Para los antiguos nativos americanos, la sangre del cosmos fluía a través de una planta de maíz. Hoy, cuando ese vegetal de más de 8.000 años de antigüedad derribó todas las fronteras geográficas, su halo mítico se difumina, mientras se masifica su consumo y manipulan sus genes.
Aún considerada por algunas culturas indígenas como un "regalo de los dioses" y sembrada en medio de ritos, la gramínea, orginaria de América, es fuente central de alimento de millones de personas en el mundo. Es un patrimonio de la humanidad, dicen los expertos.
El legado del maíz es invalorable. "Su importancia la debemos a pueblos que lo cultivaron y desarrollaron durante siglos", señaló a IPS Gregorio Martínez, portavoz del Centro Internacional del Mejoramiento del Maíz y Trigo (Cimmyt), organismo con sede en México.
Tras siete décadas de investigaciones, las primeras de las cuales se realizaron en Estados Unidos, científicos de varias parte del mundo lograron desarrollar variedades que se adaptan a zonas costeras, lugares montañosos, áridos e incluso a regiones de selva.
Se trata de un trabajo que hace más de 500 años también lo hicieron, aunque con herramientas y pensamiento diferentes, pueblos nativos como los mayas en Mesoamérica, para quienes el ciclo de cultivo del maíz representaba el nacimiento, la muerte y la renovación de la vida.
Actualmente la mayoría de semillas del cereal que se producen y distribuyen en el mundo -alrededor de 250 variedades diferentes- fueron desarrolladas en laboratorios, donde se manipula y cuida su germoplasma en ambientes de congelamiento y escasa humedad.
Según estudios del Cimmyt, el consumo mundial del grano llega a unos 166,2 millones de toneladas al año, mientras su producción y cultivo registran un crecimiento anual de 2,5 por ciento.
En el Cimmyt se encuentra la colección internacional más extensa y antigua de maíz en el planeta. Actualmente en sus bancos, creados en 1966, hay más de 12.500 colecciones diferentes de la gramínea, la mayoría de las cuales se obtuvieron de campos y mercados de los países latinoamericanos.
"Han pasado más de cinco siglos desde que los europeos conocieron el maíz en América y ahora es uno de los principales alimentos del mundo", dijo a IPS Fernando Castillo, investigador del Instituto de Recursos Genéticos en el Colegio de Postgraduados en Ciencias Agrícolas de México.
Para analizar temas como el manejo, conservación y distribución de los recursos genéticos en el planeta, entre ellos el del maíz, este mes se realizará en Leipzig, Alemania, una reunión internacional de expertos y gobiernos.
Castillo sostuvo que el caso del maíz no es polémico, pues la distribución de sus semillas entre centros de investigación y organismos de desarrollo es actualmente libre y gratuita. Ningún país ni institución es dueña de este recurso, indicó.
Lo que sí podría generar alguna discusión es la forma actual de conservación del germoplasma del máiz, "pues fuera de algunos centros importantes como el Cimmyt, en la mayoría de lugares donde se almacenan semillas las instalaciones son defectuosas e incompletas", señaló.
El experto advirtió que en cualquier momento podrían ocurrir accidentes en los bancos de germoplasma de América Latina, como incendios o cambios bruscos de temperatura, lo que haría perder para siempre varias clases o familias del vegetal, "pues no todo lo que está en los bancos está también en el campo".
"Lamentablemente los centros de investigación nacionales no tienen mucho dinero y por eso las instalaciones son elementales y sin muchas seguridades", indicó.
Mientras en el Cimmyt, que cuenta con apoyo del Fondo de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO), las semillas se mantienen en condiciones que les permiten una vida útil de 60 a 100 años, en la mayoría de los centros la conservación puede garantizarse sólo por unos 25 años.
El maíz en sus diversas variedades se consume en el mundo de muchas formas. Molido, en tortillas o mezclado con otros granos son algunas de ellas. Sólo en México, uno de los países de mayor consumo del cereal en el planeta, se calcula que se comen 360.000 millones de tortillas al año.
En Estados Unidos es usado en 120 tipos diferentes de industria, incluso en una dedicada a la producción de plásticos.
Los historiadores apuntan que en América Latina la gramínea fue uno de los principales motores de la dinámica del desarrollo social, cultural y económico de los indígenas mayas, aztecas, chibchas e incas.
En el Popol-Vuh, libro sagrado de los mayas, se apunta por ejemplo -según indican las traducciones- que la creación definitiva del hombre se alcanzó luego de tres etapas.
El primer hombre, destruído por una inundación estaba hecho de arcilla, el segundo, disuelto por una tormenta, estaba hecho de madera. El tercero, el padre del hombre actual, está hecho de maíz, dice el libro maya. (FIN/IPS/dc/dg/cr-if-dv/96).