COLOMBIA: Un líder octogenario conduce campaña contra Samper

Hernán Echavarría Olózaga, un industrial de 85 años que a fines de la década de 1950 contribuyó al derrocamiento del dictador Gustavo Rojas Pinilla, encabeza activamente una campaña por la sustitución del presidente Ernesto Samper.

Halagado por el protagonismo que le confiere la ausencia de una oposición popular al cuestionado gobierno de Samper, Echavarría pone su verbo, su avión y su prestigio al servicio de la campaña del Moviento de Reconstrucción Nacional, que gana apoyo entre los industriales.

Su auditorio está compuesto por la alta y media clase empresarial y, principalmente, por representantes de la industria de la construcción, de los transportistas y los exportadortes, pero no incluye a los grupos económicos más poderosos: Santo Domingo, Ardila Lulle y Sarmiento Angulo.

Echavarría fustiga a esos tres grupos por privilegiar sus intereses particulares. "Todos los que tienen grandes negocios con el gobierno, lo apoyan", dice.

"Me parece que al país no le convienen grupos tan poderosos, porque de la noche a la mañana vamos a descubrir que entre estos grupos y los narcos manejan a Colombia", advierte.

Echavarría fue el lunes el orador central de un acto realizado en el hotel Tequendama, de Bogotá, por empresarios contrarios a Samper. Fue la décima convocatoria de una serie iniciada en Medellín y Cali y será seguida de nuevas concentraciones, en capitales departamentales.

Con la voz cascada por los años, el dirigente exigió el relevo de Samper por el vicepresidente Humberto De La Calle, aunque según procedimientos previstos en la Constitución.

Echavarría instó a los participantes en el acto del Tequendama a "subir el tono de voz hasta que (Samper) se retire. No voy a descansar hasta que eso suceda", aseguró, en medio de una ovación.

La concurrencia al acto costaba 20.000 pesos (unos 20 dólares) y se vendieron 4.000 entradas, aunque no todas fueron utilizadas.

"El país no se conforma con que las últimas elecciones se hicieran con dinero de los narcos. No hay inversión, y todo el mundo está esperando que se vaya Samper", manifestó el industrial retirado.

Según él, la crisis institucional provocada por la denuncia de financiación ilícita de la campaña electoral de Samper en 1994 condujo al país a la peor encrucijada de su historia. Los acontecimientos "nos pueden llevar a una dictadura", no propiamente de derecha, sino a su juicio, de corte marxista.

Echavarría no se cansa de afirmar que medio país está tomado por la guerrilla, y exhorta a los empresarios hacer frente a la realidad que él describe. "Vean lo que está pasando, no sean tan ciegos", dice.

La teoría marxista no le resulta ajena. Leyó a Lenin en la década de 1930, cuando estudiaba ingeniería en la Universidad de Victoria, en Manchester, y mientras se especilizaba en la Escuela de Economía de Londres.

Ahora se contenta con leer el semario Voz, órgano oficial del Partido Comunista de Colombia, del que es uno de sus más fieles y críticos suscriptores.

A la formación académica recibida sumó su experiencia como miembro de varias juntas directivas de empresas familiares. Como las fábricas de loza y cerámica que identifican al Grupo Corona, y las textiles Coltejer y Fabricato.

Varias veces ministro, fundador de la Universidad de los Andes, de dos institutos de altos estudios en administración y de un tercero, de ciencia política, las ideas de Echavarría contribuyeron a la formación de la clase dirigente colombiana.

Su obra "El Sentido Común de la Economía", publicada a mediados del siglo, sigue siendo texto universitario obligado en las escuelas de finanzas y administración de todo el país.

Esa trayectoria y, sobre todo su reconocida intervención en la caida de la dictadura de Rojas Pinilla, en primer lugar, y luego, en la batalla contra el Grupo Grancolombiano, que en la década de 1980 defraudó a más de 20.000 pequeños ahorristas, lo avalan como representante destacado del sector tradicional.

Ante la ausencia manifiesta de alternativas a la crisis generada por el escándalo que envuelve al gobierno de Samper, Echavarría vuelve a la arena política.

Hay quienes creen ver en el viejo patriarca el guía hacia el sendero del dinero bien habido, sin los atajos que desde hace más de 20 años empezó a señalar la próspera economía ilegal de la droga.

Y él, entre reticente y realista dice: "Yo no puedo ser líder, porque tengo 85 años y nunca he sido político".

Pero esas objeciones no parecen tener peso real, pues poco a poco, Echavarría ha tomado posición en primera fila en la oposición al gobierno.

"A una persona como yo le quedan pocos años de vida, de modo que no tengo mucho que perder si ellos (el gobierno) quieren aplicarme los mismos sistemas que le aplicaron a 'la monita retrechera", expresó.

De ese modo implícito responsabilizó al gobierno de uno de los episodios más sórdidos en torno del proceso 8.000, como se conoce la investigación que sigue la Fiscalía por la penetración de dinero del narcotráfico en la política.

Se trata del asesinato de la comerciante Elizabeth de Sarria, quien, según grabaciones telefónicas, mantenía una relación amistosa con Samper, a cuya campaña habría aportado dinero de los traficantes de drogas.

De Sarria había sido citada como testigo por la Fiscalía, cuando fue asesinada.

Echavarría dejó en manos de los jóvenes "la idea de crear un partido cuyo principio básico sea el anticlientelismo", para el que ya tiene nombre: socialdemocracia.

Samper encabezó en el pasado una corriente socialdemócrata minoritaria en el gobernante Partido Liberal y obtuvo entonces el apoyo de Echavarría, que ahora se presenta como el más promocionado y tal vez peligroso adversario de su administración.

"Me gustaba eso de 'ponerle corazón a la apertura', que decía Samper en su campaña, porque este es un país feudal, donde la apertura y el neoliberalismo a ultranza son peligrosos", reconoció Echavarría.

A sus consejos se atribuye el cauteloso retiro del ministro de Hacienda Guillermo Perry, quien dimitió hace un mes. Y junto a él, e independientemente de lo que representa, se han agrupado los movimientos más o menos espontáneos de oposición a Samper.

El acto del lunes tuvo participación de dirigentes del Movimiento 19 de Abril, que también alberga a partidarios del gobierno, de líderes comunitarios de los cinturones de miseria de Ciudad Bolívar, en el sur de la capital, y de señoras de alta sociedad del exclusivo barrio El Chicó, en el norte.

Todos ellos, junto con banqueros, comerciantes, aseguradores, dirigentes del ala de ultraderecha del Partido Conservador y liberales disidentes, suscribieron la llamada Declaración de Bogotá pro salida de Samper.

El acuerdo conlleva "luchar con todas nuestras fuerzas por la consolidación de la democracia en Colombia y la extirpación de raíz de toda forma de corrupción".

Y se propone "exigir la renuncia inmediata del doctor Ernesto Samper del cargo de Presidente de la República, logrado con el concurso de los dineros de los narcotraficantes", una circunstancia que priva al mandatario "de título legítimo para gobernar el país". (FIN/IPS/mig/ff/ip/96)

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