BRASIL: Huelga alcanzó objetivos, pese a limitada adhesión

La huelga general convocada hoy por las centrales sindicales fracasó en términos de cantidad de trabajadores paralizados y extensión del movimiento, pero sus líderes aseguran que "alcanzó sus objetivos".

No se llegó a la meta "numérica", de 12 millones de huelguistas, admitió el presidente de la Central Unica de Trabajadores (CUT), Vicente Paulo da Silva, pero se provocó "un debate nacional sobre problemas un tanto olvidados", como el desempleo, los bajos salarios, la lentitud de la reforma agraria.

Se evidenció, según el sindicalista, que "la mayoría del pueblo brasileño no está de acuerdo con el gobierno" y su política económica. Muchos no adhirieron por temor al desempleo y presiones, argumentó.

Otro resultado importante es el "pacto inédito", de unidad entre las tres centrales que promovieron el movimiento para "nuevas jornadas de lucha y acciones conjuntas", un hecho sin precedentes en Brasil.

La huelga general de este viernes fue una iniciativa unitaria de la CUT, la mayor central brasileña, Fuerza Sindical y Confederacion General de Trabajadores (CGT). La meta era interrumpir por un día el trabajo de un tercio de todos los empleados del sector formal de la economía.

El gobierno celebró el fracaso de la huelga, por la escasa movilización. Una paralizacion efectiva solo ocurrió en Sao Bernardo do Campo, donde se concentra la industria automovilística y los metalúrgicos, plaza fuerte de la CUT, y los trabajadores están muy organizados.

Además, la ausencia de funcionarios públicos y la suspensión de clases en las escuelas fue generalizada en el pais, pero son sectores que interrumpen sus actividades normales con frecuencia en Brasil.

La huelga dependió básicamente de la falta de transportes. Hubo baja actividad laboral donde se presentó mayor escasez de autobuses, metro y trenes, como en Sao Paulo, Río de Janeiro y Brasilia. Pero eso sólo se sintió en la mañana, ya que en la tarde la actividad fue casi normal en todas las ciudades.

Los sindicalistas, además, tuvieron la habilidad de elegir un viernes para la huelga, estimulando ausencias de quienes pretendieron alargar el fin de semana. En las grandes ciudades hubo clima de feriado y las manifestaciones callejeras atrajeron pocos trabajadores.

La Federación de Industrias de Sao Paulo estimó en 20 por ciento la ausencia de trabajadores del sector, lo que representa cerca de 400.000.

"Fue un rotundo fracaso", comentó el líder empresarial paulista Carlos Moreira Ferreira y la misma evaluación hizo su colega de Río de Janeiro, Eugenio Gouveia Vieira, señalando que de 148 empresas consultadas sólo tres se paralizaron totalmente y 15 registraron ausencias de trabajadores.

La propia CUT reconoció el fracaso en estados importantes como Minas Gerais, Bahía, Mato Groso del Sur y Río Grande del Sur, donde la federación industrial estimó en 15 por ciento la ausencia de obreros en las empresas del sector.

El presidente Fernando Henrique Cardoso calificó de política la huelga, convocada a tres meses de las elecciones municipales, y el ministro de Hacienda, Pedro Malán, dijo que era injustificable la medida cuando la economía vuelve a crecer y a ofrecer más empleos.

Es precisamente su carácter político lo que más debe preocupar a las autoridades, ya que la huelga, pese a la limitada paralización de las actividades productivas, profundiza el alejamento entre el gobierno y los sectores populares.

Las ultimas encuestas apuntan que ya es cosa del pasado la "luna de miel" entre el presidente Cardoso y la opinión publica. Su popularidad cayó de forma preocupante en los últimos meses, especialmente después de la masacre de 19 campesinos sin tierra en abril en Eldorado de Carajas, en el norte de Brasil.

Aumentan las ocupaciones de predios improductivos por parte del Movimiento de los Sin Tierra (MST), manteniendo al gobierno a la defensiva, ante su impotencia en promover la prometida reforma agraria.

Como reacción, Cardoso consideró "un problema de seguridad nacional" el movimiento campesino, convocando a las Fuerzas Armadas a colaborar con la policía a impedir ocupaciones y defender edificios públicos del Ministerio de Asuntos Fundiarios.

Este llamado recuerda a la dictadura militar, señaló Sandra Starling, jefa del opositor Partido de los Trabajadores en la Cámara de Diputados, para quien la huelga general, pese a las limitaciones, "emitió su mensaje". (FIN/IPS/mo/ag/ip/96

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