Más de mil millones de personas viven en áreas directamente afectadas o amenazadas por la degradación del suelo en zonas áridas, semiáridas y subhúmedas, se señaló en el Foro Internacional contra la Desertificacion que se inauguró hoy en esta capital.
La desertificación está provocando millones de emigrantes ambientales, se advirtió en el encuentro, al que asisten delegaciones de países desarrollados y en vías de desarrollo, organizaciones no gubernamentales (ONG), institutos financieros internacionales y agencias de las Naciones Unidas (ONU).
La pérdida económica anual debido a la desertificación se estima en 42.000 millones de dólares, de los cuales 30.000 en Asia y Africa.
La reunión, que concluirá el 7 de junio, que tiene como objetivo acelerar la aplicación de la Convención contra la Desertificación (CCD), firmada en Paris en 1994 por 115 países, la organizaron el Secretariado Interino del CCD y el Fondo Internacional para el Desarrollo Agricola (FIDA).
En vísperas de la Jornada Mundial contra la Desertificación, el día 17, el Foro se propone obtener la mayor movilización de la comunidad internacional en apoyo de los países afectados por la desertificación, en particular en Africa, pero también en Asia, América Latina, Estados Unidos y la cuenca del Mediterráneo.
En 1991-1992, en Africa subsahariana se perdieron cerca de tres millones de toneladas de semillas, por un valor de 700 millones de dólares, suficiente para alimentar a 25 millones de personas, a causa de la sequía y del avance del desierto.
La supervivencia misma de 200 millones de personas en el sahel y en el cuerno de Africa depende ahora de los esfuerzos para detener la degradación de los suelos y la desertificación.
El secretario ejecutivo de la CCD, Hama Erba Diallo, expresó el deseo de que el Foro concentre la atención en las zonas afectadas por la progresiva desertificación.
Planteó la necesidad de que se «ponga a punto un nuevo modelo de desarrollo, intengrando tutela de los frágiles ecosistemas de las zonas áridas y mejoramiento de las condiciones económicas y de vida de las poblaciones marginadas a causa de la degradación ecológica y de la pobreza».
Mientras se agrava la amenaza sobre los frágiles ecosistemas de las zonas áridas, se acentúa al mismo tiempo la distancia entre ricos y pobres, y aumentan los conflictos desencadenados por la competencia siempre más áspera por los escasos recursos naturales, afirmó.
Una eficaz aplicación de la Convención dará una respuesta significativa a algunos de los problemas más urgentes, como la seguridad alimentaria, la conservación de los recursos hídricos, la gestión de las emergencias de sequía, la reducción de la pobreza o las migraciones, manifestó.
La reducción de la pobreza y la protección del ambiente, son dos aspectos complementarios del mismo problema, concluyó Diallo.
El presidente del FIDA, Fawzi Al-Sultan, planteó la necesidad de reforzar el papel protagónico de las poblaciones locales en los planes antidesertificación y de adoptar una posición global para hacer frente a los aspectos físicos, biológicos y socioeconómicos del fenómeno de la desertificacion y la sequia.
El problema de la desertificación es de tal magnitud que sólo puede ser afrontado con un esfuerzo colectivo, y las comunidades locales, los pastores y los campesinos están dispuestos a adoptar nuevos métodos de combate a la desertificacion y de gestion de la tierra si son compatibles con los tradicionales y su tecnología.
Así lo demuestra la experiencia del FIDA en la región del sahel, donde ya en 1985 el organismo había iniciado un específico programa especial para los países del Africa subsahariana afectados por la sequía y la desertificación, deijo Al-Sultan.
Esto prueba, ademas, que la participación de los grupos locales en las diversas fases de las intervenciones acelera el desarrollo sostenible y suministra el elemento clave para el control de la desertificacion, concluyó el presidente del FIDA. (FIN/IPS/jp/ag/en/96)