El Papa Juan Pablo II reafirmó su respaldo al ala más conservadora de la Iglesia en Chile, al designar en un alto cargo del Vaticano al obispo Jorge Medina, quien se convertirá en el cuarto cardenal de este país.
Medina, de 69 años, asumirá el 19 de septiembre como Pro- prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, cargo equivalente al de ministro dentro del gobierno de la curia romana.
Dejará así el obispado de Valparaíso, 120 kilómetros al oeste de Santiago, y todo indica que Juan Pablo II lo consagrará como cardenal, según se anticipó este viernes, una vez conocida la designación hecha en el Vaticano.
La Iglesia Católica chilena tiene actualmente tres cardenales: el arzobispo de Santiago, Carlos Oviedo, y los cardenales eméritos Raúl Silva Henríquez y Juan Francisco Fresno.
En medios eclesiásticos es sabido que el Papa quiso designar en 1991 a Medina como cardenal a la cabeza de la arquidiócesis santiaguina, pero que el nombramiento fue desaconsejado por el gobierno del entonces presidente Patricio Aylwin.
Juan Pablo II optó entonces por Oviedo, de posiciones conservadoras en materias religiosas y morales, pero identificado también con la defensa de los derechos humanos que la Iglesia desplegó durante la dictadura del general Augusto Pinochet (1973- 90).
Medina, en cambio, fue conocido partidario del régimen militar y se le acusa de no haber defendido a académicos víctimas de la represión dictatorial cuando fue vicecanciller de la Universidad Católica de Chile.
El nuevo ministro eclesiástico fue también decano de Teología en esa misma casa de estudios, desde donde entabló una estrecha amistad con el Papa, que lo ha tenido siempre como uno de sus consultores más cercanos.
Medina fue perito del Concilio Vaticano II y colaboró en la Comisión Teológica Internacional en la preparación del nuevo Código del Derecho Canónico, siendo más tarde miembro del comité de redacción del Catecismo que la Iglesia publicó en 1992.
La confianza de Juan Pablo II en Medina es demostrativa de la forma en que el Papa fue promoviendo desde su investidura en 1978 al ala más conservadora de la Iglesia chilena, desplazando a la jerarquía progresista que encabezó Silva Henríquez.
Después de sucesivos nombramientos de obispos, hoy por hoy en la Conferencia Episcopal hay un claro predominio conservador, aunque las corrientes moderadas superan a aquellas consideradas integristas.
Medina es el más connotado representante de estas últimas y desde 1993, como obispo de Valparaíso, ha hecho frecuentemente noticia con sus posiciones en temas políticos y morales.
Declarado opositor de una ley de divorcio, hace algunos meses sostuvo que los diputados católicos que apoyen un proyecto en ese sentido se exponen a la excomunión, lo cual le valió duras críticas de los parlamentarios.
Chile es el único país occidental que no tiene una ley de divorcio, luego de que fuera aprobado por Irlanda en 1995 a través de un referendo.
Medina es asimismo un tenaz perseguidor del erotismo y la pornografía, y hace tres meses adquirió personalmente varias revistas "inmorales" para fundamentar un reclamo que dirigió al presidente Eduardo Frei. (FIN/IPS/ggr/ag/ip-cr/96