El desierto ártico todavía parece prístino, pero la polución acumulada en el mar, hielo, atmósfera y la cadena alimentaria amenaza la salud de seres humanos y animales.
El fín de la Guerra Fría fué visto como una oportunidad para afrontar serios problemas ambientales en lo que ha sido un área de confrontación. No obstante, hasta ahora, esos esfuerzos cooperativos carecieron de una voz importante: la gente que habitó la región durante milenios.
Funcionarios gubernamentales, activistas ambientales y grupos aborígenes buscan ahora remediar la situación con la creación de un Consejo del Artico.
El Consejo del Artico, cuya instalación está prevista para el próximo otoño, tratará de encontrar un equilibrio entre la protección de la flora y la fauna, y la necesidad de dar una respuesta a las necesidades de los pueblos aborígenes.
La región ha sido contaminada con todo, desde pesticidas que han derivado desde los trópicos hasta residuos nucleares arrojados en el Oceano Artico. Huecos en la capa de ozono, persistente contaminación encontrada en la leche materna y metales pesados en ríos rusos anticipan mayores problemas futuros.
Los ocho estados árticos -Canadá, Estados Unidos, Rusia, Finlandia, Noruega, Suecia, Islandia y Dinamarca (Groenlandia)- firmaron una serie de declaraciones a partir de 1991 según las cuales coordinarán estudios y políticas, prevención y limpieza.
Esos gobiernos, junto con tres organizaciones de pueblos indígenas, planean llevar aún más adelante esos esfuerzos mediante la creación del Consejo del Artico.
Mary Simon, embajadora canadiense para Asuntos Circumpolares, dijo que el consejo debería realizar lo que las declaraciones previas no cumplieron, equilibrar la protección ambiental con las necesidades locales de desarrollo.
"Deseamos no solamente brindar protección al ambiente sino tambien ofrecer nuevas oportunidades a la gente del Norte", expresó, señalando que cuando se explotan los recursos locales los pueblos indígenas reciben usualmente tareas de baja categoría. "Nuestros jóvenes están desesperados por trabajar".
"Existe un 'nexo crítico' entre el ambiente y la viabilidad social, cultural y económica de la región", apuntó Simon, ex presidenta de la Conferencia Circumpolar Inuit (CCI).
(La CCI, el Consejo Saami, que representa a los pueblos indigenas en Escandinavia y la Asociación Rusa de Pueblos del Norte serán participantes permanentes del consejo).
Alan Saunders, de la Comisión Polar Canadiense, una agencia federal, aseguró que los pueblos nativos tienen una voz poderosa en América del Norte pero la mayoría de los estados europeos "tienen una visión de Viejo Mundo a través de academias".
La declaración de 1991 de los estados árticos estableció la Estrategia de Protección Ambiental del Artico (EPAA) y el Programa de Monitoreo y Evaluación del Artico (PMEA) que está enfocado sobre los contaminantes orgánicos persistentes, metales pesados, radiactividad, acidificación y neblina ártica.
Los informes del Programa de Monitoreo y Evaluación sobre el estado del ártico serán dados a conocer en 1997. Terry Fenge, director ejecutivo del Consejo de Recursos Artico-Canadienses prometió que tanto su grupo como otras entidades ecológicas no permitirán que los informes sean archivados.
Fenge dijo que el Consejo del Artico juntará a prominentes figuras políticas que puedan lograr el impacto que los esfuerzos voluntarios han sido incapaces de conseguir hasta ahora.
"Probablemente sabemos menos del Artico que cualquier otra región", apuntó Saunders. "No obstante, hay motivos para saber más. El estado del ambiente en el norte es muy sensible y tarda mucho tiempo en recobrarse", añadió.
La degradación ecológica del Artico fué exacerbada por la Guerra Fría, durante la cual los soviéticos realizaron 90 pruebas nucleares atmosféricas y 42 subterráneas en Nueva Zembla.
Además, se produjeron mas de 20 incidentes navales en la región protagonizados por buques de guerra o submarinos con propulsión nuclear. Una comisión rusa determinó que 16 reactores nucleares de submarinos y 2,5 millones curies de residuos radiactivos fueron arrojados al Océano Artico.
Por otra parte, los bifenoles policlorados (PCB) derramados en instalaciones militares occidentales en el Artico son cancerígenos. Estudios del gobierno canadiense durante los años '80 indicaron que las concentraciones de PCB en la leche materna de las mujeres Inuit, en el norte de Quebec, eran cinco veces más altas que aquellas de mujeres caucásicas en el sur del país.
Debido a que los PCB se depositan en la grasa del cuerpo, representan una amenaza particular para los pueblos indígenas que viven de peces y mamíferos.
Chester Reimer, de la CCI, dijo que el Consejo del Artico deberá lograr un impacto que trascienda la región debido a que gran parte de la polución se origina en otros climas.
Sustancias químicas de la producción agrícola e industrial, esparcidas en el agua y el aire, a menudo se evaporan y son transportadas por los vientos hasta el Artico donde se condensan por las bajas temperaturas y contaminan ríos, océanos y hielos.
Reimer ilustró la dificultad de manejar ese problema pero señaló que algunas agencias internacionales que buscan proteger el ambiente del Artico, tambien promueven el uso del pesticida DDT para combatir la malaria en los trópicos.
"La tarea del Consejo del Artico podría muy bien superar los límites de la región para comprobar donde se encuentra la fuente de la polución", dijo.
No obstante, Fenge recordó a las naciones árticas que tambien son responsables por la considerable polución resultante de la producción minera y petrolífera.
Saunders, de la Comisión Polar Canadiense, indicó que los recortes del presupuesto en su país y otras partes amenazan la investigación ecológica. Añadió que esos esfuerzos tambien son desviados por temores sobre seguridad en Rusia y Estados Unidos. (FIN/IPS/tra-en/bb/pz/ego/en)