El gobierno de Uruguay lanzó una ofensiva para proteger el ambiente con planes que se instrumentarán en los próximos cinco años.
El anuncio lo formuló este miércoles el ministro de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, Juan Chiruchi, quien dijo que se invertirán seis millones de dólares con ese fin.
Hasta el momento, las protagonistas de esta actividad en Uruguay han sido las organizaciones no gubernamentales (ONG) de defensa del ambiente.
La primera medida del gobierno es ajena a la inversión económica e involucra la carga y descarga de combustibles en la llamada zona Alfa del Río de la Plata, donde se concentran diariamente decenas de embarcaciones que se dirigen a los puertos de Montevideo y Buenos Aires.
Fugas de petróleo crudo y de combustible liviano, utilizado para lavar barcos en alta mar, causó la muerte de decenas de aves marinas (Gallaretas) y la enfermedad de otras, muchas de ellas salvadas por la intervención de voluntarios y de ONG.
Chiruchi pidió este miércoles a los Ministerios de Relaciones Exteriores y de Defensa Nacional que tomen medidas para evitar que se repita el hecho, aunque las eventuales sanciones para los responsables locales o extranjeros ne se han definido.
La muerte y enfermedad de las aves que flotaron inertes sobre la orilla de las playas de Montevideo sirvió de detonante para un problema que hasta ahora se había limitado a ensuciar el agua.
La Administración Nacional de Puertos resolvió de urgencia limpiar las tomas de agua que sirven a los barcos en la terminal marítima.
Carlos Serrentino, director nacional de Medio Ambiente y uno de los principales expertos del país, exhortó a incluir en el Código Penal delitos para sancionar las agresiones al ambiente.
Esto es "fundamental para que un país pueda avanzar en la consolidacion de las políticas de Estado", dijo Serrentino, quien señaló también la necesidad de cambios en la conducta humana.
"La paz de la región, la paz del continente depende en el fondo de realidades medioambientales. El principal problema ambiental es cambiar la conducta de la especie humana, en un fin de siglo con avances de tecnología, no siempre para bien", advirtió Serrentino.
Los problemas ambientales uruguayos también se originan fuera de sus fronteras.
En la frontera terrestre con Brasil, de más de 500 kilómetros, surgen impactos negativos, como la lluvia ácida originada en la usina de Candiota, en el estado brasileño de Río Grande del Sur.
Autoridades de ese estado y de Uruguay procuran evitar los efectos negativos de la contaminación química y de la desforestacion de bosques autóctonos en la frontera este.
"La extracción no planificada de arena, la tala indiscriminada, el aumento de basurales suburbanos y el vertido de aguas servidas y residuos de las arroceras desde el lado brasileño" son los principales problemas, señaló el dirigente ambientalista local Carlos Aristimunio.
En medio de la celebración del Día Mundial del Medio Ambiente se reclamó en Uruguay que se reanude la matanza de lobos marinos, señaló la Cámara de Empresarios de Embarcaciones de Tráfico de Punta del Este, 150 kilómetros al este de Montevideo.
La prohibición de matar lobos ha generado una superpoblación que genera problemas al puerto deportivo de esa localidad y afecta el equilibrio del ecosistema, ya que varias especies son depredadas.
Hasta hace dos décadas, la matanza de lobos marinos había generado una pequeña industria de venta de carne, grasa y piel, con destino a prendas y carteras, finalmente prohibida.
Las 15 toneladas de peces diarios que anualmente consumen los lobos tiene un costo de unos 70 millones de dólares, dijeron los expertos.
Se estima que hoy hay unos 500.000 lobos, en tanto los expertos consideran que el número ideal no debe sobrepasar las 300.000.
El ministro de Ganadería, Agricultra y Pesca, Carlos Gasparri, dispuso un estudio para conocer con certeza la realidad de los lobos marinos en la reserva oceánica uruguaya. (FIN/IPS/rr/ag/96)