/DROGAS Y NARCOTRAFICO/ BRASIL: Narcotráfico emplea 5.000 niños en Río

El comercio de drogas en esta ciudad brasileña emplea a cerca de 5.000 niños y adolescentes menores de 18 años, que no pueden ser castigados penalmente.

Ese dato, al igual que la estimación de que el narcotráfico recluta dos nuevos niños cada día, consta en el informe entregado este miércoles por la artista plástica Ivonne Bezerra de Mello al Congreso Nacional, en Brasilia, durante un seminario sobre violencia, drogas y armas.

La incorporación creciente de los niños pobres es inevitable, ya que pueden ganar hasta 90 dólares diarios o 2.700 por mes, 24 salarios mínimos, señaló la pintora, que hace muchos años trabaja con niños de la calle en Río de Janeiro.

El informe, producto de informaciones que Bezerra de Mello obtuvo de los 265 menores pobres a los que presta asistencia, incluye un mapa detallado de los puntos en que se vende cocaína, heroína, morfina, el alucinógeno LSD, marihuana, crack y extasy, en Río y ciudades vecinas.

Hoteles, bares, escuelas, taxis, plazas y locales de gran afluencia de público, como terminales de trenes y autobuses, son sitios en los que los consumidores, en general jóvenes de clase media, pueden abastecerse de drogas ilegales.

Antes los niños eran utilizados como centinelas y entregadores. Ahora son vendedores y ganan 15 por ciento de lo que comercializan.

Muchos de los niños, según el informe, consumen la parte de la droga que les corrresponde como "utilidad", se hacen dependientes y pasan a sufrir pérdidas.

Los traficantes no perdonan deudas, asesinan a los deudores y hacen desaparecer sus cuerpos o los sepultan como indigentes no identificados.

Ivonne Bezerra de Mello aseguró tener los nombres de los grandes traficantes de drogas de Río de Janeiro, que, según ella, son jóvenes y viven en los barrios ricos de la ciudad, no en las favelas donde actúan los distribuidores conocidos y buscados por la policía.

La artista plástica se hizo conocida como protectora de los niños de la calle que vivían en torno a la Iglesia de Candelaria, en el centro de Río de Janeiro. Ocho de esos niños fueron asesinados por policías en julio de 1992.

Marcus Vinicius Emanuel, policía militar y uno de los siete acusados de la masacre, confesó su participación durante el juicio al que fue sometido el 29 de abril y en el que fue condenado a 309 anos de prisión. La condena fue considerada el fin de la impunidad de los exterminadores de niños de la calle. (FIN/IPS/mo/dg/pr- ip/96

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