
Un creciente pesimismo sobre la capacidad de coordinar las políticas efectivamente, sumado al rechazo a criticar programas nacionales específicos, también ha contribuido a la tendencia.
Para revitalizar su efectividad, según los autores, el G-7 debe centrar sus esfuerzos en la creación de una coordinación de políticas mediante nuevos compromisos monetarios similares a los del Sistema Monetario Europeo.
Específicamente, el informe hace un llamado a fijar un objetivo de bandas de más/menos 10 por ciento de las principales monedas, para evitar grandes desalineamientos y promover la coordinación de políticas.
También exhorta a la creación de un sistema de alarma para prevenir crisis monetarias en mercados emergentes y países del G- 10. (FIN/IPS/tra-en/jl/lp/if/96)