Zhang Yuan quizás no esté entre los cineastas chinos más aclamados, pero es el arquetipo de una generación de directores que, al margen de la gigantesca industria estatal, realizan sus polémicas películas con presupuestos muy limitados.
El gobierno comunista percibe los puntos de vista críticos de estos directores como un rotundo rechazo al sistema de censura cinematográfica imperante, por lo cual estas películas son frecuentemente prohibidas aunque circulan en formato de vídeo en Beijing.
Los medios de comunicación estatales criticaron recientemente el hecho de que un cineasta de 33 años nunca haya trabajado en los estudios cinematográficos del gobierno y que prefirieran producir sus películas en forma independiente y afrontando el riesgo de la censura.
"Zhang es típico de esta nueva generación de directores de cine. Algunos dicen que tienen poco talento y muy buena táctica empresarial, pero no estoy seguro de que esta afirmación sea cierta", dijo el crítico cultural Zha Jianying.
"Me gustan los temas sensibles. ¿Qué puede ser mejor que una película que 'toque' a la gente?", dice Zhang.
Los expertos consideran a Zhang y sus jóvenes colegas parte de la "sexta generación" de cineastas, para distinguirlos de la denominada "quinta generación" que incluye a los galardonados directores Chen Kaige, Zhang Yimou y Tien Zhuangzhuang.
Estos directores iniciaron sus carreras en la década del 80, cuando los estudios del gobierno respaldaron a los recién llegados que, además, podían gestionar financiamiento internacional para la realización de sus películas.
En contraste, la sexta generación no ha ganado, hasta ahora, grandes premios internacionales, aunque triunfaron en algunos festivales de menor prestigio.
Zhang y sus contemporáneos comenzaron a trabajar después de la represión del ejército contra los manifestantes demócratas en la plaza Tiananmen en 1989. Los avatares políticos sumergieron a los grandes estudios en un estrecho control dirigido a evitar cualquier cosa que se pareciera a la rebeldía.
Zhang se graduó en la escuela de cine días después de la masacre y fue asignado al estudio August One Film, perteneciente a las fuerzas armadas. Nunca se presentó a trabajar allí. Desde entonces, es un independiente. Sus películas se destacan por su estilo oscuro y borroneado.
Su primer filme, "Madre", es la historia de una mujer que cuida a su bebé, que sufre retraso mental. Pero el más famoso fue el segundo, "Bastardos de Beijing", que ubicaba las cámaras en el ambiente de la música rock china.
Cuando una de sus películas ingresó a un festival cinematográfico en Tokio sin autorización del gobierno de China, se le prohibió filmar.
Pero Zhang ignoró la prohibición y realizó un documental al que llamó "Plaza", sobre las protestas estudiantiles de 1989. Y el último de sus filmes, "Hijos", ganó premios en un festival en Rotterdam y se estrenará pronto en Estados Unidos, a pesar de que está prohibido en China.
La película narra la difícil vida de los Li, una familia de Beijing cuyo padre sufre alcoholismo y enfermedades mentales. Los actores, en realidad, se representaron a sí mismos, como pretendía Zhang.
El guión fue escrito por los dos hermanos Li como catarsis para sus problemas familiares, y luego pidieron a su vecino Zhang que la dirigiera.
Los padres Li son divorciados, pero continúan viviendo en la misma vivienda. El padre es un alcohólico recuperado. Los dos hijos se fueron de casa y abrieron su propio bar.
"Toda familia tiene historias. Un viejo refrán chino dice que las ropa sucia debe lavarse dentro de casa. No creo que eso sea verdad. Si ocultas todos los actos vergonzosos de tu vida, te sentirás culpable hasta que mueras. Para nosotros fue necesario filmar nuestra historia", dijo Li Ji, el hermano mayor.
La película fue realizada sin respaldo de ningún estudio estatal. Los hermanos Li crearon una compañía de emprendimientos culturales con el aporte de un rico hombre de negocios del noreste de China.
Zhang puso sus ahorros y, reuniendo todo ese dinero, financiaron el filme a un costo de aproximadamente 125.000 dólares.
La película fue rodada en apenas un mes, en su mayoría en el conjunto de viviendas que habitan, propiedad de una compañía de danza de Beijing. El principal desafío de Zhang fue lograr que Li fuera liberado del manicomio donde estaba confinado a causa del abuso de bebida y los maltratos a que sometía a su familia.
"La historia que me contaron los hermanos me gustó tanto que fui ese mismo día al hospital donde estaba Li. El no estaba enfermo y tenía ideas muy claras. Inmediatamente lo invité a participar en la película", recordó Zhang.
Cuando los funcionarios del sanatorio no permitieron la entrada de las cámaras, el cineasta resolvió rodar esas escenas en otra institución.
Ahora, Zhang terminó una nueva película, esta vez sobre el ambiente homosexual de Beijing. En el futuro, planea rodar otra, sobre la vida de las familias de la capital de China cuyas viviendas fueron demolidas para construir en su lugar oficinas y apartamentos de lujo.
"Soy pesimista. Pensar cosas así está en mi naturaleza", dijo el cineasta. (FIN/IPS/tra-en/rc/hvdb/mj/cr/96