El cambio operado en el mapa político de Europa en los últimos años también se refleja en un aumento de la cooperación en materia de transportes entre el este y el oeste del continente.
La Conferencia Europea de Ministros de Transportes (CEMT), entidad creada hace 43 años en el ámbito de Europa occidental, ha entrado ahora en un período de revitalización y ampliación de su alcance geográfico.
Esta transformación quedó en evidencia la semana pasada, cuando se reunieron en Budapest los ministros del ramo de 42 naciones europeas, bajo los auspicios de la CEMT, para discutir la integración de los sistemas de transportes y la creación de un sistema paneuropeo competitivo y no contaminante.
En efecto, esta organización de transportes ha ampliado sus horizontes y funciones como puente político entre la Unión Europea (UE) y los países de Europa central y oriental. La primera capital de país no occidental en ganar el derecho de sede y presidencia de la CEMT fue este año Budapest.
La CEMT fue fundada en 1953 por los Estados europeos miembros de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), que reúne a los países industrializados del mundo. Durante los cuatro primeros decenios de su existencia, la organización centró su atención en la política de transportes de Europa occidental.
A partir de ahora, en cambio, los trabajos de la CEMT podrán afectar también a países como las repúblicas de Macedonia (ex yugoslava) y de Ucrania (ex soviética), que en Budapest lograron su plena incorporación, mientras Belarús está a punto de ingresar y Azerbaiján espera obtener el estatuto de observador.
La puesta en práctica de una política común de transportes en todo el continente no ha sido siempre una tarea fácil.
Durante décadas, diversas organizaciones internacionales -como la UE, la propia CEMT y su creadora, la OCDE- trabajaron de forma separada y diseñaron políticas en gran parte contradictorias.
El aspecto más dañino de esta guerra de políticas de transporte fue el silencio de 20 años entre la CEMT y la UE, que según el ministro húngaro del ramo, Karoly Lotz, "pudo ser el resultado de una rivalidad".
"Pero conseguimos romper ese silencio, poniendo énfasis en que la CEMT no pretende ser una autoridad de transporte. Se trata de un cuerpo profesional con diversos comités de trabajo y gran especialización, que también podría actuar como puente entre la UE y los países ajenos a la Unión", dijo Lotz.
Tal como explicó a IPS el comisario de transportes de la UE, Niel Kinnock, la integración del sector supone hacer conexiones, y sin conexiones será inútil el esfuerzo de los países de Europa central y oriental por formar parte de la red continental de transportes.
Las prioridades fijadas en las políticas de transportes de la mayoría de los países europeos reflejan la opinión de Kinnock. Los expertos creen que la armonización de las normas del transporte puede facilitar la integración europea y contribuir a la estabilización del desarrollo regional.
Por otra parte, habrá que tener en cuenta las diferencias notorias que existen entre los países occidentales y los de Europa oriental. El primer ministro de Hungría, Gyula Horn, subrayó que estos últimos son incapaces de modernizar sus redes de transportes con sus solos recursos.
Por lo tanto, estos países esperan recibir ayuda externa en la forma de préstamos y acuerdos especiales.
No obstante, y pese a las dificultades financieras y técnicas, los expertos occidentales creen que las políticas de transporte y las infraestructuras de Europa oriental podrían alcanzar los niveles occidentales con relativa rapidez.
"Los países más desarrollados de la región serán competitivos en el mercado europeo de transportes en el término de 10 años, y los menos desarrollados algo más tarde", dijo Kinnock. (FIN/IPS/CEE/tra-en/aj/hvdb/arl/tr/96)