ESTADOS UNIDOS: Washington, solo contra el mundo

El presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, tiene una gran diferencia a su favor en las encuestas a cuatro meses de las elecciones de noviembre, pero la derecha del opositor Partido Republicano parece definir el tono de la campaña en lo que refiere a la política exterior.

Esta es una explicación de las acciones que desplegó el gobierno de Clinton en las últimas semanas y que tuvieron como denominador común el rechazo de buena parte del resto de los países del mundo.

El primer blanco de Washington fue La Habana. Clinton respaldó efusivamente, después de años de rechazarla, la ley del senador de extrema derecha Jesse Helms que castiga a las empresas extranjeras que "trafiquen" con bienes expropiados en Cuba y permite que se las querelle en juzgados de Estados Unidos.

Los más estrechos aliados de Washington, entre ellos Canadá y la Unión Europea, afirmaron que la ley viola las normas internacionales de comercio y podría obligarlos a adoptar represalias.

Entonces, Clinton adhirió, de nuevo con entusiasmo, a otro proyecto de ley que le permitiría imponer pesadas sanciones a compañías extranjeras que efectúen grandes inversiones en Irán y Libia, lo cual volvió a provocar enojo entre los aliados de Estados Unidos con intereses en ambos países.

El golpe de gracia fue el anuncio, la semana pasada, de que Washington vetará en el Consejo de Seguridad la posibilidad de postergar el mandato de Boutros Boutros-Ghali al frente de la Secretaría General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) por otros cinco años.

"Estados Unidos se las arregló otra vez para ofender a 180 países", dijo un alto oficial de la ONU.

Este, quizás, no haya sido el principal propósito del go

En política nacional, por ejemplo, el presidente se alineó con la derecha republicana en la oposición a los matrimonios de homosexuales y expresó su voluntad de considerar una enmienda constitucional que asegure derechos específicos a las víctimas de los criminales.

Pero la intención de Clinton de tomar por asalto el programa del Partido Republicano es más clara en lo que refiere a su gestión de política exterior.

El gobierno demócrata abandonó su diplomacia "multilateral" casi inmediatamente después de que los republicanos comenzaron a atacar la participación de Estados Unidos en la misión de mantenimiento de la paz de la ONU en Somalía a fines de 1993.

La subsecuente resistencia de Washington a involucrarse en operaciones militares provocó el desastroso fracaso de la ONU en su intento de frenar el genocidio en Ruanda en 1994, y tuvo un elevado costo en Haití y Bosnia-Herzegovina, donde retrasó la intervención militar.

La mayoría republicana del Congreso forzó la caída del presupuesto del Departamento de Estado, lo que convirtió al país más rico del mundo en el mayor deudor individual a las Naciones Unidas y lo retrajo al cuarto lugar en la lista de donantes a las naciones en desarrollo, detrás de Japón, Francia y Alemania.

Los votos de los legisladores republicanos colocaron a la ONU, a la Asociación Internacional de Desarrollo del Banco Mundial (IDA) y al Fondo Global de Ambiente (GEF) al borde de la crisis financiera.

Los más estrechos aliados de Estados Unidos, los países de la Unión Europea y Canadá, han debido desembolsar fondos extraordinarios para evitar que que se produjera la anunciada crisis en esos organismos.

A pesar de estos esfuerzos financieros, Estados Unidos acusa a esos países de flaqueza moral porque sus compañías se involucran con "estados canallas" como Cuba, Irán y Libia, y les advierte que deben abandonar sus inversiones allí. (FIN/IPS/tra- en/jl/yjc/mj/ip/96)

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