Ambientalistas de Hong Kong recomendaron al grupo internacional Greenpeace que adapte su conducta a la mentalidad asiática antes de enfrentar al gobierno de China en torno a las pruebas de armas nucleares en ese país.
El consejo fue transmitido por varios activistas un día después de que Beijing impidió al buque insignia de la organización, el MV Greenpeace, ingresar al puerto de Shangai, donde los activistas planeaban desarrollar una campaña contra las pruebas.
El barco penetró en aguas territoriales chinas, pero fue detenido antes de llegar a su destino, cinco días después de la última explosión subterránea en una localidad desértica de la provincia septentrional de Lop Nor.
Greenpeace procura con su campaña impedir que el gobierno comunista efectúe otra prueba, poco antes de que se firme el tratado internacional de prohibición total de estas prácticas que se negocia actualmente en Ginebra.
Las autoridades emplearon poco tiempo en abordar y, luego, escoltar al MV Greenpeace fuera de sus aguas territoriales, mientras alertaban a los activistas que, si persistían en su actitud, serían juzgados de acuerdo con las leyes de China.
Representantes de Greenpeace sabían de antemano, tras una reunión con diplomáticos en la embajada de China en Filipinas, que su plan de desembarcar en Shangai no era visto con buenos ojos por Beijing, pero, de todos modos, se hizo el intento.
Los activistas de Hong Kong comparten la oposición de Greenpeace a las pruebas nucleares chinas, pero se lamentan de que los métodos empleados por el grupo perjudiquen proyectos a largo plazo dirigidos a limpiar el ambiente del país asiático.
Greenpeace apoya estos proyectos, y admite que debe sumergirse en un "proceso de aprendizaje" para acompasar sus pasos por la región.
La organización, con sede en Europa, desarrolló una exitosa y enérgica campaña en Asia contra las pruebas submarinas de Francia en sus colonias insulares del Pacífico sur entre fines del año pasado y comienzos de éste.
Para mejorar sus operaciones en Asia oriental, Greenpeace prevé la apertura en septiembre de una oficina en Hong Kong, enclave británico que será devuelto a la administración china en 1997, desde donde se supervisará las actividades en China, Taiwan, Singapur y Corea del Sur, entre otros países.
La directora regional de campañas del grupo, Anne Dinwall, admitió, en una entrevista que concedió desde el MV Greenpeace, su temor de que la irrupción en aguas territoriales de China perjudique otras campañas referidas a ese país, sobre residuos tóxicos, tecnología industrial "verde" y ahorro de energía.
"Pero no podemos permitirnos ser delicados cuando ya habíamos decidido manifestarnos contra el programa de pruebas nucleares de China. Teníamos la obligación" de intentar el desembarco en Shangai, dijo.
Xavier Pastor, otro activista de Greenpeace, coincidió con ese planteo. "No queremos que otros proyectos se vean perjudicados, pero, por otro lado, no intentar convencer a un país de detener sus pruebas nucleares habría sido inconsistente con nuestra política de los últimos 25 años", explicó.
Ambientalistas de Hong Kong desconfían de las tácticas de Greenpeace y temen que su próxima mudanza al enclave signifique un viraje en el énfasis de sus actividades, actualmente ubicado en cuestiones locales.
La presencia del grupo internacional, pronostican, podría provocar una atención desproporcionada a los problemas planetarios.
El influyente periódico South China Morning Post, de Hong Kong, alertó en un editorial que el "gesto de enfrentamiento" de Greenpeace hacia China amenaza el trabajo de los ambientalistas que luchan contra otras "catástrofes ecológicas" en el gigante asiático.
La travesía del MV Greenpeace "solo reforzará las sospechas existentes entre organizaciones ambientalistas locales de que este grupo, con sede en Occidente, carece de comprensión e ideas sobre cómo operar en Asia".
Los activistas de la región creen que actitudes de Greenpeace como el envío de 10.000 faxes a empresarios, universitarios, departamentos de gobierno y medios periodísticos de China antes de partir hacia Shangai no tendrán éxito si pretenden generar rechazo popular hacia las pruebas nucleares.
"Muy pocas personas se enterarán jamás que el barco estuvo allí, o en qué consistía su misión. La prensa y la televisión de China casi no presta atención a estos asuntos", afirmó un editorial del periódico de Hong Kong Eastern Express.
Un activista del Fondo Mundial para la Naturaleza, entidad que también cuenta con presencia en Hong Kong, explicó que "las tácticas que funcionan en Occidente no funcionan en todos lados", y alertó a Greenpeace que sus acciones no son "el mejor modo para establecer campañas a largo plazo".
La preocupación por los problemas ambientales en Asia es mucho más baja que en Occidente, y, al mismo tiempo, la población de la región es menos proclive a asumir actitudes de enfrentamiento. Todo eso conspira contra la imagen de Greenpeace.
Mei Ng, directora de Amigos de la Tierra de Hong Kong, recordó que, al iniciar su trabajo en el enclave a principios de esa década, corrían con la desventaja de ser la filial de una organización internacional. "Crecimos cuando nos preocupamos de los problemas locales", explicó. (FIN/IPS/tra-en/ys/cpg/mj/en/96)