El idioma alemán experimenta un renacimiento en Europa Central y del Este desde el fin de la guerra fría y en cambio pierde terreno en Estados Unidos, donde ha pasado a ser la tercera lengua extranjera que aprenden escolares y estudiantes.
"En la Unión Europea (UE), el alemán es con mucho la lenga materna más difundida, pues la aprenden en su casa cerca de 100 millones de personas", comentó el diputado Harmut Koschyk, un socialcristiano de Baviera miembro de la Comisión de Asuntos Europeos y de la Subcomisión de Política Cultural en el Exterior.
Los periodistas italianos Manlio Pisu y Francesca Pedrazzi señalan en un libro de pronta aparición que en la actualidad aprenden alemán unos 20 millones de personas en el mundo, de los cuales 13,5 millones son ciudadanos de los países de Europa central y oriental.
El actual renacimiento y expansión del alemán en esta región del mundo sólo es comparable al auge de que gozaba en época del Emperador Guillermo II, cuando desempeñaba el papel de lengua común. Sin embargo, el inglés, con 21 millones de estudiantes, sigue siendo la primera lengua extranjera.
Entre 1890 y 1914, el alemán era la lengua más usada en las documentos científicos e incluso en Estados Unidos los libros de química sólo existían en ese idioma.
De 1900 a 1920, la mitad de los premios Nobel hablaban alemán, afirman los periodistas italianos en la obra titulada "Una moneda para Europa, Maastricht y la nueva Alemania".
Sólo después de la primera guerra mundial, el alemán se vio frenado y tuvo que ceder paso al inglés.
Hoy, el alemán ha desplazado al tercer lugar al francés en el centroeste de Europa, donde la estudian 6.700.000 millones de personas, según Pisu y Predazzi.
Los 151 centros del Instituto Goethe en 78 países del mundo constituyen el principal instrumento de la política cultural alemana en el exterior.
En 1989, antes de la caída del muro de Berlín, sólo había cinco sedes del Instituto en los países del antiguo bloque socialista europeo. Desde 1990 hasta hoy se han inaugurado allí otras 15.
Siguiendo el interés de la industria alemana por Asiá, el Instituto Goethe también abrió sedes en Shanghai (China) y Hanoi (Vietnam).
En Mongolia y Vietnam, un alto porcentaje de universitarios habla alemán, que aprendieron en la desaparecida República Democrática Alemana (RDA), y lo mismo ocurre en Cuba.
En los organismos de la Unión Europea el alemán es idioma oficial, junto al inglés y el francés, pero su "poca importancia como idioma de trabajo sigue siendo aquí un problema sin resolver', apuntó Koschyk en el semanario Focus de Munich.
Hay que considerar que el idioma alemán desempeña un gran papel en la vida económica de Europa y aproximadamente el 25 por ciento del intercambio comercial intraeuropeo se realiza con intervención de un socio alemán, pese a lo cual las licitaciones de la UE se publican sólo en inglés y francés, añadió.
Hasta ahora no han surtido efecto positivo los esfuerzos del propio canciller federal, Helmut Kohl, y los estados federados alemanes. Todo parece indicar que existe un acuerdo tácito de los funcionarios anglófonos y francófonos de no admitir en la práctica el alemán como tercera lengua de trabajo, dijo Koschyk.
La débil posición del alemán en la UE puede causar daños, al debilitar la voluntad europeísta de los ciudadanos alemanes y, además, alentar a las fuerzas que quieren frenar e incluso paralizar el proceso de unificación europea.
Por otro lado, existe el peligro de que esta actitud de los organismos de Bruselas degraden el alemán al nivel de "un dialecto regional para uso doméstico", concluye Koschyk.
El diario Frankfurter Allgemeine Zeitung comentó este martes que el alemán pierde terreno en muchas regiones de Estados Unidos a manos del español, en estados como California, Texas o Florida. (FIN/IPS/sa/ag/cr/96)